Público
Aníbal Malvar
24-8-16
Cuando
Albert Rivera se desnudó en 2006 para aquel rompedor cartel electoral, mi
periódico de entonces me envió a Barcelona a enterarme bien de quién era aquel
muchacho tan arrojado y apolíneo. A la cita, creo recordar que en la misma
plaza de Catalunya, acudió Rivera simpáticamente acompañado por una decena o
docena (o más) de chicos y chicas todos muy clorofílicos e informalmente
elegantes. Nos sentamos en una terraza, yo me pedí un güisqui y ellos se
conformaron con descafeinados con leche, refrescos light y aguas de Vichy.
Mantuvimos una agradable e inteligente conversación (o sea que yo hablé poco),
y al final, dada la catadura de sus ingestas líquidas, no me quedó más remedio
que hacerle a Rivera una pregunta que llevaba escrita en el cerebro sin
interrogantes.
–Oye, compañero. Pero vosotros no
vendréis de las Nuevas Generaciones del PP…
La negativa fue contundente, coral,
irradiante y ofendida, por adjetivarla por lo bajo. Dos meses después de
aquella charla, se filtraron los documentos que demostraban que el líder de
Ciutadans y sus clorofílicos corifeos sonreían tan bien como mentían.
Hace apenas 25 meses, el presidente
del Banco Sabadell –que heredó el cargo de su padre por sus eminentes
aportaciones a la ciencia del nepotismo–, nos decía en público que “hay que
crear una especie de Podemos de derechas”, porque “el Podemos que tenemos nos
asusta un poco”. Y de esa holgura intelectual nació Ciudadanos.
Las palabras de Josep Oliu –el
meritocrático banquero– no cayeron en saco roto, pues es banquero de talento
indudable y generosidad despiadada: en 2011 pagó un euro por la Caja Mediterránea,
con un aporte estatal de 5.250 millones; en 2013 invirtió un euro (insisto, la
astronómica cantidad de un euro: no liarse con los ceros) para hacerse con la
propiedad del rescatado Banco Gallego, operación por la que apenas recibió 245
millones de dinero público aportado por el FROB. Dos negocios ruinosos para él,
pero necesarios para el bien de España e invertidos en la verdadera caridad
(esa que empieza por el banquero mismo).
El caso es que la idea de este
destacado humanista y elevado pensador llamado Josep Oliu ha cuajado en nuestras
mentes yermas, y Ciudadanos es hoy una realidad con enorme proyección en esta
época dorada de la política española.
En sus primeras elecciones
generales, lograron no solo 40 escaños, sino la suficiente fuerza como para
convencer al PSOE de que suicidara la posibilidad de un gobierno de izquierdas.
Pues el PSOE no tiene miedo a un gobierno de izquierdas: tiene miedo a liderar
un gobierno de izquierdas. Ay, qué horror, si se entera Merkel. La oposición es
un lugar ideológicamente muy confortable para los que carecen de ideología.
Ahora Ciudadanos tiene algunos
escaños menos, pero se va con el PP para atacar la corrupción. Postura muy
digna si eres tan analfabeto que ni siquiera puedes entender los sms: “Luis, sé
fuerte”.
En seis meses, C´s ha pasado de
querer gobernar España a otorgarle el gobierno primero al PSOE y luego al PP. A
mí no me parece muy coherente, salvo desde la perspectiva de banqueros que por
dos euros compran dos bancos y se embolsan 6.000 millones del FROB (que es una
institución que nos pertenece a todos los españoles, a ti, a mí, a tu perro y
tal).
Ciudadanos nació para impedir la
gobernabilidad, y les está saliendo bien porque los españoles somos gilipollas.
Todo esto durará (si Pedro Sánchez no se pone valiente), hasta que Rajoy vuelva
a pagar en negro a sus valets de Moncloa. La situación me recuerda a un chiste
de Forges en el que Mariano (no Rajoy, el dibujo) se acerca a una ventanilla
pública a protestar porque le han conculcado algún derecho. Y el funcionario
responde (cito de memoria)
–Eso les pasa a ustedes por andar
votando a tontas y a locas.
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PS: El gobierno de concentración, en
Alemania, hace suponer que no es descartable el auge de los partidos nazis,
según las encuestas. Para los que coquetean con esa idea para España: los
banqueros y los nazis.
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