UN REPASO A… EL JUEZ PEINADO
Por Javier F. Ferrero
Hay figuras en la judicatura española que no necesitan presentación. No porque su trayectoria sea intachable o porque sus sentencias iluminen doctrina, sino porque su nombre aparece siempre en el mismo tipo de historias: causas que se estiran, decisiones que sorprenden, investigaciones que parecen más un guion que un procedimiento.
Juan Carlos Peinado es uno de esos nombres.
Un repaso general a su figura, sin filtros.
1. EL JUEZ QUE ACUMULA POLÉMICAS COMO QUIEN COLECCIONA SELLOS
Peinado no es un recién llegado. Lleva años protagonizando titulares por motivos que rara vez tienen que ver con un gran caso resuelto o una investigación impecable. Su carrera está jalonada de decisiones discutidas, de movimientos procesales que levantan cejas y de expedientes internos que, curiosamente, siempre terminan evaporándose en la nada.
No es un advenedizo, pero tampoco es un peso pesado. Es otra cosa: un juez que aparece cuando huele a política.
2. EL MAGISTRADO QUE SE QUEDÓ “ATRAPADO” EN PLAZA DE CASTILLA
A pesar de su longevidad como instructor, nunca dio el salto a órganos superiores.
Ni Audiencia Nacional.
Ni Tribunal Superior.
Ni mucho menos Supremo.
Sigue en un juzgado de instrucción de Plaza de Castilla, ese lugar donde se mezclan procedimientos menores con casos de tremendo impacto mediático.
Y cada vez que un asunto adquiere interés político, es curioso cuántos terminan recalando en su mesa o pasando, aunque sea un instante, por sus manos.
3. SU RELACIÓN CON LOS PLAZOS: O LENTÍSIMO O ESPASMÓDICO
Quien conoce sus causas lo sabe: Peinado tiene dos velocidades.
a) La velocidad tortuga:
– Procedimientos eternos
– Declaraciones duplicadas
– Pruebas ya vistas que se vuelven a pedir
– Diligencias sin sentido que congelan todo
b) La velocidad relámpago:
– Imputaciones sin sustancia
– Citaciones sorpresa
– Movimientos procesales abruptos con olor a titular
No es ritmo judicial. Es ritmo de relato.
4. NOMBRES PROPIOS QUE SIEMPRE APARECEN: POLÍTICA, EMPRESAS, GOBIERNOS
Si algo caracteriza su trayectoria es la extraña frecuencia con la que sus decisiones afectan a figuras políticas y asuntos con repercusión institucional. Peinado ha asomado la cabeza siempre que aparece un nombre propio que interesa a alguien: ministros, altos cargos, empresarios de relevancia pública, figuras clave de la administración.
No destaca por grandes operaciones de corrupción desmanteladas.
Destaca por estar en el lugar exacto cuando un caso puede generar ruido.
5. SU HISTORIAL DE “EXCESOS” SEGÚN SUS PROPIOS COLEGAS
No es Spanish Revolution quien lo dice. Lo han dicho fiscales. Lo han insinuado otros jueces. Lo han mordido asociaciones profesionales.
El murmullo es siempre el mismo:
“Peinado se excede.”
En imputaciones.
En formas.
En cómo estira los límites del procedimiento.
En cómo interpreta la competencia de su juzgado.
En cómo dirige su interrogatorio.
En cómo convierte un caso simple en un laberinto.
Nunca pasa nada. No hay consecuencias. Pero el ruido profesional existe. Y fuerte.
6. SU ESPECIALIDAD REAL: LA CAUSA QUE NUNCA TERMINA
Peinado no es el juez de las grandes resoluciones.
Es el juez de las causas que no cierran.
De las diligencias que se multiplican.
De las investigaciones que se eternizan sin avanzar ni morir.
De las fases intermedias donde se mantiene vivo un caso sin que nunca llegue a nada concreto.
Esa forma de trabajar es útil en un país donde la sospecha importa más que la acusación formal.
7. PEINADO COMO SÍNTOMA
Más allá de él está lo que representa:
Un tipo de juez con un poder desmesurado para alterar el clima político sin necesidad de presentar pruebas sólidas.
Un modelo de instrucción vertical, opaca y altamente personalista.
Un sistema donde un solo magistrado puede, con una firma, activar una crisis institucional, alterar la agenda mediática o erosionar un Gobierno.
Peinado es solo un rostro. El problema es la estructura que lo hace posible.
8. LA PREGUNTA QUE SOBREVUELA TODO
¿Por qué tantas piezas mediáticas sensible acaban en manos de un juez con este historial.
¿Casualidad.
¿Inercia.
¿O un ecosistema judicial que necesita ciertas figuras para ejecutar tareas que nunca se reconocen abiertamente.
Lo que está claro es esto:
Cuando el nombre de Peinado aparece, el caso deja de ser jurídico y se convierte en político. Y cuando eso pasa, la justicia pierde y las sospechas ganan.
Únete a nuestro proyecto: donorbox.org/aliadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario