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lunes, 26 de septiembre de 2016

El prostituto que cuenta lo que desean las mujeres.

El hombre que cobra 5.400 euros por acostarse con mujeres cuenta lo que desean
Las razones que llevan a las mujeres a recurrir al sexo de pago son muy similares a las de los hombres, tal y como explican testimonios como el de Ryan James
El Confidencial

06.09.2016 
Pese a que los colectivos contra la criminalización de la prostitución cuentan con cierta relevancia mediática en todo el mundo, tratando de visibilizar a los trabajadores del sexo que ejercen la profesión libremente, la prostitución masculina sigue siendo un tema oculto.
Un informe realizado en 2015, llamado 'Radiografía de la prostitución en España', reflejó un estudio en el que los clientes explicaban por qué acudían a la prostitución femenina. Explorar su sexualidad o disfrutar del sexo con gente diferente fueron algunas de las razones más repetidas, pero ¿por qué se recurre a la prostitución masculina?
Constituye un colectivo mucho más invisibilizado, probablemente porque la huella de la explotación sexual no es tan agresiva como en la prostitución femenina, donde se suele poner el foco. La ONU calcula que unas 140.000 mujeres son secuestradas por redes de explotación sexual cada año en Europa y los datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad muestran que solo en España la trata de personas mueve 3.000 millones de euros al año.


Tengo clientas recién divorciadas o casadas, mujeres vírgenes y parejas que desean hacer un trío
Lejos de esa polémica se encuentra la prostitución masculina, que ha visto exponencialmente aumentada su demanda desde que empezó la crisis.
Ryan James, uno de estos acompañantes, lo tiene claro. Él trabaja en Sydney, donde ofrece diversos servicios que cuestan entre  400$ (359€) y 6.000$ (5.380€), y que incluyen desde una hora de hotel hasta fines de semana enteros.
Esa es una de las grandes diferencias entre la masculina y la femenina: cuando la prostitución es heterosexual, según los expertos, las clientas femeninas se mueven mayoritariamente dentro del sector del lujo; un factor que -entre otros más cercanos a las relaciones de género- aleja el fantasma de la explotación. En el 'alto standing', la prostitución suele ejercerse por voluntad propia tanto en el caso de hombres como de mujeres.

¿Qué buscan las mujeres?



James ha explicado en ‘Daily Mail’ lo que él considera que realmente buscan las mujeres cuando recurren al sexo de pago: “Tengo clientas recién divorciadas o casadas, pero que no han tenido sexo en mucho tiempo, también he tenido mujeres vírgenes y parejas que desean hacer un trío”.
Sus servicios son reclamados por mujeres de todas las edades, y algunas buscan cosas sorprendentes. “Muchas de mis clientas podrían ir a un bar perfectamente y ligar. Si fueran allí y pidieran un masaje en la espalda, decenas de chicos dirían que sí; pero cuando se quiere una experiencia sexual concreta, eso es más difícil conseguirlo en un local cualquiera”, afirma Ryan, para quien uno de los factores más importantes es saber darle a cada clienta lo que quiere.
Uno de los servicios que ofrece es lo que él llama “la experiencia 50 sombras de Grey”, una sesión de bondage suave que causa sensación entre sus clientas, a menudo con el deseo de probar cosas diferentes.
La mayoría de las personas suelen buscar en la intimidad erótica a alguien que más allá del sexo comprenda sus frustraciones
Algunas de esas mujeres tienen o pueden tener una vida sexual bastante completa sin recurrir al sexo de pago, pero por una serie de circunstancias están descontentas con la frecuencia o con las prácticas sexuales que llevan a cabo en su día a día, y prefieren recurrir a la discrección de un desconocido.


No solo sexo

“La mayoría no quieren solo sexo, sino también compañía”. Ese no es un requisito únicamente de las mujeres. La búsqueda de algo de calor humano, aunque sea necesario pagar por él es más común de lo que pensamos cuando la gente acude a servicios eróticos, como ya ha publicado ‘El Confidencial. Son personas que suelen buscar en la intimidad erótica a alguien que además comprenda sus frustraciones y no le juzgue por aquello de lo que se avergüenza.
Así lo explicaba en ‘Business Insider’ una teleoperadora erótica que se hace llamar Isabel, que cuenta que tiene clientes y clientas habituales con los que se llega a estrechar lazos.
Aún existe un estigma importante en el caso de las mujeres que pagan por tener relaciones íntimas. Todavía hay quien se muestra avergonzada por recurrir al sexo de pago, incluso en su actitud con el propio prostituto, pero también hay algunas mujeres que lo llevan con total naturalidad, tal y como explican los propios trabajadores.


Pese a los clichés en torno a que ellos tienen más necesidades sexuales o a que las mujeres solo quieren hablar y compañía, los testimonios de los profesionales eróticos coinciden en que esas fronteras no están más que en el imaginario colectivo, y que las razones y necesidades de ambos géneros son bastante similares, a menudo regidas por la incapacidad de integrar socialmente sus gustos sexuales, ya sea por vergüenza o miedo a la no aceptación, o un cóctel de soledad y falta de sexo o intimidad en los entornos habituales.

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