La
amenaza a la democracia: la vuelta al franquismo
Público
Septiembre 19, 2017
Vicenç Navarro
Dos hechos que han ocurrido en las últimas semanas muestran el grado de
derechización que se ha alcanzado en las instituciones políticas y mediáticas
españolas en estos años de gobierno Rajoy. Uno de estos hechos, que ha pasado
casi desapercibido, es el otorgamiento por la Editorial Espasa del premio que
lleva su nombre a Stanley G. Payne por su libro En defensa de España:
desmontando mitos y leyendas negras, que es una defensa del régimen
dictatorial que existió en España desde 1939 hasta 1978, considerando al
general Franco, que lo lideró, como (y lo cito textualmente) “el mayor
modernizador de su país y el líder que alcanzó mayor éxito de todos los
aspirantes a las dictaduras de desarrollo del siglo XX”. El libro es una
defensa del golpe militar de 1936 y del régimen dictatorial español existente
en este país.
Su autor, Stanley G. Payne, es profesor emérito de la Universidad de
Wisconsin-Madison, en EEUU, donde dirige la Cátedra Vicens Vives, y pertenece a
la categoría de hispanistas anglosajones próximos a las derechas españolas.
Gran defensor de la manera cómo se hizo la transición en España de la dictadura
a la democracia, considerándola como modélica, es contrario a la re-evaluación
de tal proceso que están haciendo las nuevas izquierdas, como Unidos Podemos,
En Comú Podem y En Marea, a las que considera como nefastas, como define
también a las fuerzas republicanas de los años treinta, cuyas acciones, según
él, hicieron necesario el golpe militar de los “nacionales” (el entrecomillado
es mío). En realidad, Stanley G. Payne ha alertado a la sociedad española de
una posible alianza del PSOE con Unidos Podemos, que reproduciría el Frente Popular
que él abomina. La última ocasión en la que repitió este comentario fue nada
menos que en el Centro de Estudios de la Defensa Nacional del Ministerio de
Defensa del Estado español.
Dicho personaje ha recibido múltiples galardones del establishment español,
habiendo sido elegido miembro de la Real Academia de Historia y de la Academia
de Ciencias Morales y Políticas de España, receptor de la Gran Cruz de la Orden
de Isabel la Católica, y nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Rey
Juan Carlos. Es un académico del establishment conservador, cuyas opiniones y
discursos resuenan y son aplaudidos por las derechas españolas, que en el
panorama europeo son equivalentes a las ultraderechas.
No me imagino
que un libro semejante que hablara positivamente (tal como Payne hace de
Franco) de Hitler, de Mussolini o incluso del mariscal Pétain recibiera tal
reconocimiento en Alemania, en Italia o en Francia respectivamente, países que
sufrieron dictaduras fascistas o nazis semejantes a la que sufrió España.
Pero en España no solo es posible, sino que es frecuente. En este aspecto,
es importante también conocer qué es la Editorial Planeta, creada por el Sr.
José Manuel Lara Hernández, que luchó en la llamada Guerra Civil en el lado
golpista como capitán de la Legión, a la que se pasó tras conocer al famoso
(por su crueldad) general Yagüe. Participó activamente en la represión política
franquista cuando los militares ocuparon Barcelona, y fue, más tarde, jefe del
sindicato fascista vertical de Artes Gráficas. En 1949 fundó la Editorial
Planeta, convirtiéndose, como resultado de su entramado con el Estado, en una
de las casas editoriales más importantes de España. Fue más tarde nombrado
Marqués del Pedroso de Lara. Su hijo, José Manuel Lara Bosch, heredero de una
de las editoriales más grandes (con unos ingresos anuales de 1.600 millones de
euros) de España (y del mundo), expandió sus negocios a los medios de
información, llegando a presidir la corporación Atresmedia (a la que
pertenecen, entre otras, Antena 3, La Sexta, Onda Cero, Europa FM y Melodía
FM). El Grupo Planeta es también el mayor accionista del diario de ultraderecha
La Razón. Su gran poder mediático explica la docilidad hacia tal figura
por parte del establishment político, lo cual explica sus muchos honores
recibidos de autoridades públicas, incluyendo la Medalla de Oro al mérito en
las Bellas Artes del Ministerio de Cultura del Estado español, la Medalla
Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid de la Sra. Esperanza
Aguirre, el título de hijo adoptivo de Sevilla, y la Cruz de Sant Jordi, máxima
condecoración de la Generalitat de Catalunya, y un largo etcétera. Sus
relaciones fueron siempre cordiales con los principales partidos políticos
gobernantes, primordialmente con las derechas del PP y Convergència, pero
también con el PSOE.
Pero la burguesía representada por el Sr. Lara ha estado muy inquieta con
el surgimiento de la nueva izquierda, que parece más difícil de domar. De ahí
el galardón a Payne, en un intento de reforzar “la cultura franquista” todavía
hegemónica en las estructuras de poder en este país. Tal burguesía parece estar
alarmada, pues en la promoción de la elección del libro de Payne, el jurado del
Premio Espasa subraya que tal libro provoca y desmonta los mitos y leyendas
negras existentes en España sobre la Guerra Civil y sobre Franco, como si
dicha visión favorable a la dictadura fuera minoritaria (casi prohibida) en
España, habiendo sido reemplazada por una visión republicana, “roja” y
“separatista”, que supuestamente, y según Payne, domina el mundo intelectual
del país. En realidad su visión de España y de su historia, lejos de ser
prohibida, es la hegemónica en gran parte de los aparatos del Estado y del
establishment político y mediático del país. La transición no significó una
ruptura con el Estado franquista, sino una adaptación y una apertura de este
para legitimarse como Estado democrático, pero conservando y reproduciendo
grandes elementos de la cultura franquista que continúan siendo hegemónicos en
el país. La España uninacional, centrada en un Estado radial, es la dominante
en los aparatos del Estado, y lo que está ocurriendo en España estos días es un
ejemplo de ello, lo cual me lleva al segundo hecho ocurrido esta semana.
Pero antes quisiera subrayar que la evidencia existente muestra claramente
que Franco tuvo poco de modernizador. Una persona profundamente conservadora y
reaccionaria, cruel en extremo (según el profesor Malefakis, de la Universidad
de Columbia en Nueva York, experto en el fascismo europeo, por cada asesinato
que cometió el régimen de Mussolini, el régimen de Franco cometió 10.000),
responsable del enorme retraso político, cultural y económico del país, es lo
opuesto a modernizador. Solo dos datos muestran la falacia de ese argumento.
Cuando ocurrió el golpe militar, España e Italia tenían el mismo PIB per
cápita. Cuando la dictadura terminó, el PIB per cápita en España era solo el
64% del PIB de Italia. Y el 68% de la población adulta tenía menos de seis años
de educación.
La represión que está ocurriendo en Catalunya
El Estado central, cuyo Jefe de Estado nunca ha hecho una declaración en
contra de tal general (ni la hará), ni en contra de la dictadura (que tampoco
hará), y cuyo partido gobernante, fundado por un ministro de Franco, nunca ha
denunciado explícitamente aquel régimen, está hoy reprimiendo por la fuerza,
con una enorme agresividad y falta de sensibilidad democrática (característica
del franquismo), reuniones, discursos, material escrito, revistas y muchos
otros actos, lo cual sería impensable en cualquier país democrático. Aquí y
ahora, en Catalunya, bajo este régimen considerado democrático, ha reaparecido
una represión política que (para aquellos que vivimos aquel horror y luchamos
contra él) recuerda la dictadura intentando crear miedo entre la población con
campañas masivas de intimidación, y saltándose leyes del mismo Estado, como
bien ha denunciado el fiscal y magistrado emérito del Tribunal Supremo, el Sr.
José Antonio Martín Pallín. El hecho de que los partidos independentistas que
gobiernan la Generalitat se hayan saltado las leyes, violando el propio Estatut
de Catalunya (como he denunciado en otros artículos), no justifica que el
Estado central también lo esté haciendo.
Tal represión es para defender una visión de España, repito, uninacional,
jerárquica, escasamente democrática, con un escaso compromiso con los derechos
políticos, sociales y culturales de los ciudadanos del país, oprimiéndose a
aquellos que tienen una visión distinta de España, definiéndolos como
anti-España, tal como aquella dictadura hizo, dirigida por los llamados
“nacionales”. Ello exige, de todas las fuerzas democráticas, una movilización
para denunciar la represión franquista y también para resolver las causas que
están creando una enorme tensión entre los distintos pueblos y naciones de
España, lo que dificulta, entre otros temas, la resolución del enorme problema
social en el que vive el país, en el que la mayoría de los jóvenes que desean
trabajar no pueden encontrarlo, y donde casi el 40% de las familias monoparentales
apenas llegan a fin de mes. Este es el mayor problema que tiene el país, y que
está siendo ignorado, cuando no ocultado, por aquellos que han sido
responsables, a los dos lados del Ebro, de la enorme crisis social,
escondiéndose ahora detrás de las banderas, como frecuentemente ha ocurrido en
la historia de este país.
Los herederos del franquismo están ocupando Catalunya
Dicha represión es la máxima expresión del predominio de la cultura y
prácticas franquistas que ha mostrado el gobierno Rajoy hacia las sucesivas
demandas expresadas democráticamente por el gobierno catalán, pidiendo que se
reconozca la personalidad e identidad de Catalunya dentro del Estado español,
siendo el último caso el Estatut del año 2006 impulsado por el gobierno
Maragall (una alianza de un partido socialista, un partido comunista, un
partido verde y un partido independentista de izquierdas). Aquel Estatut no
pidió la escisión, sino el reconocimiento de la identidad de Catalunya después
de haber sido aprobado por el Parlament catalán, por las Cortes Españolas y por
el pueblo catalán en un referéndum, el cual fue vetado (en algunos de sus
elementos esenciales) por el Tribunal Constitucional, que ha sido en gran parte
un instrumento conservador, hegemonizado por el PP.
Y es de ahí de donde se genera una movilización de miles de personas en
Catalunya que se consideraban españolas, y que han dejado de sentirse como
tales, haciéndose favorables a las tesis secesionistas. Es a partir de entonces
que grandes multitudes de catalanes salen cada año el día de la Diada a la
calle. La enorme rigidez del gobierno Rajoy ha sido el mayor factor para que el
independentismo se haya doblado; y a no ser que haya cambios, pasará a ser
mayoritario en Catalunya. Esta es la raíz del problema, que no puede resolverse
a través de la represión, a la que debemos oponernos y debe ser denunciada,
pues la victoria a través de la represión es lo peor que puede ocurrir, tanto
en Catalunya como en España. Ni que decir tiene que parte del problema es que
los partidos independentistas en Catalunya están intentando instrumentalizar
este enfado popular actuando de una manera claramente denunciable (como he
escrito en muchos artículos, tales como “Cómo el tema nacional y el tema social
se relacionan en Catalunya”, Público, 15.09.17 y “La desunión de las
izquierdas: un mayor obstáculo para resolver la gran crisis social en
Catalunya”. Público, 06.09.17). Pero la mayor causa de las tensiones es
el gobierno Rajoy.
Esto no puede continuar así: los partidos y movimientos democráticos deben
movilizarse
Esta situación es intolerable, pues condena al país a estar batallando
sobre temas nacionales, olvidando el mayor tema social, lo que se traduce en el
aumento del deterioro de la calidad de vida y el bienestar. De ahí que algo debe
hacerse, y rápido, y lo primero es terminar la represión que destruye los
derechos de la ciudadanía en Catalunya y que provoca lo opuesto a lo deseado.
Hoy el conflicto, no solo en Catalunya, sino en toda España, no es sobre si
habrá o no independencia, sino sobre si se violan las reglas de la democracia o
no, primordialmente por parte del gobierno español (lo cual forma parte de su
ADN político), gobierno que ha llegado a utilizar el Ministerio de Justicia, en
alianza con periodistas basura, para dañar y eliminar a sus adversarios
políticos.
Este es el debate que adquiere especial relevancia hoy. Si el
gobierno Rajoy consigue sus fines inmediatos, multiplicará todavía más la
inestabilidad en España, recuperando, a su vez, el centralismo, que dificultará
la resolución del problema nacional. De ahí la urgencia de que, además de parar
la represión, se fuerce un diálogo y un debate entre todas las fuerzas
democráticas para ver cómo rebajar tales tensiones. Y como parte de este
objetivo, se debería permitir un referéndum pactado (que como varios
constitucionalistas han afirmado es posible incluso en la presente
Constitución) para posibilitar la libre expresión de la opinión de los
catalanes sobre su conexión con el resto de España con garantías, garantías que
no han sido respetadas por el gobierno Rajoy (ni tampoco por el gobierno
Puigdemont). Entre estas garantías debería incluirse la elección entre varias
alternativas, no limitándose a independencia SÍ o NO, pues dicha dicotomía en
Catalunya está sesgada a favor del SÍ, pues el NO es claramente inaceptable
para la gran mayoría de catalanes ya que significa continuar en la situación
actual. Es el reto de las fuerzas democráticas no independentistas desarrollar
alternativas (como lo fue en su día el Estatut propuesto por el gobierno
Maragall) que compitan con la secesión como manera de resolver tales problemas
que no fueron resueltos en la primera transición por imposición del Monarca y
del Ejército. Ello requiere una reflexión sobre la necesidad de un proceso constituyente
para redefinir España y el Estado español, haciéndolo más democrático, más
justo, equitativo y plurinacional. Es imperativo que el problema nacional no
continúe ocultando el enorme problema social tan agudo que persiste en el país,
pues el problema nacional y social están causados por el enorme dominio que los
herederos de la dictadura continúan teniendo sobre el Estado español. De ahí
que aplauda la iniciativa de las nuevas izquierdas de convocar una Asamblea de
autoridades parlamentarias y municipales, pertenecientes a partidos y
movimientos sociales democráticos, para dialogar y proponer salidas a la
situación actual.
Y en este proceso, hay que considerar que es urgente que el Partido Popular
(causa de las mayores tensiones) deje de gobernar el país. Hoy, numéricamente,
es posible sustituirlo, creando a nivel del Estado una alianza entre los
partidos de izquierdas y los partidos nacionalistas. Y a nivel de Catalunya los
números también muestran que podría establecerse un gobierno de izquierdas que
sustituyera al gobierno actual dirigido por Convergència, que ha dominado la
Generalitat durante la mayor parte del periodo democrático, y que con el PP ha
sido corresponsable de la gran crisis social existente en Catalunya y en
España. Esto podría ocurrir ya, pero los movimientos sociales deberían
movilizarse y presionar para que ello ocurriera. Me temo que uno de los mayores
obstáculos vendrá no solo del aparato central del Estado, sino también del
PSOE, pues no ha aceptado todavía el plurinacionalismo que sus antecesores,
durante la resistencia antifascista, habían apoyado. Su temor a que desaparezca
el bipartidismo en España y la existencia de la resistencia del aparato que
perdió en las elecciones a Secretario General (pero continúa siendo potente en
su seno) está dificultando esta posibilidad. Espero que una movilización de sus
bases pueda una vez más forzar los cambios que permitan hacer la segunda
transición, resolviendo los grandes problemas que quedaron sin solventar en la
primera. Así lo espero por el bien de Catalunya y de España.
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