En Cannes, o enseñas tu cuerpo o te quedas en casa
Publicado:
17/08/2016
Un decreto firmado por el alcalde de Cannes prohíbe a las personas que lleven una vestimenta
"ostentosa" y "religiosa" el acceso a las playas
y zonas de baño. Y todo en nombre de la tan preciada laicidad.
En realidad, la laicidad consiste en
que el Estado sea neutral, al tiempo que la población mantiene su derecho a
expresar sus opiniones religiosas con total libertad. Bueno, al menos en
teoría.
Lo cierto es que este decreto se
dirige especialmente a las mujeres de confesión musulmana y, más concretamente,
a las que han decidido adoptar una vestimenta pudorosa.
Hace unos años, y con la intención
de poder integrarse en el paisaje público, estas mujeres crearon un bañador que
cubre todo el cuerpo y que se conoce como burkini.
.
Para entender la decisión del
alcalde de Cannes, cabe preguntarse cuál es su principal argumento. Para el
alcalde, se trata de prohibir "las prendas ostentosas que hacen referencia
a una adhesión a movimientos terroristas que nos declaran la guerra". Esta
justificación es la que motiva el veto.
De ahí se puede extraer que una
mujer de fe musulmana que lleva velo y cubre su cuerpo está mostrando lealtad
al Estado Islámico y es, por tanto, enemigo de Francia.
¿Y de dónde puede proceder esta
información? ¿Cómo el alcalde de una ciudad tan grande y con tanta riqueza
cultural puede permitirse expresar esta idea con tanta facilidad? ¿Qué
especialista en grupos terroristas o en el islam asocia una vestimenta a la
adhesión al terrorismo? Nadie.
.
Es evidente que el alcalde debe
informarse sobre los motivos de los atentados en Francia, las personas víctimas
de estos crímenes y la implicación del Gobierno francés en esta guerra moderna.
No, no se puede aceptar la idea de que el hecho de
llevar velo o de decidir enseñar lo que se desee es una prueba de fanatismo.
Si este señor hubiera tenido la
inteligencia de estudiar el tema, se habría dado cuenta de que las primeras
víctimas de los terroristas son los propios musulmanes, ya sea en Siria, Irak o
incluso en Francia.
De hecho, los civiles musulmanes
también son asesinados por las intervenciones militares de Francia y de los
demás gobiernos implicados en la guerra en Siria.
No, no se puede aceptar la idea de
que el hecho de llevar velo o de decidir enseñar lo que se desee es una prueba
de fanatismo. No, esta decisión procede de la libertad de ponerse lo que a cada
cual le parezca bien.
¿Cuándo se empezará a respetar a los
ciudadanos musulmanes en Europa y a considerarlos como ciudadanos de pleno
derecho? ¿Cuándo se dejará de marginar a millones de ciudadanos europeos de
confesión musulmana, en especial a las mujeres?
Ya va siendo hora de empezar a
considerarlos como ciudadanos de pleno derecho, ya que no están en Europa por
caridad, ya que pagan sus impuestos como todo el mundo y se implican en la
sociedad (cuando se les permite) como cualquier otro ciudadano.
¿Para cuándo un tratamiento digno
para los ciudadanos de fe musulmana? El terrorismo no es algo exclusivo de las
familias musulmanas; el terrorismo es la expresión de una generación cegada por
la violencia, algo que confirman los especialistas en la cuestión.
El artículo 9
del Convenio Europeo de los Derechos Humanos es bastante claro en
cuanto a la libertad religiosa: "Toda persona tiene derecho a la libertad
de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica la libertad
de cambiar de religión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su
religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en
privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de
los ritos".
El Colectivo contra la Islamofobia
en Francia va a recurrir el decreto, y veremos qué dice la justicia con
respecto a estas delirantes afirmaciones y a esta decisión discriminatoria que
se dirige a una minoría de este país: a los musulmanes; concretamente, a LAS
musulmanas que llevan velo. Parece que los Derechos Humanos no son algo dado
para todos, así que habrá que ganárselos con dignidad.
Este post fue
publicado originalmente en la edición magrebí de 'The Huffington Post'
y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano
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