Luis Gonzalo Segura
5-1-16
Público
La guerra es un gran negocio, al igual que los conflictos armados o los estados
fallidos. Hechos contrastados como que el día después de los
atentados de París subieron en la bolsa las acciones de las empresas vinculadas
a la industria armamentista o que la industria de las
armas en España haya multiplicado por 44 sus beneficios en los últimos quince
años así lo demuestran.
La última noticia no es menos alarmante: El Corte Inglés podría estar detrás de la fabricación
de los uniformes del ISIS. La mayoría de los medios han
omitido esta noticia, seguramente porque tendrán que anunciar el invierno, la
primavera, el verano, el otoño y las rebajas de estos centros comerciales.
Lamentable.
El Corte Inglés es, sin duda, una de las
empresas más siniestras de nuestro país. Está claramente vinculada al poder,
especialmente al Partido Popular, y cuando estos llegaron al
poder (2011), El Corte Inglés agonizaba (llegó a tener problemas de liquidez muy
serios en 2013). Cuatro
años después la recuperación es palpable (El Corte Inglés mejora su
beneficio por primera vez en seis años, 2015).
La labor de Manuel Pizarro, directivo
y adjunto a la presidencia (2014), persona muy cercana al PP
(famoso por el debate Pizarro-Solbes en 2008) ha sido fundamental… Intentaré
explicarlo mejor: la clave es fichar a un expolítico para saquear los
bolsillos de los ciudadanos.
Una de las denuncias que realicé en su momento fue lo
incomprensible que resultaba haber tenido tres uniformes diferentes en los
últimos ocho años de crisis y recortes. Puede ser que en las Fuerzas Armadas no hubiese dinero para el
mantenimiento de los helicópteros que no dejan de matar a los
militares que transportan o que nadie se plantease realizar el necesario gasto
en la renovación de las minas en mal estado que han matado a diez militares y
herido a varios más, pero cambiar la uniformidad para beneficio de El Corte
Inglés era imprescindible. Se
llegó al absurdo de tener tropas en mitad de frondosos bosques con trajes
áridos, algo así como linternas en la noche. Fue El Corte Inglés
el que ganó mucho dinero gracias a disparates como este.
Este centro está dirigido por Dimas Gimeno, candidato
por Falange en tres ocasiones, algo que sería incómodo, como
poco, para cualquier partido, pero para los populares no es problema alguno. El
Corte Inglés devuelve los favores en sus centros, en los que se venden
libros sobre cómo curar la homosexualidad a la vez que se esconden, ocultan o sabotean
aquellos libros o novelas que puedan resultar incómodos o críticos, como los
que he escrito sobre tráfico de armas o drogas y la vinculación de
personalidades muy conocidas (Código rojo).
El terrorismo debe dejar de ser un negocio
Lo primero que tiene que hacer la fiscalía es
investigar si los uniformes que portan los combatientes del ISIS han sido
fabricados por El Corte Inglés. Si esto es así deben producirse
detenciones, sanciones y condenas.
Por otro lado, a día de hoy nadie puede negar que la
financiación de los 60.000 combatientes del ISIS proviene de Arabia Saudí,
Qatar, Bahrein o Emiratos Árabes Unidos. Son demasiadas las voces que
denuncian este escándalo mientras que la comunidad internacional mira para otro
lado y la caja registradora sigue facturando. Está demostrado que estos
países financian o permiten que sus ciudadanos financien el terrorismo, por lo
que es necesario imponer sanciones duras a los mismos, presionar a sus empresas
y personalidades y, si hace falta, suspender o tensar las relaciones
diplomáticas con ellos. Por supuesto, alguien
le tiene que decir a los reyes, el emérito y el actual, que dejen de ser
campechanos con semejantes individuos. Nada de ir al Gran Premio de Bahrein o de permitir regalos como los coches
de alta gama que recibió el Rey Juan Carlos I.
Entiendo que no le haga gracia al Rey y a muchos otros
que se tomen medidas contundentes con aquellos que apoyan el terrorismo del
ISIS, dado que parecen ser muy amigos y hacer muy buenos negocios, pero es
necesario. La única forma
de terminar con el ISIS es cortar sus vías de financiación. Deben de
investigarse a las petroleras que compran su petróleo y sancionarlas, así como
a toda aquella empresa que participe directa o indirectamente. Esa es la mejor
forma de terminar con el ISIS.
Hay muchas personas que afirman que cambiar las
relaciones con los países mencionados puede tener consecuencias en la economía,
por ejemplo en la compra de barriles de petróleo. Hay que reconocer que así
sucedería, pero no para los ciudadanos, sino para los comisionistas que
intervienen en las compras. Entre ellos el Rey Juan Carlos, según Roberto
Centeno, exconsejero de una petrolera y catedrático de economía.
El 23 de junio de 2014 el
barril alcanzaba los 114 dólares, pero en la actualidad se vende por debajo de los 40
dólares. Ni que decir tiene que el consumidor no ha visto un
descenso de esa magnitud ni de cerca.
Es innegable
que estas tensiones podrían afectar a las inversiones realizadas por
qataríes en El Corte Inglés (unos 1.000 millones de euros), también favorecidas
supuestamente por su majestad el Rey Juan Carlos (¡no se le escapa una!), y a su venta de uniformes militares, pero es
necesario si queremos acabar con el terrorismo. No digo que sea fácil pues se
trata de una empresa, como antes he comentado, bastante siniestra, tanto que Óscar Areces, uno de los
hijos del cofundador, ha denunciado ser víctima de escuchas ilegales en su
teléfono móvil. Ahí es nada.
En esta tarea es de gran importancia que los
medios de comunicación dejen de difundir los vídeos en los que los
terroristas asesinan a sus víctimas o afirman estupideces del estilo de “pretendemos recuperar Al Andalus“, otorgándoles una valiosa promoción.
Diarios como El Mundo pierden
la credibilidad y hacen el ridículo dando cobertura a semejantes delirios.
No es cierto que 60.000 mercenarios pretendan
reconquistar Al Andalus, ya que sus objetivos son más
locales. De
hecho, lo que hay en juego ahora mismo en Oriente Próximo son varias luchas de
poder (suníes-chiíes, Turquía, Arabia Saudí e Israel- Irán y Siria, USA y
aliados-Rusia, China y aliados, etc)… Y
aunque lo fuera es por completo imposible.
Deberían informar sobre la financiación del ISIS
o explicar cómo han podido 60.000 mercenarios enfrentarse durante
varios años a USA, UE, Rusia, Turquía, Israel, Arabia Saudí,… que suman más de
4 millones de soldados y una superioridad abismal de armamento y recursos. Es evidente, pues, que la batalla que nos están
contando no es como nos la están contando y que todos estos países no pueden
estar luchando contra el ISIS porque la guerra ya se habría terminado hace
mucho tiempo. Lo que está sucediendo es que utilizan su supuesta
lucha contra el ISIS para enfrentarse entre ellos por sus verdaderos
objetivos.
Así pues, puede que la gran traición no sea negarse a
bombardear Oriente Próximo, sino ganar dinero con los conflictos armados,
los estados fallidos o las guerras, dejar de perseguir a estas empresas y
personalidades, no informar correctamente a los ciudadanos. Por tanto, la
próxima vez que se produzca un atentado del ISIS en Europa piensa que habrá
personalidades lucrándose, periodistas mirando para otro lado, miembros de la
justicia, la fiscalía y las FCSE sin hacer su trabajo…
El triunfo no es detener al pobre diablo que ha
sido seducido por las ideas del ISIS, sino terminar con aquellos que
se hacen ricos gracias al ISIS. La gran victoria es que nuestros reyes,
gobernantes y empresas dejen de negociar y compadrear con criminales de guerra,
promotores y financieros del terrorismo.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de
Tierra y autor de las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente”
(2014).
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