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domingo, 2 de agosto de 2015

Las putas, como los políticos, también vamos al cielo.

Público
La «marca España», la familia y una casa putas
1.- La familia que trabaja unida permanecerá unida. Esta afirmación, discutible o no, parece ser la piedra de toque del nombramiento del ex ministro Wert como embajador de España en la OCDE, una institución que si desapareciera serían muy pocos quienes la lloraran.  No es el caso del autor del nombramiento, Mariano, que exclamaría como el rey nazarí «¡Ay de mi Alhama»!


Digamos que Mariano le ha hecho a Wert un regalo de bodas por su reciente matrimonio con una alta funcionaria de la OCDE. Que una dote de estas características haya causado estupefacción en las cancillerías no obsta para que Mariano, agradecido por los servicios prestados, haya respondido caballerosa y familiarmente. Y lo ha hecho con lo más cañí que tiene la política del Partido Apostólico: la familia en la significación que le da la santa iglesia católica, apostólica y romana. De manera que la familia Wert, otro de los emblemas de la marca España, trabajará unida para poder permanecer unida.   
2.- Pocas bromas con la familia como institución. Mucho se está comentando de la Operación Púnica, de sus tropelías, de sus relaciones verticales con el Partido Apostólico, de la millonada que se han llevado a los bolsillos sus protagonistas, deuteragonistas, figurantes y demás sujetos. Pero nada se ha dicho, al menos hasta la presente, del papel que ha jugado la familia en toda esa zahúrda. La familia en su sentido amplio. Por ejemplo, en el papel de los cuñados –pronúnciese esmeradamente cuñaos- en toda esa historia.  Los jerifaltes de la Púnica, todos ellos, se han apoyado en esa institución familiar, el cuñao, para rebañar al máximo la olla. Trabajo tienen, pues, los sociólogos y politólogos para estudiar esta figura emergente del cuñao en la vida política española y su potente relación con la cosa pública. De igual manera precisaríamos una mirada de los antropólogos sobre ese particular, amén de lo que plantee la teología sobre el papel del cuñao en la familia. No se olvide que el cuñao en su versión cañí es una expresión de la tan repetida marca España. Así, pues, la familia en su sentido amplio, con la agregación del cuñao, podría concitar un teologúmeno de nueva estampa: la familia que corrompe unida permanecerá unida.

3.- ¿Y qué decir del asunto? Se trata, no seamos cicateros en la valoración, de ¿marca España pata negra? Una afamada casa de putas –llamado púdicamente club de alterne- de la muy bizarra ciudad de Tudela subvenciona la celebración en el Cuartel de la Guardia Civil de la festividad de la Virgen del Pilar («que no quiere ser francesa, sino capitana de las tropas aragonesas») patrona del instituto armado.
Pues bien, el Observatorio contra la Corrupción, posiblemente gente pacata y asaz puritana, ha denunciado que el dueño del famoso lupanar «profesa amistad» con el capitán jefe del cuartel de la Benemérita. Que nosotros sepamos la denuncia no llega a más. De esta manera queda a salvo la honra de la familia del capitán, del capitán jefe, del capitán jefe de  la guardia civil.  Pero, en todo caso, también en este caso ondean las banderas de la marca España: el vínculo entre el picoleto, su casa cuartel y una casa de putas.

No compartimos las palabras del beato Fernández Díaz: «con independencia de que la finalidad sea buena", no  es "lo más adecuado" que un club de alterne haya podido sufragar los gastos de la festividad de la patrona de la Guardia Civil en el cuartel,  por lo que ha asegurado que este tipo de aportaciones "no se van a aceptar"».  Veamos: ¿por qué una casa de putas, que paga religiosamente sus impuestos, no puede alborozarse en financiar una celebración tan marca España pata negra como lo es la Pilarica? ¿Acaso el Galileo no compartió mesa y mantel con María Magdalena? ¿Quién se cree que es el beato Fernández para interferir en las relaciones de estas hijas del Señor que con el sudor de su frente hacen una aportación a Nuestra Señora la Virgen del Pilar? ¿No sabe el ministro que, desde los tiempos de Vespasiano, el dinero no huele?
Apuesto lo que sea que si esta situación se hubiera dado en un cuartel de la Legión, marca España, el ministro Morenés no hubiera sido tan sopladamente estirado.  


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