Por qué
iré a votar el 1-O
29/09/2017
ElHuffPost
Ineluctable e implacable se acerca el 1 de octubre. Me han preguntado qué
haré.
Si quien puede no detiene esta situación tan tremenda, angustiante y
peligrosa, iré a votar. Por muchas razones. Iré a votar a pesar de que el
referéndum esté suspendido (que es muy diferente de que sea ilegal, adjetivo
elevado a consigna repetida hasta la saciedad por tantos y tantos medios de
comunicación); iré a votar a pesar de saber que el referéndum no tiene las
mínimas garantías; iré a votar a pesar de tantas carencias. Y si alguien pone
el énfasis en remarcar sus defectos, tiene todo el derecho y nadie debería ni
piar, o tuitear, que viene a ser lo mismo.
Iré a votar y la razón principal es el íntimo convencimiento —lo
diré de forma no muy diplomática— de que si no hay una auténtica
multitud votando o intentándolo en cada ciudad, en cada pueblo, en cada urna,
esta vez, no es que nos pasarán por encima, es que nos pasará por encima una
apisonadora. Iré a votar porque es la única manera que se me ocurre de que
algún día podamos votar.
Iré a votar porque me parece un gesto mucho más bello y civilizado, una
expresión mucho más clara, digna y benigna, que ir a despedir a la policía y a
la guardia civil enarbolando banderas como si fueran espadas y profiriendo
impunes gritos de odio hacia la presunta banda adversaria como si policía y
guardia civil se fueran a la guerra. Me imagino la tristeza y la vergüenza
ajena bien involuntarias de tantas compañeras y amigas de Córdoba, de Sevilla,
de Huelva, de Zaragoza, de Valencia... Todo un mapa de sentimientos. De paso,
diré que me alegro con toda el alma cuando pienso que esta escena no puede
darse nunca al revés, no es ni tan siquiera imaginable.
Iré a votar porque la Audiencia Nacional ha admitido a trámite la denuncia
por sedición presentada por la Fiscalía contra las personas que participaron en
las protestas ante la sede de la Consejería de Economía del pasado miércoles
día 17.
Se destrozaron tres furgonetas, es verdad, y me sabe muy mal porque soy una
persona de orden, pero que esto sea lo único que puedan esgrimir para atribuir
una actuación tumultuaria a la gente que se manifestaba tras horas y horas de
roce continuo sin que saltara ninguna chispa entre fuerzas del orden y
manifestantes, muestra varias cosas: que el gobierno del Estado es capaz de
cualquier mentira, que nada lo detiene a la hora de actuar antidemocráticamente
(el estorbo que para el PP y sus adláteres y monaguillos es la democracia); que
hace días que buscan provocar una desgracia, quizás una muerte, para justificar
y legitimar su violencia y agresiones; que como ya intuíamos, aquello de «se
puede hablar de todo mientras no haya violencia» era un brindis al sol, regía
siempre que no se empezara a hablar de algo de lo que no querían que se
hablara.
Iré a votar para protestar de tantas mentiras.
(Ligado a esto, iré a votar porque me pone literalmente los pelos de punta,
la piel de gallina, expresiones como «actuaremos con proporcionalidad, firmeza
y mesura», «imperio de la ley», etc., que me retrotraen a aquellos «sin prisa
pero sin pausa», «no nos temblará el pulso» y tantas expresiones que no
quisiera haber vivido nunca; franquismo puro.)
Iré a votar para protestar de tantas mentiras. Por ejemplo, que se repita
una y otra vez, machaconamente, que en Cataluña los medios de comunicación no
son plurales. Pues comparen el número de cadenas de televisión que pueden verse
en Logroño o en Tarragona (y comprueben su audiencia); pues comparen un quiosco
de Lleida y uno de Cáceres. (Como soy una vieja feminista hace tiempo que
conozco la táctica de acusar a la otra de lo que tú haces.)
Que hablen de adoctrinamiento en las escuelas. Lo único que muestran es el
desconocimiento de cómo funciona el sistema educativo, de la diversidad del
profesorado, de cómo se hace una clase. (Incidentalmente diré que por mis
dedicaciones he ido a muchas escuelas e institutos del Estado, y justamente
siempre me ha llamado la atención que ondeen banderas; en Cataluña no suele
pasar, no ondea ninguna o casi ninguna, a ninguna directora, a ninguna junta,
se les ocurre izarlas.)
Iré a votar porque no confío en absoluto —aunque muchos naïfs opinadores
e inocentes tertulianas lo crean así— que Mariano Rajoy, el de la
pertinaz «algarabía», el principal culpable de este callejón sin salida, sí, el
que montó mesas petitorias para recoger firmas contra Cataluña, el que llevó —con
la ayuda del nefasto Federico Trillo— el Estatut a un Constitucional
secuestrado y hecho a su medida, quiera ahora arremangarse para arreglar un
problema que ha construido a pulso y a conciencia, que haga lo contrario a lo
que ha perpetrado hasta hora.
Iré a votar
porque no soy independentista y menos aún nacionalista. Porque me reconozco la
capacidad y soy mayor de edad. Porque ya no se puede aguantar más.
Iré a votar, por cierto, porque es perfectamente descriptible el estropicio
que haría actualmente el Constitucional si tuviera que pronunciarse sobre la
LOAPA (1981), uno de los pocos intentos de recentralización que ha fracasado.
Iré a votar porque recuerdo, por citar sólo dos casos protagonizados por
gente que de ninguna manera se puede confundir con la CUP. El primero, las
carcajadas y el desprecio que en Madrid suscitó un presidente como José
Montilla, cuando ya antes de la crisis, en 2007, fue y habló de «desafección».
El segundo, la befa y burla, la nula respuesta al grupo de empresarios y
empresarias que también en 2007 suplicaron educadamente que el aeropuerto de El
Prat se pudiera gestionar de manera autónoma y dejara de seguirse un modelo de
gestión centralista como el de Rumanía. Pues menos mal que se podía hablar de
todo. Carpetazo. ¿Qué se habrán pensado estos súbditos, estas ciudadanas de
segunda? ¿Qué salida dejaron; qué solución propusieron?
Iré a votar porque no soy independentista y menos aún nacionalista. Porque
me reconozco la capacidad y soy mayor de edad. Porque ya no se puede aguantar
más.
Iré a votar porque es insoportable que un tipejo como el reprobable y
reprobado fiscal general José Manuel Maza ose decir que me han abducido, que
nos han abducido, ¿pero qué se piensa? Cuando es Maza (hay nombres que imprimen
carácter) el abducido por el PP de Rajoy. Ir a votar será una soberana
respuesta.
Y si tiramos del hilo de la falta de respeto, de la mofa y de la
«algarabía», Rajoy en la rueda de prensa conjunta con Donald Trump acaba de
calificar la votación del próximo domingo de «alboroto», de «ruido»; debe ser
una aplicación práctica de su gran sentido común, de su grandeza de miras.
Iré pues a votar —aunque con miedo en el cuerpo— por
dignidad, para sobreponerme a tanto intento de humillación.
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