Los “privilegiados” pensionistas.
Vicente Clavero
1-1-16
Público
Hay que tener muy poca vergüenza para sugerir, como han hecho el
Gobierno y sus afines, que los jubilados son poco menos que unos privilegiados
porque ganaron poder adquisitivo en 2015. Para decirlo se escudan en que los
precios no subieron el año pasado (hubo inflación cero por primera vez desde
que existen registros), mientras que las pensiones se revalorizaron un 0,25%.
Visto así, quienes con tanto desparpajo
han aireado la buena nueva tienen toda la razón: los jubilados, al menos
nominalmente, ganaron poder adquisitivo en 2015. Lo que no se molestan en
explicar es a cuánto asciende esa mejora, que para los perceptores de una
pensión media de la Seguridad Social supone disponer de la impresionante
cantidad de 2,52 euros más al mes.
Además, la pérdida de poder adquisitivo
acumulada entre 2011 y 2014 es mucho mayor; concretamente, del 3,65% en el caso
de las pensiones inferiores a mil euros y del 4,6% en el caso de las que
superan esa cifra. Ni que decir tiene que pasará mucho tiempo hasta que los
jubilados recuperen todo el terreno perdido desde que se pusieron en marcha las
nefastas políticas de recortes.
Unas políticas, por cierto, que han
llevado el paro a los niveles más altos de la historia de España, al tiempo que
disminuían las prestaciones por desempleo. Y eso, como muchos de ustedes
probablemente sepan por experiencia propia, ha convertido las pensiones de los
mayores en el único medio para el sustento de familias enteras que no disponían
de ninguna otra vía de ingresos.
Es decir, que los jubilados no sólo han
perdido poder adquisitivo en los últimos cinco años, sino que viven bastante
peor, porque el dinero que reciben debe mantenerlos a ellos, a sus hijos y a
veces incluso a sus nietos. Todo un milagro si se tienen en cuenta que la mitad
de las pensiones de la Seguridad Social (unos cuatro millones y medio) ni
siquiera llegan a los 645 euros mensuales.
Hay
que tener muy poca vergüenza para sugerir, como han hecho el Gobierno y sus
afines, que los jubilados son poco menos que unos privilegiados porque ganaron
poder adquisitivo en 2015. Para decirlo se escudan en que los precios no
subieron el año pasado (hubo inflación cero por primera vez desde que existen
registros), mientras que las pensiones se revalorizaron un 0,25%.
Visto así, quienes con tanto desparpajo
han aireado la buena nueva tienen toda la razón: los jubilados, al menos
nominalmente, ganaron poder adquisitivo en 2015. Lo que no se molestan en
explicar es a cuánto asciende esa mejora, que para los perceptores de una
pensión media de la Seguridad Social supone disponer de la impresionante
cantidad de 2,52 euros más al mes.
Además, la pérdida de poder adquisitivo
acumulada entre 2011 y 2014 es mucho mayor; concretamente, del 3,65% en el caso
de las pensiones inferiores a mil euros y del 4,6% en el caso de las que
superan esa cifra. Ni que decir tiene que pasará mucho tiempo hasta que los
jubilados recuperen todo el terreno perdido desde que se pusieron en marcha las
nefastas políticas de recortes.
Unas políticas, por cierto, que han
llevado el paro a los niveles más altos de la historia de España, al tiempo que
disminuían las prestaciones por desempleo. Y eso, como muchos de ustedes
probablemente sepan por experiencia propia, ha convertido las pensiones de los
mayores en el único medio para el sustento de familias enteras que no disponían
de ninguna otra vía de ingresos.
Es decir, que los jubilados no sólo han
perdido poder adquisitivo en los últimos cinco años, sino que viven bastante
peor, porque el dinero que reciben debe mantenerlos a ellos, a sus hijos y a
veces incluso a sus nietos. Todo un milagro si se tienen en cuenta que la mitad
de las pensiones de la Seguridad Social (unos cuatro millones y medio) ni
siquiera llegan a los 645 euros mensuales.
Jactarse
en estas circunstancias de que los jubilados ganaron poder adquisitivo en 2015,
aparte de una mezquindad, es un insulto a la inteligencia. Entre otras
cosas porque el Gobierno que tanto se precia de ello ha demostrado una
incapacidad manifiesta para garantizar el futuro mismo de las pensiones, como demuestra el hecho de que en cuatro años
haya dejado a la mitad el fondo de reserva.
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