Público
25-8-16
Luis Gonzalo Segura
Jorge
Fernández Díaz no sale de una para meterse en otra, aunque poco parece
importarle. Si él no evidencia la más mínima preocupación por su conducta,
en el Partido Popular no parecen plantearse una decisión drástica.
Por el contrario, parecen sentirse confortables con los escándalos, lo que
ha provocado que algunos se planteen si los estos les generan un rédito
electoral. Incluso algunos afirman que en las últimas elecciones el PP estuvo a
dos o tres escándalos de la mayoría absoluta… ¿Tendrán razón?
El último
disparate en el ministerio del Interior ha sido una riña entre altos
mandos de la Policía Nacional y la Guardia Civil que ha terminado con un “en
mi despacho mando yo”. Como si de niños se tratase. Dado que no hubo consecuencias tras la
matanza en la playa de El Tarajal, entiendo que nada ocurrirá en
esta ocasión.
Por desgracia, no es el primer
altercado ni será la último puesto que el ministerio del
Interior es lo más parecido a un psiquiátrico, lo que tiene mucho que ver con
el ministro. Antes de esta disputa hubo otras muy
sonadas (“Bronca en Interior: la Guardia Civil acusa a la
Policía de vetarla en reuniones europeas”, 07/02/2016; o “La histórica lucha de poder entre armas continúa”, 04/02/2013).
Jorge Fernández
Díaz, un ministro franquista 1.0
Del ministro del Interior se ha
hablado mucho, entre otras cosas, porque es muy del gusto de protagonizar
altercados y dar muestras constantes de delirios, enajenaciones
y negligencias. En su carrera profesional hay un poco de todo, aunque si
destaca por algo es por ser un franquista de manual, de la primera versión del
Franquismo, la 1.0, esa que carece de evoluciones y maquillaje. Es de los
que no se oculta.
Hijo de franquista y hombre familiar
Jorge nació en el seno de una
familia franquista cuyo padre, Eduardo Fernández Ortega,
fue teniente coronel y Subinspector Jefe de la Guardia Urbana en Barcelona. Los barceloneses guardan un
recuerdo imborrable de aquella época por el exquisito trato dispensado
El joven Jorge no tardó mucho en
llegar a la cumbre, pues en 1978 se convirtió en Delegado de Trabajo
en Barcelona. Lo primero que hizo fue trabajar con denuedo para satisfacer la
obligación recién adquirida de encontrar trabajo a sus conciudadanos, por
ello colocó a dos hermanas (Isabel
y Carmen), un hermano (Francisco José), tres cuñadas, su esposa y una prima de
esta. Y eso que
no era una buena época para encontrar trabajo porque España cuadruplicó el número de desempleados
entre 1976 y 1983.
Así pues, con solo 28 años daba
comienzo una meteórica carrera profesional al servicio de su familia que
rubricaría casi en la edad de jubilación al construir un cuartel de la Guardia
Civil donde nació su padre y todavía veranea su madre. En mitad de una crisis
económica sin precedentes y con los guardias civiles sin chalecos antibalas y
sus coches cayéndose a pedazos no encontró inconveniente en dilapidar más
de un millón de euros en un nuevo homenaje familiar. La familia es lo primero,
ya se sabe
Dios acudió a su encuentro
El ministro tuvo claro que no había
nada por delante de la familia hasta que su vida cambió a principios de los
años noventa. Todo ocurrió en un viaje a Las Vegas, la Ciudad del Pecado.
Hay quien pierde la cabeza o la fortuna, quien se casa y al poco tiempo se
divorcia, quien sufre un terrible resacón… Jorge encontró a Dios en Las Vegas y este le debió susurrar
en una de sus múltiples conversaciones (de momento no se conocen grabaciones de
las mismas) que se aproximase al Opus Dei. En todo lo que aconteció después el
Señor tuvo mucho que ver: se declaró en varias ocasiones
contra el matrimonio homosexual, comparó el aborto con ETA, se hizo amigo de un ángel llamado
Marcelo que le ayuda a aparcar y a resolver las grandes cuestiones, comenzó a rezar en el Valle de los
Caídos sobre las tumbas de 35.000 cadáveres y condecoró vírgenes. Lo que se espera de cualquier
español de bien.
Amigo de sus amigos
El ministro no solo es una
persona familiar y católica, también es muy amigo de sus amigos. Por ese
motivo, nombró comisario honorífico a Francisco
Marhuenda, aunque
ello le ocasionara una querella de los propios
policías,
y tuvo el gesto de recibir a Rodrigo Rato en pleno
escándalo para
tranquilizarle. Los amigos están en los escándalos y en las entregas de sobres.
Su despacho, centro de operaciones
políticas
Tal fue su importancia durante la
legislatura del Gran Mariano que su despacho se convirtió en uno de los lugares
más importantes de nuestro país. En él se gestaron campañas de acoso y desprestigio a rivales políticos y filtraciones de informes
policiales con fines políticos. No sé lo que pensará Dios de todo esto o si el ángel
Marcelo le ayudó a orquestar alguna de las chapuceras operaciones, pero el
caso es que hace unos meses Público difundió grabaciones sobre
conversaciones bastantes comprometedores en su despacho.
¿Puede que Dios o el ángel Marcelo
le quieran castigar por algo y enviasen las grabaciones a Público? ¿Tal
vez fue Dios el que le incitó a tales actos o fueron idea del ángel Marcelo? A
estas cuestiones no puedo responder porque no he podido contactar ni
con uno ni con otro.
Compañerismo ante todo
Dos apuntes más sobre su extensa
carrera profesional: aparece en documentos como uno de
los cargos que cobró sobresueldos en el PP y bajo su mandato se
produjeron los lamentables incidentes de la playa
de El Tarajal que
terminaron con un número indeterminado de muertos que oscilan entre 15 y 80, según versiones. Ambos
hechos, conociéndole, creo que se deben a un ejercicio de compañerismo y
solidaridad. En el caso de los sobresueldos lo hizo por solidaridad con Rajoy,
Bárcenas y el PP; en el caso de la matanza por hacerle un guiño a Aznar, al que
esperemos que algún día juzguen por crímenes de guerra.
La infamia
Es difícil encontrar más motivos
para cesar a un ministro, para que dimita o para que
nunca hubiera ocupado tal cargo. Si nuestra sociedad y nuestros políticos
fueran profundamente democráticos nada de lo narrado aquí habría acontecido
y el amigo Fernández Díaz no gozaría de excelente salud política y profesional.
Es más, bastaría con que tuviéramos la cordura que ha demostrado El
Vaticano al vetar el nombramiento de embajador
que se pretendía para Fernández Díaz.
Por tanto, no queda más remedio que
aceptar la realidad: nuestro país muestra unas enormes carencias democráticas,
se encuentra carcomido por un franquismo travestido y exhibe un
absoluto desprecio por la honestidad. Puede que todo se deba a
que siguen ganando las elecciones.
Luis Gonzalo
Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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