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martes, 23 de agosto de 2016

La morfina que adormece a medio país

Público
Luis Gonzalo Segura
21-8-16
El domingo es especial para muchos porque supone levantarse tarde y tener un día ocioso: libros, películas, paella o hamburguesa, videojuegos, fútbol o telebasura… Hay muchos domingos.
Por ejemplo, los hay que van rezar a la Santa Madre Iglesia, esa de grandes edificios y monumentos, bordados y vajillas de oro, cuadros de incalculable valor, caridad cristiana… Algunos de estos devotos ciudadanos son Fernandez Díaz, Pedro Morenés o el ángel Marcelo, que son muy de orar con fervor esquizofrénico y escuchar al cardenal Cañizares (y a otros aprendices de brujo) despotricando contra homosexuales, refugiados, feministas y lo que se tercie… Allí, en la Casa del Señor, que pasaría por ser la del Maligno, les hablan del bien y el mal, de la familia y el imperio gay, del cielo y el infierno, de las peligrosas feministas y los perros rojos… Y ellos, a su vez, imploran a Dios en tanto que se ganan un palacete en el cálido infierno con sus trabajos.
Al grupo de ciudadanos enchufados a Matrix, al que pertenece la mayoría y al que hemos estado conectados casi todos durante más o menos tiempo, nada les interesa mientras tengan pan y haya circo, o lo hallen ellos, que para el caso es lo mismo. Votarían a Hitler, Franco, Gengis Kan o al mismísimo Satanás si con ello se aseguraran una nómina a final de mes, un coche, un piso y/o quitarse de encima a la suegra o al malvado jefe de turno. Muchos lo harían por menos.
El exterminio inexistente
En pocos medios se habla del drama que viven lesbianas, homosexuales, transexuales y bisexuales en Turquía bajo la complicidad infame de Occidente o la indiferencia grotesca de Europa. En la dictadura de Erdogan, casi 2.000 diferentes han sido asesinados (muchas veces violados, quemados, decapitados o mutilados) desde el año 2008  y ello sin que casi nos enteremos, lo que se debe a que Erdogan es nuestro amiguito nazi, nuestro barrendero en Oriente Próximo.

La vida es perversa en muchas ocasiones porque su valor depende de cifras, de mayorías y minorías, de la geopolítica o el lugar de nacimiento, de porcentajes, de cuotas y beneficios… Salvar a un transexual en Turquía no se contabiliza en un asiento contable mientras que financiar al Estado Islámico genera miedos y fabrica justificaciones que se traducen en enormes dividendos, igual que sufrir un atentado terrorista o que se desplomen rascacielos falleciendo más de tres mil personas. Unos cuantos miles de pervertidos en Turquía no dan para mucho. Ni para el telediario. Cuestiones capitalistas que no están hechas para ser comprendidas.
El domingo, el día del Señor, Hande Kader, la activista transexual asesinada, solo existe en La Sexta, ya que las demás cadenas de televisión nacionales no dieron la noticia o si lo hicieron decidieron no mantener la información en sus páginas web. Se trata de la nueva censura: no se informa o se informa levemente y sin ningún tipo de cobertura ni seguimiento para que la vorágine informativa sepulte rápido la historia.

Me molesté en buscar (21/08/2016) tanto en Google como en cada una de las páginas web de TVE, Antena 3, Cuatro, Telecinco y La Sexta. Este fue el resultado:











Si la muerte en Turquía de casi 2.000 lesbianas, gais, transexuales o bisexuales no supone un escándalo ni es suficiente para tener un espacio relevante en las televisiones, ¿cuántos muertos se necesitan? Es la gran pregunta a la que quizá jamás encontremos respuesta.
El traficante de felicidad
Leí hace no mucho un vómito de Jorge Javier Vázquez contra Antonio Ferreras (también contra Cristina Pardo, ambos de La Sexta) en el que afirmaba que su programa era “aburrido” porque se dedicaba al “desencanto generalizado” con “mierdas y ruindades”. Si yo fuera él me tragaría aquel vómito y pediría disculpas, pero como no tendremos esa suerte sería bueno que Jorge Javier supiera que todo el dinero que gana, todo lo que consigue en esta vida, se debe a ser la morfina que adormece a medio país mientras exterminios como el de los homosexuales, bisexuales, lesbianas y transexuales en Turquía no tienen sitio en los canales del amo que le paga. Supongo que poco o nada le importará mientras el cheque llegue a final de mes.
Gracias a la felicidad distribuida por este y otros traficantes, inyectada en vena por la mayoría, el PSOE y el PP han sido y son mayoría desde hace mucho tiempo, los desplazados baten récords históricos, Erdogan extermina y purga a los diferentes y disidentes y el mundo se colapsa en una guerra invisible ante nuestra indolencia producida por el enorme colocón de felicidad.
Si Jorge Javier fuera turco, las palabras de Ferreras serían aliento y no desencanto; si fuera turco, muy seguramente, sus domingos no sería tan aburridos como los nuestros; y si fuera turco, no me cabe duda, no estaría narcotizado por su propio hedor. Así pues, Jorge Javier tuvo mucha más suerte de la que imagina, como yo, como casi todos nosotros, al nacer en el minoritario paraíso del mundo y no en el resto del planeta, que es la mayoría del planeta, que es el infierno.
Ahora solo falta que sea consciente de ello, que la Iglesia no sea dirigida por déspotas, que no nos gobiernen vesánicos ni mercaderes de muerte y que cada día se desconecten más personas de Matrix.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.


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