Detenida
una monja por entregar niños con sordera a curas pederastas
La religiosa Kosaka Kumiko estuvo
prófuga 33 días hasta que se entregó a las autoridades.
Kumiko, 'la monja mala'
que seleccionaba niños 'sumisos' para entregarlos a curas pederastas
La religiosa Kosaka Kumiko ha
sido detenida en Argentina por su implicación en una trama de abusos sexuales
contra menores en situación de discapacidad
, sábado
6 de mayo de 2017
“Soy una persona buena que ha entregado su vida a
Dios”. Así se ha presentado Kosaka Kumiko, sin asomo de duda, ante el juez que
ha ordenado su detención. Una “persona buena” a quien las investigaciones
colocan en el centro de una
trama de abusos sexuales que los medios argentinos están tachando de aberrante.
Aberrante porque las
víctimas eran niños menores de edad, de entre 10 y 12 años, y además en
situación de discapacidad.
Niños y niñas sordos, o hipoacúsicos y con
discapacidad del habla a
los que Kumiko debía cuidar y guiar.
En vez de eso, el auto judicial acusa a la monja de ayudar y encubrir a los sacerdotes
que, durante años, abusaron sexualmente de los niños que tenían a su cuidado en
el Instituto Antonio Provolo de
Luján de Cuyo, en la la provincia argentina de Mendoza.
El fiscal Fabricio Sidoti cree que el número de víctimas
de abusos en el Instituto Provolo de Mendoza puede llegar a 60, de acuerdo a
los testimonios recabados
La espita del caso Provolo se abrió a finales del año
pasado. En diciembre, la justicia detenía a tres trabajadores del centro y a
los sacerdotes Nicola Corradi, de 82 años, y Horacio Corbacho, de 56. Se les
acusaba de haber cometido delitos
de “abuso sexual agravado con acceso carnal y sexo oral” contra al menos una
veintena de niños.
Los alumnos describieron situaciones en las que niños eran forzados a practicar
sexo oral en presencia de los curas. Otros fueron violados y golpeados,
según sus propios relatos.
Según la investigación, en el centro de ese infierno
estaba Corradi, llegado a la Argentina en los años 60 procedente del Instituto
Antonio Provolo de Verona. Sus
abusos habían comenzado allí, en Italia. Ahora se sabe que la Iglesia
decidió mandarlo lejos para protegerlo de las posibles consecuencias de un
escándalo pedófilo que acumuló más de un centenar de denuncias contra 130 religiosos
de aquel internado en Verona.
Fue durante la toma de testimonios que varias de las víctimas de aquellos
abusos coincidieron en señalar como cómplice a una monja de “rasgos achinados”.
La llamaban “la monja mala”, la “entregadora”. Aten cabos.
La investigación llevó hasta Kosaka Kumiko, una monja
católica de origen japonés. Emigrada con su familia a Argentina en 1977, había
trabajado en el Instituto Antonio Próvolo entre los años 2007 y 2012. Allí se
ocupaba de acompañar “física y espiritualmente” a los niños y niñas que
residían en el centro, la mayoría sordos. Para
las víctimas, aquellos fueron años sórdidos.
Entre los testimonios que más conmoción ha causado
está el de una joven, hoy una adolescente de 17 años, que explicó cómo, cuando
tenía 5 años, Kumiko se ocupó
de colocarle un pañal tras haber sido violada, para ocultar el sangrado.
Había que tapar cualquier indicio sospechoso.
Durante seis años, Kumiko desarrolló un papel
fundamental en la trama de abusos sexuales orquestada por Corradi y Corbacho,
según los testigos. Fue “el
demonio con cara de mujer” detrás de decenas de violaciones, según uno de
los abogados.
Las víctimas hablan de los malos modos de Kumiko, de
gritos y maltratos físicos. Hablan de cómo la religiosa “participó en
tocamientos a nenas, les pidió que se tocaran entre ellas y vio pornografía”
junto al celador del Instituto, también detenido. Y hablan, también, de cómo
ella se encargaba de estudiar
y elegir a los niños más “sumisos” —los que mejor aceptaban sus golpes— para
entregárselos en bandeja a los curas pederastas. Ella seleccionaba. Ellos
se divertían.
La monja lo niega.
“No sabía nada de los abusos. Velaba por los niños”,
ha dicho ante el fiscal tras entregarse voluntariamente en Buenos Aires,
después de permanecer un mes
como prófuga en paradero desconocido (pesaba
una orden de captura internacional contra ella).
La Fiscalía no cree la versión de Kumiko. La religiosa
ha sido enviada al penal de mujeres de Cacheuta. La enunciación de los cargos
que se le imputan deja sin habla. Por dura y por larga. Toma aire: “Comisión por omisión del
delito de abuso sexual con acceso carnal, en concurso ideal, con abuso sexual
gravemente ultrajante, agravado por ser el autor el encargado de la guarda, y
por ser cometido contra un menor de 18 años de edad aprovechando la situación
de convivencia preexistente con el mismo”.
De momento la investigación sigue su curso. De
probarse su implicación en los hechos que se le imputan, 'la monja mala' deberá enfrentarse
a una pena de entre 10 y 50 años de cárcel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario