Los niños merecen
conocer toda la verdad sobre el sexo, placer incluido
ElHuffPost
26/10/2018
Allison
Carter, HuffPost Canada Colaboradora
Durante mi infancia, casi todas las lecciones que
recibí sobre sexo en el colegio hacían hincapié en sus peligros
físicos, como las infecciones transmitidas y el riesgo de embarazos no
deseados. Era posible retrasar estas consecuencias, según me decían mis
profesores y mis padres, si esperaba hasta el matrimonio.
No recuerdo haber aprendido nada
sobre las implicaciones emocionales del acto sexual, ni sobre cómo identificar
y expresar el deseo y el consentimiento (es decir, sexo consentido y deseado
por todos los participantes) ni tampoco sobre ser consciente de mi propia identidad
y mi cuerpo, incluido aquello que me aporta placer.
Si lo pienso, veo que recibí una
educación contra el placer.
Aunque muchos países de todo el
mundo están intentando modernizar la educación sexual y sobre relaciones que
reciben los niños, el mensaje, en muchos sentidos, sigue siendo el mismo. El
sexo no es un aspecto sano de la vida y, desde luego, no está hecho para ser
disfrutado. La sexualidad es peligrosa.
Como
consecuencia, gran parte de la información que reciben los jóvenes tiene el
objetivo de preservar su salud sexual. Sin embargo, cada vez está más
claro que lo que necesitan los jóvenes es más información para fomentar su
salud sexual.
La falta de una educación sexual
centrada en el placer hace que muchos jóvenes estén poco preparados para
gestionar de forma adecuada el panorama sexual actual. Al hablar de placer, no
solo me refiero al placer que da el sexo, sino también a la felicidad que nos
aporta nuestra identidad como seres sexuales y en nuestras relaciones con otras
personas; en otras palabras: felicidad física, emocional y psicológica en lo
referente a la sexualidad.
El discurso
del placer se les niega especialmente a las jóvenes y a las mujeres en general.
Por ejemplo, a muchas mujeres se les enseña a creer que el sexo doloroso es lo normal y que deben concebir su propio
placer como subordinado al de sus parejas sexuales. En este contexto, el sexo poco satisfactorio es demasiado común.
El discurso del placer se les niega
especialmente a las jóvenes y a las mujeres en general.
Christopher Fisher, profesor
asociado de la Universidad La Trobe (Australia) coincide en que es necesaria
más educación sexual centrada en el placer. "Los jóvenes con los que
hablamos en nuestros estudios son conscientes de que su educación sexual en el
colegio no les cuenta toda la verdad sobre el sexo, especialmente en lo
referente al placer, y les gustaría conocer toda la verdad", comenta el
doctor Fisher.
Los
investigadores de La Trobe han realizado cinco encuestas nacionales entre
estudiantes australianos desde 1992. En su último informe, uno de los más
exhaustivos de este tipo, el 50% de los estudiantes afirmaba haber practicado
sexo a los 17 años o antes. El 54% había recibido un mensaje de texto sexual
explícito. El 25% de los estudiantes sexualmente activos había tenido una
experiencia sexual indeseada. El 50% expresaba una insatisfacción significativa
con la educación sexual de sus colegios.
Las
investigaciones realizadas en Canadá pintan un panorama similar sobre la
conducta sexual estratificada de los jóvenes: el 66% de los jóvenes de entre 15
y 24 años ha practicado sexo; el 40% de los jóvenes de entre 16
y 20 años ha enviado uno o más mensajes
sexuales; el 80% ha tenido problemas sexuales. Las preocupaciones más comunes
entre las jóvenes son la falta de orgasmos (59%), la baja satisfacción sexual
(48%) y el dolor (47%).
Con estadísticas como estas y
teniendo en cuenta que el sexo parece estar por todas partes, es irónico que en
pleno 2018 siga existiendo semejante inquietud y temor al hablar de forma
abierta y general sobre el sexo en los colegios, sobre todo sabiendo que
"los jóvenes identifican los colegios y a los profesores como una de sus
fuentes de mayor confianza para obtener información precisa sobre el sexo, la
sexualidad, la salud sexual y las relaciones", según el doctor Fisher.
Con temas relativos al placer, como
el consentimiento, la expresión de género, la masturbación y el envío de
mensajes de contenido sexual, tan debatidos en la actualidad, deberíamos
recurrir a las pruebas científicas —y no a la ideología— con el fin de dar
forma a una educación sexual completa.
Un buen ejemplo son los Países
Bajos, país reconocido por tener uno de los temarios escolares más progresistas
del mundo. Los niños neerlandeses aprenden a designar correctamente sus
genitales a los 7 años y se les enseña que la masturbación es un modo normal y
sano de descubrir el cuerpo de cada uno. También aprenden sobre identidad de
género, orientación sexual y diversas convenciones sociales que pueden llevar a
conductas y deseos sexuales socialmente adquiridos. En su enfoque se pone más
énfasis en el lado positivo del sexo y en los derechos sexuales de los jóvenes.
Deberíamos recurrir a las pruebas
científicas, y no a la ideología, para dar forma a una educación sexual
completa.
Investigaciones
empíricas basadas en el modelo neerlandés sugieren que los adolescentes y los
jóvenes así experimentan menos las consecuencias negativas del sexo y más las
positivas. Los neerlandeses menores de 25 años, por ejemplo, solo suponen el
10% de los nuevos casos de ETS de su población, mientras que en
Canadá, la tasa de clamidia, gonorrea y sífilis son mayores en este grupo de
población que en ningún otro. Los neerlandeses adolescentes tienen también una
de las tasas más bajas de embarazos y abortos de todo el mundo. Además, los
jóvenes más activos sexualmente de los Países Bajos aseguran que el sexo les resulta placentero (entre el 90% y el 94%), unos
resultados que no varían en función del género. La comunicación sobre las
prácticas sexuales que gustan o que no gustan suponen posteriormente un mayor
placer sexual.
En otras
palabras, cuando la educación sexual es exhaustiva, el sexo no solo se vuelve
más seguro, sino también más placentero, lo que está directamente relacionado
con una mejor salud física y mental y deriva en un mayor bienestar.
Según el doctor Fisher, en el caso de los adolescentes
de más edad sexualmente activos, los que afirman tener en mejor consideración
su última experiencia sexual tienen también una mayor tendencia a conversar con
su pareja sexual sobre evitar embarazos y ETS antes de iniciar la actividad
sexual. Los encuentros sexuales más felices también se han relacionado con una mayor
autonomía entre las mujeres. Cuanto más puedan las mujeres controlar
su vida sexual, junto con los esfuerzos para terminar con la brecha de género y
de poder, menos probabilidades habrá de que haya sexo
no deseado.
Por tanto, empoderar a los jóvenes mediante la
educación sirve para reducir el riesgo de violencia sexual de género y para promover un cambio
positivo en la sociedad.
La educación
sexual basada en el placer y enfocada de forma apropiada en función de la edad
es importante para la salud y el desarrollo de los adolescentes. Es hora de
dejarnos de politiqueo con la vida de los jóvenes y empezar a fomentar una
educación que tenga en cuenta todas las posibilidades del placer.
La doctora Allie Carter lleva una década dedicándose a la
investigación para progresar en temas de salud sexual y derechos de las
mujeres. Actualmente imparte seminarios sobre salud sexual en la Universidad de
Nueva Gales del Sur. Ha publicado más de 30 artículos científicos y su trabajo
ha aparecido en medios como CBC, CTV, The Star o Ravishly. Puedes seguir a Allie en
Twitter e Instagram (@DrAllieCarter).
Este post fue publicado originalmente en Find Your Pleasure, apareció posteriormente en el
HuffPost Canadá y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.
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