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lunes, 22 de mayo de 2017

Por qué no hago cunnilingus

Carta abierta de parte de todas las mujeres insatisfechas sexualmente
05/11/2015
Rhianna Kemi Estudió en la Universidad de Cambridge, vive en Nueva York y trabaja en la ONU
Huffpost
Hace poco, mi exnovio escribió un artículo titulado Por qué no hago cunnilingus. Y se me cayó el alma a los pies, algo normal para alguien que ha salido con un redactor de este blog universitario.

Después de leer los primeros párrafos, comenzó la confusión. Según él, cuando por fin encontró a alguien especial "nunca se lo hizo". Se refería a mí. Después de nuestra relación, cayó en un estado de ansiedad: "¿Y qué pasa si nunca lo hago? ¿Qué pasa si no me convierto en un experto en la materia?". El artículo termina con la primera (y última) de sus experiencias, "traumática" porque ella "se corrió en su cara".
Vale, tengo que dejar algo claro: las cosas no fueron así. Puedo confirmar que me hizo un cunnilingus varias veces a lo largo de nuestra relación. A decir verdad, a veces yo lo rechazaba cuando él se ofrecía a hacerlo.
¿Por qué decía que no? Porque, para ser sinceros, no era para tanto. Al principio pensaba que era por mi culpa. A los 14 años leí La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger, que describe una preciosa escena en la que Clare experimenta el sexo oral por primera vez. Parecía algo muy placentero; esperé mucho tiempo y cuando me llegó el turno me sentí más incómoda que otra cosa. Después de muchas conversaciones con amigas, me he dado cuenta de que es algo común. No es culpa nuestra, hacer un cunnilingus es algo difícil. Es arte, señores. 

Dudo mucho que consigas que una mujer se corra la primera vez que lo intentas. He visto porno y no es tan fácil hacer que una chica tiemble de placer, de verdad.
Este asunto fue causa de tensión en nuestra relación. Yo no disfrutaba cuando él usaba la lengua y él no era capaz de entenderlo. El problema es que era demasiado consciente de mí misma y de lo que me rodeaba. Era demasiado consciente de la cabeza que tenía a la altura de la cadera. No puedes sacar la lengua ahí abajo y esperar que ocurran cosas mágicas, como nos hacen creer las películas y el porno. La mente juega un papel muy importante. Para hacer que una chica grite de placer tienes que hacer que se olvide de sí misma. No tiene que pensar en nada, tienes que ser delicado, pero firme y tienes que acariciarle suavemente el muslo y los labios. Tiene que olvidarse de tu presencia, porque está en su mundo, en éxtasis. Podemos sentirnos cohibidas: ¿Olerá? ¿Debería depilarme? Pero en ese momento nada importará. Te tirará del pelo, te agarrará, gritará y a ti te encantará.
Pero se requiere tiempo y que pongas de tu parte. Y será frustrante. Formamos parte de una generación en la que se quiere todo rápido, pero hay que tomárselo con calma. Tenéis que hablarlo y aprender el uno del otro. Tienes que prepararla bien antes de plantarte entre sus muslos. Si no, será como si tuviera la lengua húmeda de un perro entre las piernas mientras suspira, mira hacia el techo y piensa en el próximo capítulo de Scandal.

Sinceramente, cuando oigo a chicos decir que "no hacen cunnilingus", todo lo que veo es miedo. No es verdad que la razón por la que no quieres hacerlo sea que hayas conseguido que una chica se corra y te haya resultado desagradable. Es porque tienes miedo del silencio incómodo de una chica que no lo disfruta. No pasa nada, pero estoy harta de los chicos que se niegan a intentarlo. Esfuérzate y danos un tiempo para que podamos disfrutar. Si hacer un cunnilingus te da asco, es porque lo estás haciendo mal. Y esta vez no se trata de ti. Has elegido recitar la misma historia de siempre: "Es asqueroso, no lo hagas". Así que vamos a darle la vuelta al asunto. Hay que aprender a hacer que la chica se olvide de sí misma.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros


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