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sábado, 20 de junio de 2015

Hemeroteca: Francisco Candel

FRANCISCO CANDEL

25/11/2007
Texto: Luis Viadel
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Candel y Viadel

Desde hace meses no respondía al teléfono, pero nunca terminas de hacerte a la idea y aunque parezca una contradicción esperas la mala noticia en cualquier momento. Ha llegado. Paco Candel ha muerto en una clínica de Barcelona en la madrugada de hoy viernes 23 de noviembre después de una larga enfermedad. Tenía 82 años.


Intento aclarar las ideas pero los recuerdos de más de cuarenta años se me amontonan en un gran desconcierto. Nunca olvidaré aquella Navidad por los años sesenta cuando aparecimos en vuestra casa de Port en Las Casas Baratas, el escritor Mateo Ríos y yo con una botella de “Garnacha” bajo el brazo que habíamos comprado con mucho esfuerzo en la Telaraña junto a la Plaza Palacio para ir a pasar la Nochebuena con vosotros. 

Maruja, Marujita, Paquito y tú nos estabais esperando. Nuestras respectivas patronas no eran partidarias de celebraciones y el hecho de encontrarnos tan lejos de nuestras familias (la distancia Valencia-Barcelona en aquel entonces lo era) hizo que nos abrieses tu hogar y tu familia, como lo viniste haciendo con todo el mundo a lo largo de tu vida.

La larga experiencia en el mar de Mateo Ríos le convertía, aquella noche, en el más autosuficiente de todos y preparó una gran tortilla de patatas que junto con un plato de aceitunas y el vino, degustamos felices mientras hablábamos de política, democracia, libertad, presos políticos, huelgas, la censura, literatura, poesía, pintura (quisiste ser pintor), el posible regreso de Gregorio López Raimundo… y los discursos de Fidel Castro, que alguien te había regalado, en unos discos de los que llamaban de “larga duración”.

No sabíamos si el Niño Jesús había nacido pero era Nochebuena y durante unas horas fuimos felices. Luego regresamos algo defraudados al haber sabido, por ti, quien era el ganador de un famoso premio literario que se fallaba en breve. Ríos tenía una moral de hierro pero habíamos estado trabajando muy duro (yo escribía la novela con una vetusta máquina, en una desvencijada mesa de madera en la playa de la Barcelonesa, mientras él me dictaba.

La patrona no le permitía encender la luz para estos menesteres y debíamos ingeniárnoslas) y luego comprobábamos que además de que era cierto, las páginas que habíamos pegado en una esquina, al recoger los originales, permanecían intactas.

Por aquel entonces ya habían vuelto las aguas a su cauce con lo de “Donde la ciudad cambia su nombre” y no temías por tu vida ni por la de tu familia, cuando tus personajes que probablemente no habían leído un libro en su vida y todavía menos tu novela, alguien les alertó y se sintieron ofendidos. Creo que andabas preparando el ¡Dios, la que se armó” donde explicabas toda esta aventura.

Recuerdo aquel colega-amigo, aunque no su nombre, que tenía una moto Vespa con sidecar y nos llevaba por los pueblos y los suburbios mientras ibas tomando nota del libro que publicarías y tanto éxito tuvo: “Els altres catalans”. ¿Cuántas ediciones se hicieron? O cuando pasaste por Valencia y viniste a visitarme con Fábregas, (ya vivía yo aquí) de camino al Rincón de Ademuz, lo que luego se convertiría en Viaje al Rincón de Ademuz descubriendo paso a paso el pueblo de tus padres y donde habías nacido: Casas Altas.

Antes apareció el “Han matado a un hombre han roto un paisaje” una joya literaria, muy amarga y triste, y una de las mejores novelas que se han escrito sobre nuestra Guerra Civil.

Hace ya algunos meses revisando papeles encontré una pequeña fotografía que nos hizo Mateo Ríos el día de la comunión de Marujita donde aparecía con tu mujer, Maruja, y detrás Tomás Salvador, tú y yo. Precisamente junto a la parroquia de la Mare de Déu del Port en la Zona Franca donde se ha celebrado tu funeral. Han leído un poema tuyo inédito titulado: Silencio. Y también :” El rector de la parroquia ha destacado durante el acto el compromiso de Paco Candel con la realidad social que le rodeaba dando voz a aquellos que no la acaban de tener, así como su defensa de los pobres, su elegancia espiritual, prudencia, respeto, ternura y sencillez”

Años más tarde cuando Tomás Salvador te encargó el libro “Barrio” al que yo aporté las fotos, aparecemos en la contraportada los dos, en una fotografía que nos hizo el profesor Gilabert en la terraza de tu casa, un día que nos peinamos toda la falda del Tibidabo en busca de un cabrero que nos habían dicho andaba por allí. Necesitábamos varios litros de leche de cabra que los doctores americanos habían recetado a los hijos del catedrático.

Nos vimos por última vez en una exposición que hacía en Valencia tu primo, el pintor Juan Genovés (tiene una calle aquí en Torrent) y a la que finalmente no pudo asistir. Nos hablamos de nuestros achaques y de la necesidad de cuidarnos. Me fui muy triste temiendo que sería el último abrazo que nos daríamos. Nos hicimos varias fotos con Joana, Reme y nosotros dos.

La capilla ardiente la han montado en el Palau de la Generalitat de Catalunya por donde han pasado infinidad de amigos y conocidos. Vi en la TV3 al ex.- presidente Jordi Pujol, muy emocionado, que te consideraba como un gran personaje de este siglo y celebraba el haberte conocido como parte de sus amistades. Ya me dijiste en cierta ocasión que te había regalado la insignia de oro que llevaba en su solapa y en acto solemne la Medalla de Oro de la Generalitat .

Te has ido un día después que Fernando Fernán Gómez, otro genio como tú, y pronto estarás junto a Maruja, Mateo Ríos, Tomás Salvador, Fábregas, Huertas, Gregorio, Francisco Rabal…Jose Luis Martin Curto, que estuvimos el día de tu homenaje, cuando pusieron tu nombre a la Biblioteca del barrio. Los verás a todos.

Dile a Ríos, que cuando nos encontremos de nuevo, tendrá que preparar otra gran tortilla de patatas (aunque no sea Nochebuena), para todos los amigos. Yo procuraré llevar el vino, pero no puedo garantizar que sea “Garnacha”.

Luis Viadel
         

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