Sinopsis
Hace algunos años ciertos usos y costumbres estaban
muy arraigados en este país. Quizás uno
de los más populares giraba alrededor de las bodas donde cada colectivo
(amigos, familiares, compañeros de trabajo…) cumplía un determinado objetivo. Todo
el mundo sabía que antes de la boda los amigos del novio le llevaban de putas.
Era una especie de bautismo de fuego…de bautismo sexual….como levantar acta con
certificado de garantía de la masculinidad del contrayente.
La muchachada, para ayudar a la pareja
económicamente, durante el banquete “vendía” a trozos la prenda más íntima de
la novia: las bragas.
Generalmente casi siempre llevaba unas de repuesto
en el bolso que “regalaba” para estos menesteres aunque según que sitios, sobre
todo en los pueblos o barrios, las chicas se encargaban de quitárselas para que
los chicos las fuesen cortando a pedazos y a tanto la pieza.
En estos casos nunca fallaba el gracioso que se
llevaba el trozo de tela a la nariz mostrando un gesto de satisfacción por el
perfume que se presumía emanaba.
Con el novio era la corbata. Unas veces se deshacía
de ella y otras se la iban cortando sobre la marcha sin quitársela del cuello.
Lo hacían con los utensilios más diversos, es decir con todo aquello que
cortase y tuviesen a mano o con algo premeditado con anterioridad.
Esta fue una de esas bodas…basada en hechos reales.
La boda
No sabe muy bien
como ha llegado hasta allí. Se encuentra sentado en una cama que no es la suya
y todo le da vueltas. Ha bebido en exceso, no reconoce la habitación que tiene
demasiados espejos y esa luz roja que le molesta los ojos no es de su entorno habitual.
Escucha el estruendo, en su cabeza, de una cisterna cercana que se vacía, un
grifo que expulsa el agua con fuerza y el chapoteo característico de una mano
haciendo sus abluciones. Una puerta entreabierta emite un haz de luz blanca que
le acaricia los pies. Los mueve para asegurarse que son los suyos, produciendo
sombras intermitentes y le hace gracia. Arruga repetidas veces la nariz
intentando descifrar ese olor tan penetrante que lo inunda todo. Una mezcla de
perfume abrasador, desodorante, ambientador, carne humana y el humo de algún
cigarrillo rubio enrarece el ambiente y lo impregna con una pátina que forma
parte del decorado. Se perfila bajo el dintel
una sombra humana que le habla:
-Vamos nene,
ahora te toca a ti.
-Sí...sí
señora...- acierta a balbucear.
La semana fue muy dura, hasta el último minuto estuvo
trabajando en la charcutería. Su jefe le había hecho un regalo, un buen regalo.
Aquella misma tarde le llevaron de una casa muy conocida una tele en color,
pero su permiso empezaba el lunes y tuvo que colgar el último pedido de
jamones, ciento cincuenta, antes de cerrar la tienda. Y pincharles uno a uno la
sombrilla invertida para el escurrido.
Es una mujer de busto generoso, enfundado en un gran
sostén, caderas de jaca jerezana con un Monte de Venus arrasado del que no
puede apartar la mirada y le deja con la boca abierta.
-Venga niño, que
no podemos estar aquí hasta mañana.
Quítate los pantalones.
Obedece con
cierta rapidez pero torpemente, hasta el punto de tener que sujetarlo cuando al
levantarse se le queda el pie enganchado con el cinturón.
-No tengas
miedo, cielo...
-Sí señora... digo no, no señora...
Se acerca al lavabo y le agarra con destreza el
miembro alicaído. Le baja la piel y se lo riega con abundante agua,
eliminándole los restos de esperma que lleva bajo la seta del bálano de
poluciones anteriores.
-Chaval cuando
te corras debes descapullar y luego lavarte bien.
No llega a pronunciar palabra, se deja llevar por la
sabiduría de la profesional que mastica chicle mientras desarrolla su labor con
mucha habilidad y precisión. Le seca con una toalla limpia, separándole los
faldones de la camisa, dando un aspecto de lo más desolador con los calcetines
y los zapatos puestos.
-Túmbate y
déjame hacer a mi.- le quita la camisa y lo descalza quedándose totalmente en
porreta a excepción de los pies. El
no aparta la vista del sexo calvo, una raja abultada entre los muslos, que ve
por primera vez.
Trajeron muchos regalos aunque en el piso donde irán
a vivir falta por colgar alguna lámpara, no les han llevado la cocina de
butano, ni el colchón de matrimonio. Le quedará mucho trabajo al regreso del
viaje de novios, una semana en Palma de Mallorca si su hermano ha ido a recoger
los billetes a la agencia. No sabe si la salida será desde Alicante o tendrán
que viajar hasta Valencia. Por lo menos lo del restaurante ya está arreglado,
el menú dejará satisfechos a los invitados: entremeses con cerveza, agua, refrescos...
luego el marisco, cigalas y langostinos con vino blanco de la tierra, el
redondo de ternera con tinto, helado, la tarta nupcial y champaña. Cava. Puros,
coñac, anís para las mujeres y tabaco rubio, con el regalito de la madrina. Su
madre ya tiene desde hace varias semanas un elefantito de cerámica con un lazo,
la etiqueta con el nombre de los novios y la fecha.
Suelta los corchetes del sujetador y saltan los pechos
al librarse de sus opresoras cazuelas. Sin deshacerse del chicle introduce el
miembro dormido en su boca intentando darle prestancia, pero a pesar del
esfuerzo, aquello no se levanta. Medio incorporada se sujeta los senos con las
manos y los mueve con fruición
aprisionando el pene que ha colocado en la regata. Tampoco da resultado y empieza
a mosquearse. Escupe la goma de mascar, como señal de que este es un caso
difícil y hay que poner toda la carne en el asador. Arrodillada encima de su
pecho, se abre la vulva con los dedos y
coloca la herida luminosa en la boca del muchacho que en un primer instante le
llega a faltar la respiración.
-Toma nene, mi pequeño tesoro, mi trocito de cielo...
Con los muslacos taponándole las orejas no entendió
bien si decía “trocito de cielo” o “tocinito de cielo”.
Comienza un
movimiento ondulante de caderas, restregándole el clítoris en la nariz. Tal vez
se ha precipitado y no agotó los momentos preliminares de precalentamiento por
lo que tampoco llega el éxito. Desiste y empieza de nuevo por el principio. Lo
lleva al lavabo pero ahora le mete la cabeza bajo el grifo. Se resiste y al
cabo de unos instantes, con el pelo chorreando, salta hacia atrás cayendo en el
suelo sentado. Ella de pie, abre las piernas y orina con placer encima del
cliente que recibe la lluvia de oro sin perderse el espectáculo de un sexo femenino
adulto y afeitado, miccionando sobre su rostro. Desde tan selecto ángulo la perspectiva es
alucinante. Jamás pudo imaginar una raja
hinchada entre las ingles con unos muslos enormes que se levantan como
columnas, el vientre abultado y los pechos enormes entre los que aparece
reducida la cara de la mujer que ríe a carcajadas. Siempre había creído que las
señoras meaban en abanico.
Entre los muchos regalos había alguno muy colorista.
Las amigas de su novia hicieron el encargo a la panadera que se esmeró en
preparar con la pasta amasada del día, una gran vulva de labios menores muy
señalados, con espectacular clítoris de largo astil, prepucio recogido y glande
sobresaliendo por la parte superior entre los labios externos, a los que con
una navaja fue propinando cortes hacia fuera que parecían rayos de luz o pelos y pendejos de un bosque de Venus grande
pero sin demasiada espesura.
Con el otro sexo resultó algo más sencillo. Empleó
casi medio kilo de masa solo para el pene erecto y circunciso, de bellota
escalofriante. Dos enormes bolas en la parte trasera completaron la obra. La
levadura y el horno se encargaron de que el pan creciese lo necesario.
El
berbiquí, ya se veían pocos, no sabía
quién o quienes lo habían llevado
pero podía ser de mucha ayuda a la hora
de hacer el agujero, según rezaba en una etiqueta que colgaba de la
herramienta.
-Mira nene vamos a dejarlo estar. Tus amigos me han
pagado pero tú estás muy nervioso para que se te empine o llevas demasiado
alcohol en el cuerpo, o las dos cosas, y tu hermanito pequeño se ha dormido. Ya
les diré que has cumplido como un hombre y no te preocupes, esto del gatillazo
ocurre con mucha frecuencia, incluso con los abstemios.
-Sí señora...
gracias señora...
-Gracias a ti cariño, nadie me llamaba así desde... ya
no recuerdo. Que seas muy feliz. ¿Cuándo es la boda?
-Mañana.
-¿Mañana? ¿Y
haces la despedida de soltero, hoy? Anda vete a casa a dormir y ya verás como
con tu novia todo es diferente. Dame un beso cielo, acuéstate y descansa.
Le coge la cabeza con las manos y le besa en los
labios.
Sabe que habían cenado muy bien en el bar del Tomás
pero su mente está confusa y no puede
recordar todos los pasos que han dado.
La brisa nocturna le refresca la cara cuando sonríe a sus amigos que le
están esperando en la puerta, le dan abrazos, palmadas en la espalda y le
meten la botella del güisqui en la boca
hasta el gollete.
-Por lo que has tardado te la has debido
de follar por lo menos tres veces...
-Joder macho, con una tía así, ¿verdad?
-¿Por qué no entramos ahora los cinco?
Nos hará un precio especial.
-Jo, no tiene bastantes agujeros para
que se la metamos todos a la vez...
-Haremos otra cosa... se me ocurre...
Cuchichean separándose unos pasos del
amigo para que no les oiga y estallan en carcajadas.
-Sí,
vamos.
-Vamos, vamos...
El
piso no es muy grande, aproximadamente noventa metros cuadrados habitables,
pero más que suficiente. Estaban pagando
cantidades a cuenta durante varios años hasta la entrega de llaves, hace apenas
un mes. Fue colocar algunos muebles y fijar la fecha de la boda. El préstamo hipotecario es para veinte años, a
interés variable, lo que les permitirá ir pagándolo poco a poco, sin agobios,
tomándolo como una inversión.
Duerme apaciblemente cayéndole la baba por la comisura
de los labios. Está amaneciendo y ya se aprecia en el horizonte, a través de la
ventana del departamento, como se va iluminando el cielo y los postes del
ferrocarril parece que son los que se mueven. Acompaña el sonido característico
de las traviesas al paso del convoy
Es su madre la primera en darse cuenta que todavía no
ha regresado. Empieza a preocuparse. Llama al esposo y a su otro hijo. Tendrían
que avisar a sus amigos. Seguro que les ha pasado algo. Tranquilos, no
empecemos a ponernos nerviosos antes de hora.
El tren ha
llegado al final del trayecto. Abre los ojos pero le cuesta trabajo aceptar que
está despierto. Baja la ventanilla y se asoma. Ve a la gente que va de un lado
a otro y siente un fuerte dolor de cabeza, la boca reseca y las manos
pegajosas. Está en una estación de ferrocarril, no cabe duda, pero, ¿dónde?
Parpadea y puede leer a lo lejos:
VALENCIA TERMINO.
-No puede ser...
Se deja caer
abatido en el asiento. No entiende nada. Está a 300 km de su casa y no sabe
nada más. Le parece un mal sueño.
Era
fácil entrar en la iglesia a esas horas tan intempestivas. Algunas imágenes de
ojos desorbitados les miran cuando pasan en dirección a la sacristía. Allí está
el armario con los trajes que se ponen para las procesiones de Semana Santa.
Encienden la luz y eligen el que les parece más apropiado.
-Venga, hay que desnudarlo.
Empieza
a recordar y un escalofrío le deja paralizado. No sabe muy bien que hace allí
pero tiene la impresión de que no es el lugar donde debe estar. Vuelve a mirar
su entorno, el típico departamento de tren con seis asientos enfrentados tres a
tres, pero no ve a nadie. Han bajado todos pero él no sabe todavía donde tiene
que ir ni lo que debe hacer. Le da un repelús y se frota los brazos
percatándose entonces de que va ligero de ropa. Está a punto de que le dé un
síncope.
Le han dejado dormido y borracho como una cuba en uno de los bancos de la iglesia. Entre
todos le quitan la ropa y le ponen el nuevo traje sin demasiado esmero.
Consiguen con mucho esfuerzo meterle en el coche.
-Arranca, arranca de una vez.
Conduce con mucha dificultad, el que aparentemente va
más sereno, sin conseguir detener el coche en ningún stop ni respetar señal de
tráfico alguna. Por fin llegan a la estación.
-¿Cuándo pasa el primer tren?
-Dentro de diez minutos.
-Ese es el nuestro.
De romano, lo han vestido de romano y tiene frío
porque se olvidaron de ponerle los calzoncillos. Se entretuvieron con las
cintas de las sandalias que le llegan hasta las rodillas pero le dejaron sin la
prenda interior que le quitaron junto con los tejanos. Unas tiras de cuero como
falda y el culo al aire. Gracias a la clámide un poco grande, tal vez no corresponde a la misma talla del
resto de la vestimenta, se puede tapar ligeramente.
Han
dado la voz de alarma. El novio no aparece por ninguna parte. Los amigos están
durmiendo y no saben nada. Siguen medio borrachos. Mejor que la novia no se
entere. Llamadas a hospitales, comisarías de policía, puestos de la Guardia
Civil... No hubo ni accidentes ni altercados, ha sido una noche muy tranquila.
Le
entran ganas de vomitar. Fuertes arcadas y echa hasta las entrañas. Se queda algo más
tranquilo pero se le enciende una luz en el cerebro y da un
grito:
-¡Si me tengo que casar...!
Salta del tren parado y pregunta a un
empleado de Renfe:
-.Oiga ¿qué hora es?
Le mira extrañado sin atreverse a llevarle
la contraria y le dice:
-Las... las 9.
Sale corriendo de la estación ante
el asombro de todo el mundo, en busca de un taxi. En el punto le miran con
recelo.
- Por favor... me tiene que
llevar... porque me caso a la una.
Pero no tengo ni un duro, le pagaré cuando llegue. En la despedida de
soltero... El tercer taxista al que le
cuenta su desventura se descojona con la increíble historia y se pone en
marcha. Invitados, padrinos, la novia y
el cura no pueden disimular la impaciencia cuando un taxi con matrícula
de Valencia acaba de parar en la puerta.
-¡ -¡Ya
está aquí!
S Será una boda de la que se hablará durante varias generaciones. Y no precisamente por la vestimenta del novio.
-
. - Sí quiero.
A Antes de ir al banquete su hermano le
proporciona ropa y en el mismo coche de bodas se cambia. Le ha traído el traje
que no ha podido lucir en la ceremonia
pero no encontró la corbata. Le deja una
suya que se ha puesto solo tres veces y
ya lleva el nudo hecho. Se la mete por la cabeza.
-
Oiga- le dice al taxista-¿cuánto le debo?-Nada, es mi regalo
de boda. -Pues tiene que venir a comer con nosotros. Cerca
de trescientos son los invitados, convenientemente distribuidos en mesas
redondas. En la de los novios, rectangular, los padrinos, los padres, hermanos
y la abuela de la novia. Al final, en una pequeña tarima, tres músicos y una
animadora están preparados para iniciar su actuación en cualquier momento. Uno
toca el órgano, da la pauta, dos acompañan con la guitarra y la chica de gran
escote y minifalda cantará o tarareará las canciones. Según se tercie.
Lo Los camareros inician su desfile entre
los comensales, cargados de platos que van colocando en las mesas.
-¡Vivan los novios!
-¡Vivaaaaaa!
-¡Que se besen,
que se besen, que se besen...!
La velada
transcurre dentro de los cánones establecidos y el modelo al uso. Varias amigas
de la novia se acercan, rodeándola.
-¡Vivan los padrinos!
-¡Vivaaaaa!
-¡Que se besen,
que se besen, que se besen...!
Forman un
círculo cerrado mientras se levanta el traje y se quita la prenda íntima blanca
de encaje. Una de ellas la coge y la agita en el aire como un trofeo.
-¡Aquí están
las bragas de la novia!
Fuertes aplausos cuando inician un recorrido por la
sala cortando trocitos que los asistentes van comprando.
-¿A ver cuánto me dais por cinco mil pesetas?-
dice uno que ya va algo cargado ante la mirada asesina de su esposa que intenta
esbozar una fría sonrisa- De la parte de abajo, que sea de allí...
Grandes carcajadas cuando se lleva el
trozo de tejido que acaba de adquirir a la nariz y aspira con los ojos cerrados
como si se tratase de un delicado perfume.
Mientras, los amigos del novio, los cinco
que le llevaron de putas, aquellos que le vistieron de romano y lo metieron en
un tren, se cogen de los hombros formando
un corro y se hablan al oído por
la algarabía que impera en el local.
Los músicos
empiezan a tocar y la vocalista minifaldera se aferra al micrófono con cierto
erotismo y canta:
-Guantanamera, guajira
guantanamera....
-¡Que si la has
traído...!-dice uno de los cinco gritando.
-¡Claro, la tengo aquí debajo de la
mesa!- responde otro
-¡Pues ahora, arráncala ahora!
Tira
de la cuerda y la motosierra empieza a rugir y a echar humo. Con aquel estruendo se acercan a
la mesa de los contrayentes.
-¡La corbata, hay que cortarle la corbata...!
Todos intentan
apartarse y algunos no lo consiguen formando un pequeño tumulto que hace que,
el portador de la pesada herramienta pierda el equilibrio apoyando el extremo
de la sierra en el cuello del novio al que le siega la cabeza y se la deja
colgando. La lengua de la muerte bordeada con decenas de finos y afilados
cuchillos enloquecidos le ha dado un profundo lamido. El cuerpo decapitado da
un paso mientras de la yugular, cortada de cuajo, salta un chorro de sangre por
los aires, yendo a caer de bruces en el suelo. El vestido blanco de la novia
queda impregnado salpicándole la cara que se cubre con las manos mientras grita
desesperada. El novio se desangra
rápidamente con la cabeza separada del tronco.
Muchos no se han enterado y continúan
comiendo y bebiendo con la música de fondo del conjunto Agua Mineral Natural Sin Gas
y su cantante minifaldera moviendo las caderas sin apartar lo más mínimo el
micrófono de su boca:
Guantanamera, guajiraguantanamera...guantanamera...guajiraa
guantanameraaaaaaa.. Yo soy un
hombre sincero. -dice la pseudocantante imitando a Celia Cruz- De donde crece la palma
Y antes de morirme quierooooo
Echar mis versos del alma
Guantanamera, guajira Guantanameraaaaaa…
Y antes de morirme quierooooo
Echar mis versos del alma
Guantanamera, guajira Guantanameraaaaaa…
Luis Viadel
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