Buscar este blog

lunes, 17 de agosto de 2015

En un anciano País...(Poema)


Poema que mandó un lector al maravilloso y rancio periódico de Guadalajara, Nueva Alcarria, para que lo publicasen en la sección de "Cartas al Director". Para los que vivís en Guadalajara, sólo deciros que el personaje que lo publicó fue Pedrito, al cual le ha caído un apercibimiento y suspensión de empleo y sueldo. Para los que no sabéis quien es el tal Pedrito, sólo comentaros que es el nieto del fundador del periódico y que está en el mundo porque tiene que haber de todo. 
La casa real llamó no sé muy bien si al "señor" Félix Abánades o a Grupo Rayet  para pedir explicaciones por semejante publicación en el periódico... de ahí el castigo al responsable que lo editó: PEDRITO.


¿Y la casa Real tuvo la desfachatez de pedir explicaciones? 





En un anciano País 
existió una monarquía 
que comenzó en democracia 
y terminó en anarquía. 

En aquel reino reinaba 
una curiosa familia: 
un Borbón de nuevo cuño 
y una griega algo engreída 
que engendraron dos princesas 
y un príncipe en demasía 
por cumplir con la ley Sálica 
que consagraba la hombría. 

La cosa empezó a torcerse 
con las bodas de las hijas, 
algo ligeras de cascos 
y de moral distraída. 

La mayor, que era algo lela, 
pasó por la vicaría 
con un noble también lelo 
en la ciudad de Sevilla. 
Al poco tiempo parió 
un querubín de revista 

que devino en gamberrete 
con escasa puntería.


 

La segunda, buena jaca, 
se cameló a un deportista, 
que dejó a su antigua novia 
y se encoñó con la niña. 
De jaca pasó a coneja 
y cada año paría 
urdangarines de pro, 
chupones de dinastía. 

Y el principito heredero, 
cortejador de coristas, 
cayó por fin en el cebo 
de una artera periodista, 
divorciada y con más mañas 
que la puta Celestina; 
pero falló en la preñez 
por seguir la dinastía 
pues en lugar de un varón 
paría niña tras niña. 

Pero empiezan los problemas 
y la cosa se complica 
por culpa de estos gañanes 
que, de nobleza, ni pizca.


 

El noble rancio de Soria, 
bermudas y en zapatillas, 
paseaba por Serrano 
cual jocunda modistilla; 
circulaba en patinete 
con ignorante osadía 
saltándose a la torera 
direcciones prohibidas 

Y el Borbón mandó parar, 
se acabó la algarabía, 
suspendió la convivencia 
y se cargó una familia. 

El chico del balonmano, 
modelo de deportistas, 
se convirtió en un truhán, 
en un vulgar chantajista 
que, siendo duque de Palma, 
tuvo la necia osadía 
de estafar unos millones 
en tan reputada isla. 

Y el Borbón mandó parar, 
porque al duque sugería 
que se marchase del reino 
a ocultar sus fechorías. 
La justicia que no es lerda, 
apeló a su señoría, 
y es fácil que al señorito 
le caigan ciento y un días.


 

El príncipe mientras tanto 
afronta esta travesía 
sin saber que el gran patrón 
prepara una felonía. 

Sin encomendarse a nadie 
se ha ido de cacería 
a la sabana africana, 
solito y sin la Sofía, 
sabiendo que a la llegada 
le esperaba mis Corina, 
rubia y jacarandosa, 
cortesana la más fina. 

A la mañana siguiente 
salieron de cacería, 
cacería de elefantes, 
que es una cosa muy fina. 
Parece ser que cobraron 
colmillos de gran valía, 
y a celebrarlo montaron 
una generosa orgía.


 

El Borbón de las narices 
como un cosaco bebía, 
y apañó tan regia trompa 
que salió con alegría 
no a por rudos elefantes 
sino a trincarse a Corina 
que lo esperaba anhelante 
tras las leves celosías 
del bungalow colindante. 
Como al pendejo le ardía 
la cosa entre la entrepierna, 
pensando que ya subía 
al catre de aquella fiera, 
aceleró por la prisa 
y tropezó en un tablón 
y tropezó de tal guisa 
que se crujió la cadera 
y se le aflojó la picha.


 

Al monarca, trastornado, 
llevan a la enfermería, 
y al ver que es cosa muy seria 
llaman a Cancillería 
para repatriar al bobo 
y salvar la Monarquía.


 

Corina, desconsolada, 
triste, sola y compungida, 
se consoló con un negro, 
muy bien armado y sin prisas. 
Mientras, la consorte griega 
celebra Pascua Florida 
blasfemando porque el Rey 
la cuernea con Corina.
 


Esta es la historia, señores, 
del reino de Picardía, 
donde los nobles y reyes 
ejercen con alegría 
un papel desvergonzado, 
las más torpes tropelías, 
mientras el pueblo se jode 
y no le encuentra salida 
a los más duros problemas 
de su aperreada vida.



   

No hay comentarios:

Publicar un comentario