EL LÍDER SOCIALISTA HIZO CASO AL EXPRESIDENTE
Felipe convenció a Sánchez de pactar con C's en un cara a cara de dos horas
Pablo
Iglesias atacó duramente al ex presidente tras conocer que ha cambiado por
completo las preferencias del candidato socialista.
La Gaceta
César
Jiménez
Viernes, 11. Marzo 2016
Ni la presión de los barones regionales del PSOE, ni
las burlas de Pablo Iglesias, ni siquiera la buena disposición de Albert Rivera:
el giro de Pedro Sánchez hacia Ciudadanos tuvo como detonante una comida de dos
horas que el secretario general de los socialistas compartió con Felipe
González el pasado 5 de febrero en un restaurante de la calle Sagasta, un vis a
vis durante el cual el ex presidente del Gobierno convenció a Sánchez de la
necesidad de prescindir de Podemos y le garantizó la secretaría general del
PSOE si intentaba gobernar en minoría y coaligado con el partido naranja.
Según ha podido saber Gaceta.es, hace poco
más de un mes Sánchez, a quien el rey Felipe VI acababa de encargar la
formación de Gobierno, citó a González a degustar unas viandas con el objetivo
de que éste le asesorase sobre una encrucijada electoral que pintaba muy mal
para los socialistas. La cumbre tuvo lugar en el restaurante La Manduca de
Azagra, sito en el número 14 de la calle que la capital consagra al ex
presidente liberal Mateo Sagasta, y especializado en “verduras de la tierra,
chuletón a la parrilla y alta cocina navarra”.
En primer lugar, Felipe González tranquilizó
al candidato socialista, en quien comenzaban a diluirse la euforia por el
encargo del monarca y la convicción del deber cumplido. No miente González
cuando asegura no tener preferencias entre PP y Podemos, pues su primera
intervención fue para reafirmar la voluntad de Sánchez de no pactar con los
populares. Los partidarios de la Gran Coalición, explicó, se les habían ido a
Ciudadanos, mientras que su militancia vería con peores ojos una alianza con
Rajoy que un viraje hacia Podemos. De ahí la críptica pregunta con que Sánchez
sometió a votación de sus seguidores el acuerdo con Albert Rivera, si bien se
mostró sabedor de que estos respaldarían cualquier fórmula de Gobierno
encabezada por el PSOE.
En lo referente a Podemos, Felipe González
alertó a Pedro Sánchez sobre el peligro de las políticas bolivarianas, y no
dudó en ponerse como ejemplo sobre la defensa de los presos políticos en
Venezuela. La animadversión del ex presidente hacia Pablo Iglesias, a quien
considera el líder más natural e icónico de la izquierda española desde su
persona, es asimismo mutua, y ahí está el ejemplo de la cal viva en sede
parlamentaria -tampoco es baladí la apelación al “comando” Corcuera- para
corroborarlo. El secretario general de Podemos sabe que el ex presidente del
Gobierno convenció a Sánchez en una comida de dos horas para que dejara de
verlo como un socio y pasara a tratarlo como el líder de un partido marginal.
Durante la reunión, González recomendó a Sánchez que
pusiese su objetivo en Albert Rivera, pues su predisposición al diálogo y al
pacto era absoluta, en términos nacionales, y el acuerdo suavizaría la imagen
del candidato socialista, muy afilada tras los ataques personales a Rajoy y la
negativa a entablar conversaciones de Gobierno con la lista más votada, en
clave interna. No obstante lo anterior, Sánchez debía aprovechar la oportunidad
que el presidente en funciones le había brindado con su espantada ante el Rey
consiguiendo un acuerdo con una fuerza simpática para el centro-derecha y
presentando al PP como único taponador de la gobernabilidad en España. En última
instancia, añadió, siempre podría acusar a Rajoy de echarle en brazos de
Podemos o incluso alcanzar un acuerdo de mínimos con el PP, pero, para acuerdos
más allá de Ciudadanos, habría que esperar al límite de la convocatoria de
nuevas elecciones. Cualquier cesión en estos primeros compases sería
visto como un signo de debilidad.
En dicha
comida, por tanto, se consideró que la investidura de Pedro Sánchez fallaría
irremisiblemente, si bien sería un pequeño éxito si el candidato socialista
lograba presentarse a ella con un acuerdo con Rivera. Misión cumplida Además,
sería preciso añadir que el mes transcurrido hasta la votación colocaría a
Sánchez en el foco mediático, dotándole de un carisma y empaque que hasta la
fecha no conocía, y blindándolo, además, de cara al congreso federal que los
socialistas mantendrán en mayo, al que se presentará como un líder fuerte y
moderado, un auténtico estadista. A cambio de este cambio de parecer, Felipe
González prometió mantener a raya a Susana Díaz, si es que la reproducción de
su acuerdo de Gobierno en Andalucía no fuera freno suficiente a su
pujanza.
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