Los hombres y su postura
frente a la trata y la prostitución
"Promotor
para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres. Co-Autor del libro
"Diálogos Masculinos. La masculinidad tarada"
ElPlural
El pasado domingo, día
11 de marzo, Amelia
Tiganus, superviviente de trata, víctima de explotación sexual, y
activista en la actualidad de la Plataforma
Feminicidio.net, en el programa Salvados de Jordi Évole, #LasInvisibles, nos interpeló de manera directa
a los hombres
con la siguiente reflexión que, casi cerraba el programa:
“…
Mírame a los ojos. Y escucha esto… Y aguántalo, porque tienes que aguantarlo.
Yo lo aguanté viviéndolo, tú tienes que aguantar y escucharlo. (…) Ahora te he
hecho cómplice de mi lucha y tienes que responder a ello. Tu respuesta va a
depender de ti. (…) Creo que es una manera muy buena para retar a la
gente y decir, bueno, ahora sabes todo esto, qué haces con ello, ¿no? ¿Te sumas,
te quedas..?. Pero… no estorbes. O sea, o vienes o te quedas, pero no estés en
el medio, ¿no?…”
Según un informe de 2007 elaborado por una comisión
del Congreso de los Diputados en España existen unas 300.000 mujeres que ejercen la prostitución,
siendo la abrumadora mayoría pobres, inmigrantes e indocumentadas, mientras que
casi la totalidad de los clientes,
el 99,7%, son hombres.
Dilucidar o encontrar cifras o estudios “oficiales”
que arrojen un poco de luz sobre cuántas de esas mujeres son víctimas de trata y explotación sexual es
poco menos que imposible, aunque las previsiones
más pesimistas apuntan a que esa cifra se acerca a un impresentable 90%.
Creo que todos y todas tenemos meridianamente claro,
la definición de Trata,
pero por si acaso ahí va un pequeño apunte:
Según
la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código
Penal: Artículo 177 bis,
entendemos por Trata “la captación, el transporte, el
traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al
uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al
abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o
recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona
que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.
Y dentro del concepto de Trata, es más que evidente
que, en un país como España, la trata
está mayoritariamente
enfocada a fines
de explotación sexual.
España es el primer
país de la Unión Europea en consumo
de prostitución, con un 39%
de hombres que “reconocen”
haber demandado y pagado por estos servicios en algún momento de sus vidas, y
que son principalmente
varones de entre 35 y 55 años, según recoge la guía elaborada por la Asociación de Prevención, Reinserción
y Atención a la Mujer Prostituída (APRAMP) y editada por el Ministerio
de Sanidad, Política Social e Igualdad.
Aventurarse también a ofrecer una cifra sobre el
verdadero porcentaje de hombres consumidores de prostitución (y que no lo
reconocen en las encuestas) es arriesgado, pero podéis imaginar que las cifras
“reales y totales” sean de auténtico escándalo, a poco que dejemos volar un
poco nuestra imaginación, y estén muy por encima de ese 39% al que hemos
aludido antes.
Es decir, en España, tenemos una aaaaaaamplia
experiencia y demostrada “eficacia” en esto de ser puteros, actitud especialmente apoyada por unas
leyes, un estado, unas autoridades y una sociedad, que no solo miran hacia otro
lado, sino que permiten e incluso fomentan la existencia de una institución patriarcal,
pensada única y exclusivamente para proteger el mayor de los privilegios masculinos, que es
aquél que permite, a cualquier hombre de cualquier parte del mundo (como muy
bien dice Beatriz Gimeno)
saber que puede acceder al cuerpo de una mujer, a cambio de una muy pequeña
cantidad de dinero (algo que aprendemos desde muy corta edad).
Ese es nuestro
GRAN privilegio de entre todos nuestros privilegios masculinos (que
son muchos).
Y además, intocable, hasta el momento.
Esa es la realidad que a día de hoy tenemos a nuestro
alcance los hombres.
Y no. No me vale con que me digas que tú nunca te has
ido de putas.
No. Esa respuesta también hace tiempo que dejó de ser
suficiente y de tener el sentido que solamente tú le quieres dar para justificar
tu insensible dejadez y silencio cómplice respecto a un problema que afecta y
golpea a la sociedad, y en concreto a la mujer (a todas las mujeres), de esta
manera.
Los
privilegios (masculinos) se tienen aunque no se utilicen.
Y aunque de forma activa no los utilices, estás
permitiendo que otros hombres sí disfruten de ellos, a costa de las mujeres que
siguen llegando en masa a éste y otros países para hacer frente a una inmensa
demanda que no para de crecer.
Así que, no te acomodes, tu silencio no solo no ayuda
sino que dificulta que se pueda hacer frente a una lacra de la magnitud de la
que tenemos en nuestra sociedad y que a día de hoy, ni tan siquiera está
todavía apenas cuestionada (ni política ni socialmente) de la forma que
debería.
Según el Informe
de la Policía 2013, el negocio
de la prostitución (recordemos, beneficios e ingresos integrados en
nuestro queridísimo P.I.B.
nacional, como
si de una actividad económica “cualquiera” más se tratara) movía al día 5 millones de euros.
Eso era en 2013.
Actualmente,
esa cifra, dependiendo de las
fuentes que se consulten, puede
acercarse peligrosamente a los 8 o incluso 10 millones de euros “diarios”.
Es decir que en apenas en el último lustro, la demanda
de prostitución se está casi duplicando.
Y si la demanda y el negocio global de la industria de
la prostitución se duplica, quiere decir que la “oferta” o la búsqueda
incesante de mujeres esclavizadas con fines de explotación sexual tiene que
aumentar en la misma proporción (por lo menos), porque si no, no podremos
satisfacer a ese renovado ejército de “clientes” que buscan su producto al
precio que sea.
Así que, resumiendo…
Después de todos estos datos que de sobra conoces o
imaginas, y que se han enumerado por activa y por pasiva en muchas ocasiones:
“Querido
hombre interpelado”.
Tú, que has cruzado en algún momento de tu vida el
umbral de un puticlub…
Tú, que has conducido tu coche entre las calles de un
polígono industrial y has aparcado en una de esas aceras cochambrosas repletas
de condones usados y kleenex sucios, dejando que una de esas mujeres muertas de
frío, se acercara a tu ventanilla a negociar el precio de tus exigencias…
Tú, que en más de una ocasión y yendo en pandilla, te
has permitido incluso el chascarrillo “gracioso” para reírte, hacer la broma de
turno o despreciar directamente la presencia de una mujer prostituída, que
según tú, afeaba con su sola presencia la calle por la que transitas
habitualmente con tu familia o amistades, por el centro de Madrid…
Tú, que has visto el programa de este domingo de
Salvados, quizá acomodado en el sofá de tu casa, junto a tu pareja y/o mujer y
has tratado de disimular y hacer como que no sabes nada de que va este tema o
como si esto simplemente no fuera contigo…
Tú, padre de familia, que seguro que deseas lo mejor
para tus hijos y para tus hijas y que crees que haces todo lo posible y
necesario por educarles en igualdad, porque crees que con eso es suficiente
para cambiar el mundo…
Tú, querido hombre soltero, cuando te tomes una copa
en cualquier terraza, discoteca o bar donde acabes de conocer a una chica, ¿qué
le vas a responder cuándo te pregunte si tú alguna vez te has ido de putas?
Queridos hombres, contadnos qué vais a hacer a partir
de hoy…
Contadnos qué vais a hacer con todos vuestros
recuerdos de todo lo vivido a lo largo de vuestras vidas pasadas, contadnos que
vais a hacer hoy cuando salgáis de vuestro trabajo a vuestra hora habitual, a
tiempo de tomaros una copa en el “bar” que tú y tus compis de trabajo
frecuentáis con asiduidad, contadnos de qué manera vais a seguir mirando a los
ojos a tu pareja, y a la de vuestrxs hijxs, después de saber lo que sabéis a
día de hoy…
Contadnos si vais a ser capaces de seguir mirando a
los ojos a la próxima mujer a la que en un club, empecéis invitando a una copa,
con el objetivo de pasar después a la habitación de al lado…
Contadnos si vais a seguir ejerciendo vuestro papel de
“no persona”, pagando por usurpar un cuerpo, del que disponéis a vuestro
antojo, porque simplemente estáis pagando por ello y creéis que estáis en
vuestro derecho de hacerlo.
Contadnos si vais a ser capaces de volver otra vez a
consumir, comprar o directamente violar (a cambio de un módico precio) el
cuerpo de una mujer que ejerce la prostitución en contra de su libertad (sí,
digo libertad, no voluntad, porque la voluntad a veces está más cerca de la
necesidad y de la precariedad que de la propia libertad de decisión de cada una
de esas mujeres)…
Dime, dinos, de qué clase de hombre estaremos hablando
cuando estemos hablando de ti…
“…
Mírame a los ojos. Y escucha esto. Y aguántalo, porque tienes que aguantarlo.
Yo lo aguanté viviéndolo, tú tienes que aguantar y escucharlo. Ahora te he
hecho cómplice de mi lucha y tienes que responder ante ello…”
No te lo estoy diciendo yo.
Te lo está diciendo Amelia y las cientos de miles de
mujeres que están siendo a día de hoy explotadas y esclavizadas sexualmente
para tu capricho, antojo y entretenimiento…
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