Con velo o desnudas
Las mujeres podemos y debemos ir a la playa como nos dé la gana. Con
bañador, biquini, top less, desnudas o con burkini. Ese no es el problema
ElPlural
Mercé Rivas
Mié, 7 Sep
2016
De la misma
forma que podemos salir a la calle con minifalda, escotes, faldas largas, velo
o con esas espantosas mallas de la talla XXl, eso debe ser una decisión propia.
Nadie tiene que venir a decirnos cómo vestirnos.
Ahí no está
la cuestión del debate. Lo realmente grave es lo que hay detrás de esas
mujeres. Quizás un marido, un hermano, un padre, una familia o una sociedad que
la oprime, que le dice lo que tiene que pensar, sentir, decir y vestir.
Los más
mayores recordarán a aquellas mujeres que en los años 40 – 50, incluso 60, que
tenían que ir a misa los domingos con mantilla y en algunos pueblos con
manga larga y medias. Sin lugar a dudas vivían en una España sin
libertad, rancia, dominada por la Iglesia más ancestral que le marcaba las
pautas y que ellas no podían romper si no era enfrentándose a la sociedad y a
su familia. Esa ideología las hacía prácticamente esclavas de su entorno y por
supuesto de su marido que las quería en casa y con la pata quebrada.
Las querían
para ellos de ahí la famosa frase de “o eres mía o no serás de nadie”.
Muchas
décadas nos ha costado superar esa mentalidad pero también muchas muertes y
agresiones físicas o verbales. La que se salía de la fila era simplemente una
puta y las que seguían las normas por miedo (a quedarse solas, a no tener de
qué vivir, por los hijos) tuvieron que llevar una vida muy triste e indigna
para un ser humano.
Los hombres,
la religión, cierto tipo de sociedades han hecho de las mujeres meros objetos
que servían para parir, cocinar, obedecer y si no lo hacían bien y sonriendo,
llegaban a sentir tales remordimientos que no les compensaba desviarse de lo
establecido. Los hombres eran sus propietarios y con ese concepto comenzamos a
vivir maltratos y muertes.
Insisto
maltratos físicos ya que más de uno les ponían y les ponen la mano encima para
que fuera y sigan siendo obedientes y maltratos psicológicos que las llevaban a
pensar que sin ellos, ellas no serían nadie, no podrían vivir, que sus machos
eran la protección, la seguridad, la vida limpia y sana y lo que ocurrió es que
a medida que las mujeres comenzaron a despertar y a elegir vivir, vestir,
trabajar, salir a su aire, ellos iniciaron sus amenazas y sus crímenes.
Esto que
cuento ha pasado aquí en España, muy cerquita de todos nosotros pero también
sigue pasando en muchos lugares del mundo. Y las mujeres que este verano se han
puesto el denominado burkini para bañarse en las playas francesas merecen un
respeto porque no sabemos lo que hay detrás de ellas, seguramente sufrimiento y
poca libertad. Y la actuación de la policía francesa obligando a una mujer a
quitarse un burkini en plena playa de Niza, una humillación y una vulneración
de derechos.
No me parece
cómodo bañarse con burkini, es mucho más placentero hacerlo desnudo pero nadie
debe imponer nada a nadie. Cada mujer debe tomar sus propias decisiones.
La que
quiera llevar pañuelo porque se siente más cómoda que lo lleve, también lo
hacía la actriz Audrey Hepburn en el film Desayuno con Diamantes. La que
prefiera ponerse unas mallas y una camiseta tres tallas inferiores a la suya
que lo haga aunque los demás consideremos que no es muy elegante y la que
quiera llevar la cara llena de piercings o de tatuajes, allá ella, con los años
querrá borrárselos y no podrá.
Nuestra
lucha debe seguir para que cada mujer elija lo que quiera independientemente de
la ideología dominante, de la moral familiar o del machismo en alza
(especialmente entre la juventud) que somete a las jóvenes y las
desciende a simples cosas, posesiones y territorios ocupados.
Las cifras
de maltrato psicológico de chicos a chicas en la España de hoy es escandaloso.
“El 33% de
los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres,
considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias controlar los
horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no
permitirles que trabajen o estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer,
según un informe del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Un estudio
de 2013 sobre ciberacoso encargado por la Delegación de Gobierno
para la Violencia de Género ya advertía del problema. "El 60%
reconoció haber recibido mensajes con insultos machistas de su pareja. Y el
73,3% de los adolescentes han aprendido de algún adulto el mensaje de que los
celos son una expresión de amor".
Con estas
cifras toda la sociedad pero especialmente las mujeres debemos estar en estado
de alerta porque no hay que olvidar que las libertades conseguidas con sudor y
lágrimas se pueden perder en un momento.
Mercè Rivas
es periodista y escritora
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