28-1-2016
Juan Tortosa
Público
Querido
Felipe, fuiste un encantador de serpientes, un jovencito dicharachero y
seductor que conseguiste estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Te
voté, Felipe, yo también te voté en el 82, pero ya te vi el plumero cuando
pocos días antes del referéndum de la OTAN, nos dedicaste el chantaje más
explícito de tu vida:
– Llamamos a votar SÍ a permanecer en la OTAN,
dijiste. Si sale NO, tendrá que ser otra persona quien lo gestione.
Te habíamos votado porque prometiste un referéndum
para sacarnos de la Alianza y lo convocaste para quedarnos. Nos vacilaste con
todo el equipo. Fue la primera vez que nos chuleaste descaradamente. Años
después, en 1993, redondeaste la faena cuando, habiendo perdido la mayoría,
dijiste haber entendido el mensaje, y resulta que lo que entendiste no fue que
tenías que mirar hacia tu izquierda, que fue lo que muchos creímos. Tú no, tu
manera de entender el mensaje fue… inaugurar la saga de pactos con los
nacionalistas de derechas que el tiempo ha revelado, en el caso de Catalunya,
como un hatajo de ladrones que han acabado dejando en ridículo a los de la
cueva de Alí Babá.
Continuaste luego mangoneando hasta que se se te acabó
la gasolina sin que nunca quedara clara tu responsabilidad frente a asuntos que
llevaron a la cárcel a personas de tu máxima confianza. Pudiste haberte
marchado con toda la gloria que alguna vez mereciste y acabaste yéndote
prácticamente con el rabo entre las piernas. ¡Qué pena, con lo que tú has
sido!. ¡Qué pena, lo mal que has envejecido!
Es una pena en lo que te has convertido pero, aún así,
todo quedaría en la esfera privada y nada tendríamos que decir si, una vez
retirado, te hubieras dedicado a tus cosas y punto. Pero es que no te estás quieto-parao ni un minuto y no dejas de dar por
culo día sí, día no y el de en medio también. Y lo haces además, convirtiéndote
en una estrella de las puertas giratorias y suscribiendo los postulados de la
derecha más recalcitrante. Desde tu atalaya venida a menos continúas
pontificando, dictando lecciones y diciéndonos a todos lo que tenemos que hacer
si no queremos que nos castigue mamá Merkel, la troika y el resto de amiguetes
con los que decidiste alinearte tirando por la borda cualquier momento de
flaqueza izquierdista de los que pudiste tener en tu vida. Si es que alguna vez
los tuviste.
Ya no cuela, Felipe. Ya no infundes respeto, ni mucho
menos miedo. Lo de este jueves en “El País” rebasa todos los límites de
previsibilidad de tu comportamiento: “Ni PP ni PSOE deberían impedir que el
otro gobierne” afirmas en ese periódico este 28 de enero en primera, a cuatro
columnas. ¿De verdad eres tú? ¿Qué queda de aquel Felipe que enamoró a más de
diez millones de españoles en 1982? ¿O ya eras así por aquel entonces y
conseguiste engañarnos a todos? ¡Qué pena, Felipe, qué pena!
No hay comentarios:
Publicar un comentario