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viernes, 30 de septiembre de 2016

Felipe González y el tiro en la nuca

Público
Luis Gonzalo Segura
30-9-16
A pesar de lo sucedido, todo parece continuar en el mismo lugar en el que se encontraba, si acaso se percibe un poco más de algarabía callejera por la emisión televisiva (por capítulos) del aquelarre socialista. La fiesta, en la que hubo mucho macho cabrío, y mucha hembra también, terminó por descubrir que el PSOE es un zoológico del infierno en el que no han faltado ni bestias ni espectáculos: golpes de estado, puñaladas, ruedas de prensa en mitad de la calle, órganos políticos que son legítimos e ilegítimos, reconocidos y no reconocidos, irreconocibles…

Sé que muchos quieren creer que Pedro Sánchez lucha por un gobierno progresista, pero me temo que pactaría con Lucifer si con ello consiguiera ser presidente del Gobierno. Puede que incluso lo hiciera solo por sobrevivir. Ante la duda, solo hay que recordar su comportamiento durante los dos últimos años.
Más allá de las luchas de Pedro Sánchez, que ahora se presenta como progresista porque es el único espacio que le han dejado sus enemigos de partido, hubo una frase que debería haber conmocionado al país y reducido a la nada todo lo demás. No lo hizo y ello debería hacernos recapacitar.
Estaba claro que a tan diabólica fiesta no podía faltar la bestia más satánica de todas, Felipe González, que se despachaba con la siguiente declaración: “Nunca hemos tenido peores resultados en el País Vasco, ni a pesar de lo que hicimos… ta, pa, pá…”. La frase, que pretendía ser un tiro en la nuca de Pedro Sánchez, de eso sabe mucho Felipe, se convirtió en una desfachatez insoportable en cualquier país decente. Nosotros no lo somos.
Es una frase repugnante y terrorífica si pensamos en los torturados, despellejados, asesinados y cubiertos de cal, una depravación a la que solo le faltó la escenografía de ver a Felipe González con la mano como si apretase un gatillo cuando afirmaba ta, pa, pá…

A pesar de semejante ignominia, Felipe González sigue contando con el Grupo Prisa como altavoz y promotor de sus sangrientas hazañas y también de sus golpes de estado. Los medios de comunicación y el poder parecen haber perdido el pudor y no cabe duda que en la actualidad, si el Régimen así lo considerase, cualquier histórico criminal al que se pueda apodar Carnicero podría tener un privilegiado espacio en este grupo y, siendo justos, en cualquier otro: Mediaset, Atresmedia, Godó, etc, pues todos sirven al mismo amo.
Curioso país este en el que cualquiera puede ser un analista reputado y una referencia política con los GAL en su currículum, al tiempo que cualquiera puede ser considerado un extremista por tratar a la OTAN como una organización criminal. Muy curioso.
Lo que no deberíamos olvidar jamás


¿Cómo se pueden ignorar episodios tan salvajes?
Es una pregunta que solo encuentra respuesta en el autoengaño, el engaño colectivo y el encierro de millones de personas en un psiquiátrico llamado democracia. Por ejemplo, recuerdo que Zaida afirmó en una entrevista, con toda naturalidad, que jamás podría estar en Podemos porque jamás podría alinearse con un partido que defendiera al terrorismo. Hacer tal afirmación y terminar en el PSOE, un partido ensangrentado por los GAL, demuestra que Zaida es una ignorante de nuestra historia reciente o una cómplice muy bien remunerada, lo que nos conduce de nuevo al autoengaño, por activa o por pasiva, por comodidad o por dinero. Por si fuera poco, afirmó considerarse moderada y tachó de extremo, demagógico e hipócrita todo lo que se encontraba a su izquierda. Sería bueno saber qué piensa de Felipe González, tal vez le considere moderado, sensato y coherente…

¿Volverán a votar más de cinco millones de personas al PSOE?
Por desgracia, lo que parece inconcebible hoy a tenor de lo sucedido, bien podría ser realidad mañana, pues solo hace falta un poco del rigor televisivo acostumbrado y otro poco de Venezuela… Incluso puede ser que no haga falta tanto y que lo único que sostenga al PSOE sean los espectáculos tragicómicos con los que nos entretiene, algo así como la forma en la que los escándalos de corrupción aumentan los votos del PP.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.


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