¡Pobres
hombres!
21/11/2017
Médico forense y
profesor en la Universidad de Granada
ElHuffPost
Pobres hombres que se ven amenazados en un ascensor, en sus casas o en las
calles; expuestos a cualquier mujer desaprensiva que los acuse de acosarlas al
subir o bajar en el ascensor, de maltratarlas en el hogar o de violarlas en la
calle o en un portal.
Qué duro tiene que ser eso de la masculinidad para ir zafándose de las
mujeres y conseguir que al final de cada año no sean ellos los acosados, ni los
maltratados, tampoco los violados ni asesinados. Sin duda todo un ejercicio de
habilidad y escapismo que les evita caer en las redes que las mujeres tejen con
su perversidad, y luego les lanzan con su maldad para atraparlos.
Ese vivir
como si no pasara nada ante la amenaza de las mujeres debe ser duro y exigente
Y qué sangre fría deben mantener para que, a pesar de todas esa presión y
amenazas a las que están sometidos, luego se les vea caminar por las calles con
decisión y determinación, como si fueran suyas, simular que no se sienten miedo
en los lugares de ocio, y que incluso se divierten y disimulan para acercarse a
hablar con sus agresoras potenciales en mitad de la fiesta. Y cuánto valor debe
correr por sus venas para luego llegar al hogar y sentirse como si fuera un
lugar tranquilo y seguro para ellos, cuando en cualquier momento pueden ser
denunciados falsamente.
Ese vivir como si no pasara nada ante a amenaza de las mujeres debe ser
duro y exigente, algo que sólo un hombre hecho y derecho es capaz de soportar.
Porque todo eso es lo que se deduce de los argumentos que recogen los
estudios científicos, como el ICM de 2005, que muestra cómo la sociedad piensa
que la mujer es responsable de la agresión sexual que sufre por flirtear (33%
de la población lo piensa), por vestir sexy (26%), o por haber tomado alcohol
durante su tiempo de ocio (30%), nada dicen sobre la responsabilidad de los
hombres que agreden.
Algo parecido a lo que lleva, tal y como recoge el Barómetro del CIS de
noviembre de 2012, a que el 0'9% de nuestra sociedad manifieste que es "aceptable
forzar las relaciones sexuales en determinadas circunstancias", y que el
7'9% diga que "no es aceptable, pero que no siempre debe ser castigada
esa agresión por la ley", es decir, que debe quedar como un tema de
pareja. Pero, ¡oh casualidad!, una pareja en la que el hombre impone su
voluntad y viola, y en la que la mujer es violada y debe callar. Como si la
fuerza y la posición de poder no formaran parte también de la relación.
El machismo
ha creado el marco para presentar a las propias víctimas como responsables de
la violencia de género en cualquiera de sus expresiones
El machismo ha creado el marco para presentar a las propias víctimas como
responsables de la violencia de género en cualquiera de sus expresiones,
especialmente en la violencia sexual. Esa es la razón por la que se cuestiona
su conducta antes de ser violadas y por la que también se cuestiona después de
haber sufrido la violación, porque toda forma parte de la idea que las hace
culpables "por el hecho de ser mujeres". Quizás por ello hasta las
campañas institucionales ante las fiestas de los pueblos y ciudades lanzan
mensajes a las mujeres sobre lo que deben o no deben hacer para evitar las
agresiones sexuales, mientras que no dicen nada a los hombres, que son quienes
agreden y consienten con su silencio y distancia.
No es fortuito que el porcentaje de denuncias por violación se limite al
15-20%, y luego, cuando se lleva a cabo la investigación y se celebra el juicio
bajo el peso de los mitos y estereotipos de la cultura machista, que el
porcentaje de condenas sea sólo del 1% (Brtish Crime Report, 2008).
El juicio
contra los integrantes de "La manada" es el ejemplo típico de la
situación creada por el machismo: los hombres se presentan como víctimas,
presuntos inocentes, y las mujeres como culpables, por ser 'presuntas
víctimas'.
Vivimos en la "cultura de la violación", es decir, en la cultura
de la violencia de género, porque vivimos en la cultura del machismo, y eso
significa que la realidad viene determinada por sus referencias androcéntricas,
y que luego los hechos son integrados bajo el significado que otorgan esas
mismas referencias. No hace falta negar lo ocurrido, sólo basta con cambiar su
significado.
Lo que está sucediendo alrededor del juicio contra los integrantes de
"La manada" por una presunta violación cometida en los San Fermines,
y el intento de cuestionar a la víctima hasta con informes sobre su vida
después de la agresión, es un ejemplo típico de esta situación creada por el
machismo. Una situación en la que los hombres se presentan como víctimas por
ser "presuntos inocentes", y las mujeres como culpables por ser
"presuntas víctimas".
Lo dicho, ¡pobres hombres!
Este post se publicó originalmente en el blog del autor.
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