RELIGIOSOS Y HOMOSEXUALES
Curas
y monjas con tendencia homosexual crean un grupo secreto para orar y entenderse
AMAYA LARRAÑETA
01.02.2012
20minutos
El grupo se llama 'Betania en colores' y se
reúne de forma clandestina en Madrid, los miércoles en un apartamento y los
sábados en una parroquia. Surge cuando más beligerante es la Iglesia con los
derechos de los gays. Comparten vida consagrada a Dios y una “tendencia
homo-afectivo-sexual”, que es como definen su homosexualidad vivida en
celibato. Sacerdotes, frailes y monjas ocultan su identidad en este reportaje
por temor a represalias del obispado y para no perturbar a sus congregaciones.
Glosario sobre cristianismo y homosexualidad. Pescadores de hombres,
Venerabilis... grupos de religiosos gays en Europa. "Si Dios me ha hecho
así será por algún motivo" | Testimonio de un sacerdote.
Como cada miércoles desde
diciembre, C. llega la primera al portal. Sube al primer piso y entra en el
apartamento de Lavapiés que sirve de sede clandestina a 'Betania en Colores',
una agrupación de religiosos cristianos creada para "conciliar su vocación
religiosa" y su "tendencia homo-afectiva-sexual". C. tiene 45 años
y es una monja lesbiana. Está consagrada a Dios -con los votos de obediencia,
pobreza y castidad-, pero no lleva hábito. Pertenece a un instituto de vida
secular de inspiración Paulina: "Más pistas no me parece prudente
dar", dice. El piso -40 metros y vacío- no es muy acogedor, pero sí un
lugar discreto. Se lo ha cedido V., un gay profundamente cristiano, impulsor de
esta agrupación y el único laico al que la comunidad permite el acceso a la
oración. Son casi las nueve de la noche y, poco a poco, va llegando el resto de
los miembros de Betania -nombre que hace referencia a la "aldea en la que
Jesús tenía buenos amigos"-. El número de asistentes a la liturgia fluctúa
por semanas, no menos de seis -los habituales- y no más de doce. Pertenecen a
distintas órdenes religiosas: franciscanos, jesuitas, misioneras, carmelitas...
Hay un seglar de una orden terciaria, una mujer de una prelatura personal, y un
misionero parisino, Jean. Casi todos rebasan la cuarentena y sin sotanas ni
hábitos todos pasarían por laicos, excepción hecha de una religiosa que viste
una falda azul marino tal vez demasiado larga. El origen de Betania La idea de
fundar la agrupación Betania surgió dos años atrás. V. acudía como portavoz de
Crismhom -una asociación cristiana por la diversidad sexual- a un encuentro
nacional sobre homosexualidad y catolicismo en Toledo.
Allí conoció a varios
religiosos y de sus charlas surgió "la necesidad de crear un espacio
propio, donde ellos pudieran fundir vocación y tendencia
homo-afectiva-sexual". Estos religiosos han vivido en el pasado su
identidad sexual "con vergüenza", "negación" y
"frustración", según explican en su carta de presentación. Unirse les
ha ayudado a comprender que su inclinación sexual, lejos de un "error,
pecado o cruz" es un "regalo de Dios" que da sentido y apuntala
su vocación. En el piso de Lavapiés, C. abre la puerta a J., el sacerdote que
preside sus celebraciones eucarísticas. J., que también viste de calle,
prefiere no hablar y pasa de puntillas por este reportaje. Teme ser apartado de
sus funciones por la Diócesis si trasciende que dirige el rezo y confiesa a un
grupo de religiosos homosexuales. La ceremonia se llama las Vísperas y dura
tres cuartos de hora. Es la oración que marca el diurnal, la misma que se reza
hoy desde Perú a Australia. En este salón con una decena de sillas dispuestas
en círculo en torno a una mesa en la que descansan dos iconos bizantinos (de un
cristo con su amigo y de una virgen con su niño) y las escrituras abiertas, el
cura tiene a gala hacer un uso no sexista del lenguaje. Siempre dice:
"Dios padre y madre". Tras los salmos y cánticos, el grupo pide por
las víctimas de agresiones homófobas y lamenta la última salida de tono del
papa Benedicto XVI, que ha dicho que los matrimonios homosexuales
"acabarán con la humanidad". Más homosexuales en la Iglesia La
Iglesia Católica califica de "conducta desviada" la homosexualidad y
veta a los que tengan una "profunda y marcada tendencia homosexual"
en sus seminarios desde que salieron a la luz miles de denuncias por abusos
sexuales en parroquias y colegios. Sin embargo "la representatividad gay
en la Iglesia (en torno al 30%) es superior a la de la sociedad (6-10%)",
informa Juan Antonio Férriz, portavoz de asuntos religiosos de la Federación
Española de asociaciones pro derechos LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y
Bisexuales).
La monja C. supo que a ella le atraían "más las chicas que
los chicos" a la vez que sintió "la llamada personal de Dios" al
estado religioso. "Fueron años de mucha confusión", reconoce.
"Dentro de la Iglesia, y en mi congregación en particular,el tema sexual
es tabú", añade para explicar por qué acude a Betania: "No tengo
crisis vocacionales, pero a veces necesito hablar, desfogarme, contar a alguien
mis dificultades". A ella le alivia saber que no es única, que hay
otros religiosos homosexuales. Los miércoles de Betania son una cita mitad acto
religioso, mitad terapia grupal. Tras la oración, una tortilla de patata y unos
refrescos sustituyen a los iconos litúrgicos sobre la mesa del salón. Los
religiosos toman un piscolabis y hablan en corrillos "de sus cosas más
personales", cuenta el impulsor de estos encuentros, V. Entre otros temas,
hablan de cómo lidian en su día a día con la homosexualidad en el seno de una
Iglesia que no los acepta. Los religiosos homosexuales de Betania confiesan que
sufren los "reproches" cada vez más constantes por parte de la
jerarquía católica española contra los derechos de los gays. "Me
duele mucho porque esas declaraciones no se basan en una mera opinión, sino
que están cargadas de odio, violencia y rechazo y el cristianismo predica lo
contrario: amor, acogida, perdón", se indigna C., que destaca la férrea
determinación de los cristianos homosexuales de seguir formando parte de la
Iglesia. Jean es un monje que ha venido a estudiar a Madrid, antes de marcharse
de misiones a África. En Francia pertenece a una agrupación parecida a Betania,
de nombre 'Pescadores de Hombres'. Jean se acepta como "religioso
gay" y participa activamente en todas las citas de esta agrupación. Él
presiente que la jerarquía francesa habla menos de homosexualidad que la
española y reprocha a la curia romana que hable "tanto de homosexualidad y
tan poco de crisis, desigualdades, desastres ecológicos, pobreza... eso sí son
pecados que claman al cielo y no que Pedro ame a Antonio", dice. El voto
de castidad Carmen también viene a Betania. Tiene 47 años y es miembro
"agregado" de un instituto secular de la Iglesia católica "de
nombre en latín" a la que prefiere referirse como "la institución".
Cuenta que mantiene, "en secreto, claro", una relación con otra mujer
desde hace ocho años. "Vivo una doble vida, entre una vocación de entrega
a Dios y una tendencia homo-afectiva que es causa de una gran tensión". Lo
ha pasado francamente mal. Ha estado al borde del suicidio, pero en Betania ha
encontrado "un espacio de paz". El pecado no es un tema del que se
hable mucho en Betania, confiesa el impulsor de la agrupación, V. En general,
los religiosos se mantienen firmes en su voto de castidad. "Independientemente
de si un día fallan, que entonces se levantan y siguen", explica. Pero
entre ellos tampoco existe una visión monolítica del celibato: "Hay una
monja intentando entrar en el grupo que defiende que ella es religiosa de
corazón, más allá de que haga esto o aquello. Nadie va a juzgarla..., pero por
el momento no está en Betania". Pese a su corta vida, la agrupación ya ha
recibido numerosas solicitudes de acceso. En su mayoría de exreligiosos que
dejaron sus respectivas órdenes tras reivindicarse como homosexuales. Pero Betania
avanza despacio. "No queremos crecer por crecer", explica V. "Si
eres religioso y tienes condición homo-afectiva-sexual y quieres entrar,
primero debes llevarlo a oración durante cierto tiempo y si el Espíritu Santo
te sigue pidiendo acercarte, ponte en contacto y ten paciencia" hasta que
la agrupación haya dado su visto bueno, sugieren en su web. La clandestinidad
Betania necesita perdurar en la clandestinidad para rezar por los gays y las
lesbianas. La visibilidad y la reivindicación de los derechos LGTB es una lucha
que dejan en manos de las 19 asociaciones de fieles cristianos
homosexuales que hay en España, como Crismhom, y de una emergente teología
'queer'. "No creo que pudiéramos mostrarnos públicamente sin riesgo de ser
amonestados por nuestras comunidades. Suena duro, pero así están las cosas en
la Iglesia de Madrid", se justifica, apenada, C, que mantiene en secreto
su homosexualidad en el seno de su congregación por "no preocupar a mis
hermanas", dice. El sábado es la segunda cita de la semana para los
miembros de Betania. Esta vez acuden a una parroquia de la capital y ni
siquiera V., el laico del grupo, tiene permiso de entrada. Aprovechando que el
cura principal se ausenta ese día, acceden a una capilla pequeña y, en el más
íntimo secreto, celebran una Santa Eucaristía, seguida de un rato de Acción de
Gracias que culminan con un desayuno. Todo antes de regresar, cada uno y cada
una, a sus comunidades para seguir con sus tareas cotidianas. Otras imágenes
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