20-9-16
Luis Gonzalo Segura
Público.es
Uno de los mayores reclamos de Nueva York es la sede
de las Naciones Unidas, pero Felipe VI no se conformó con el pack
turístico, sino que tenía que despacharse
con un discurso y hacerse la foto. El clásico japoneseo de
las altas autoridades al que solo le faltó un selfi. Esta vez, ni más
ni menos que ante más de cien jefes de Estado y ochenta jefes de Gobierno.
Sabido es que la ONU es una organización fallida, como esos estados que dejamos
al invadirlos y expoliarlos, como el mundo que habitamos… Pero no había razón
para más desprestigio.
Cambiar el
mundo en los próximos quince años
Eso sí,
Felipe VI ha demostrado que de tartamudear nada, aunque la ocasión merecía
tartamudeos, sudores y tembleques. No se amedrentó por nuestra infamia
y pidió, como un Zapatero cualquiera, “actuar como un solo mundo” y
transformarlo “en los próximos 15 años” para “librarlo de la pobreza
extrema y del hambre que todavía hoy afligen a buena parte de la Humanidad”. Si
no le conociera, hasta lloraría de emoción al creer que El
Preparao es un gran humanista. No lo es. Y como no lo es, no
puede realizar aseveraciones tan gruesas cuando visitó Arabia Saudí en su
primer año de mandato y tuvo que anular otro viaje en el
segundo año de reinado por la presión mediática.
.
Es comúnmente aceptado que El Preparao va
más sobrado de conocimientos e inteligencia que El Campechano, por lo
que se supone que no es necesario recordarle lo complejo que resultaría
cambiar el mundo de la mano de los sauditas. Este país lleva años
cometiendo obscenos crímenes de guerra en Yemen y nosotros, sus amiguitos,
les estamos vendiendo todo lo
necesario para ello. Si a ello le añadimos que en la fanática dictadura se
decapitaron a más de doscientas personas en los últimos dos años por delitos
tales como homosexualidad, adulterio o ateísmo y que se han encontrado armas
españolas en casi todos los últimos conflictos internacionales (Libia, Yemen o
Siria), las palabras se convierten en un grotesco insulto.
Ciertamente, es una broma de muy mal gusto
presentarse como promotor del desarrollo a la vez que se apoya a un régimen con
estrechos vínculos con el Estado Islámico, más de 5.000 cadáveres en Yemen,
muchos de ellos civiles, y varios miles de decapitados y
encarcelados en su propio país.
Refugiados
Y siguió, total, las palabras se
las escriben: “Estamos aquí para comprometernos, en nombre de nuestros
pueblos, a transformar el mundo”. Si semejantes palabras las hubiera
pronunciado el monarca sueco habrían supuesto un momento de reflexión en mitad
de la sangrienta vorágine que supone la silenciosa guerra mundial que ya cuenta
con más de 65 millones de desplazados. Pero no las hizo él.
Suecia ha acogido a 163.000
refugiados desde 2015, dedica un 1% del PIB a los mismos y el 16% de los
habitantes de dicho país nacieron en el extranjero. Llegaron al
límite de sus posibilidades e hicieron todo lo que pudieron, y si se
vieron forzados a reducir el flujo migratorio se debió al repugnante
comportamiento de la mayoría de Europa, España incluida. Un sueco no tiene nada
que reprochar a su estado y puede sentirse orgulloso, pero
Suecia no es España ni Carlos Gustavo es Felipe VI ni su monarquía es machista
como la nuestra (la heredera es Victoria de Suecia) ni fue restaurada
por un sanguinario dictador fascista.
España solo ha acogido a 480 refugiados de los más de 17.000
a los que se comprometió, por lo que si el compromiso al que se
refiere Felipe VI es semejante, el mundo no se cambia ni en quinientos
años. Si a ello le añadimos que Suecia tiene 9,5 millones de habitantes y
España 46,7 millones, el esfuerzo sueco sería comparable a que España hubiera
acogido a 800.000 refugiados… Así pues, el discurso de Felipe VI no
es más que un chiste borbónico, uno más de los muchos que acumula la
historia, ante un auditorio responsable de lo que acontece. Al mundo le iría
mucho mejor si la alocución se hubiera pronunciado en una prisión, al
menos existirían más posibilidades de cumplirse los vaticinios realizados.
Papá Juan Carlos I y la ‘princesa’
Corinna cambiarán el mundo
Felipe, ya
crecido, como el amigo que se toma tres cervezas de más y se convierte en el
amo de la fiesta, se lanzó: “Lo vamos a cambiar entre todos y para todos. La
agenda para el cambio que hoy adoptamos es fruto de una negociación entre
iguales y recoge la voz de millones de ciudadanos. Son ellos quienes nos han
dicho lo que esperan de nosotros. Lo hacen en nombre de la generación que está
ahora viendo la luz y que cumplirá 15 años en el año 2030”. Entre todos no sé,
pero seguro que el mundo no lo cambian entre papá Juan Carlos I y su amiga
entrañable Corinna ejerciendo de intermediarios en
las ventas de más de 250 carros de combate a Arabia Saudí (ambos).
Papá Juan
Carlos I debió pensar que sería una buena forma de cambiar el mundo que los
sauditas contaran con más de doscientos cincuenta carros de combate Leopard
y el ministro Morenés que contarán con todo el arsenal de su bazar. Por
desgracia, parece que papá Juan Carlos I no podrá
cambiar el mundo porque se encuentra perdido en el glamour de los hoteles y
restaurantes más exclusivos (a costa de todos nosotros).
.
Las
debilidades reales
“Nadie es inmune a las debilidades
de un modelo de crecimiento que ahora hemos de corregir y perfeccionar
preservando sus fortalezas y eliminando sus excesos”, fue la guinda del
pastel. Otro insulto más a la decencia si tenemos en cuenta el
tugurio corrupto en el que vivimos, la lamentable situación de las Fuerzas
Armadas, la mera existencia de la justicia militar, la ley mordaza, los recortes
en derechos y libertades o gastos sociales, los medios de comunicación menos
fiables de Europa, el segundo país del mundo con más desaparecidos… ¿No existen
suficientes excesos en España?
Aunque la ONU sea una organización
fallida y desprestigiada, no merecen una patochada tan lamentable como
la acontecida, para eso están los circos y, si fallan estos, los medios de
comunicación españoles.
Luis Gonzalo
Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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