Diseñadora gráfica y hermana de uno
de los fallecidos en el accidente del Yak-42
Carta al exministro Trillo
10/01/2017
El Huffington Post
Señor Trillo:
Llevo casi 14 años esperando una
respuesta, esperando que usted tenga el valor de admitir sus errores, el mismo
valor que tuvo para meter a 62 personas en un avión en dudosas condiciones, el
mismo valor que tuvo para romper 62 familias, para arrebatar 62 vidas jugando,
usted y sus secuaces, a ser Dios. Creyéndose con derecho a partir mi vida por
la mitad, la mía y la de los demás. Usted, señor Trillo, es RESPONSABLE de la
mayor tragedia del Ejército español en tiempos de paz, y me niego a permitirle
ni una sola vez más usar la palabra accidente para definir lo que usted le hizo
a mi hermano y a sus compañeros. Porque eso, señor Trillo, eso no es un
accidente. Y antes de que se crea con conocimientos para rebatirme, haremos
algo. Le mostraré, ya que creo que la desconoce, la definición de accidente:
"Suceso imprevisto que altera
la marcha normal o prevista de las cosas, especialmente el que causa daños a
una persona o cosa."
Ahora vuelva a decirme que es un
accidente, que lo siguiente que puedo citarle, entonces, es el párrafo en el
que el Consejo de Estado menciona que usted y sus secuaces conocían perfectamente el estado de ese avión, las quejas
previas y la seguridad, que brillaba por su ausencia, que el milagro de todo
aquello era que no hubiese pasado nada.
Podría haberlo admitido señor
Trillo, podría haber pedido perdón únicamente, perdón. Está claro que no tiene
conciencia.
Me gustaría saber si les ha resultado interesante
silenciar el dolor para que 14 años después tengamos la herida más abierta que
nunca, para que 14 años después, el Yakolev siga estrellándose todas las
madrugadas en nuestras vidas
Me encantaría haberle tenido delante
en algún momento de estos casi 14 años para que me explicase usted POR QUÉ. Por
qué se creyó con derecho a jugar con sus militares, porque no veló por su
seguridad, por qué se rieron de nosotros con las NO identificaciones, cómo
dormía usted por la noche sabiendo que había entregado 30 cuerpos sin
identificar a sus familias rotas, CÓMO Y POR QUÉ, señor Trillo, cómo y por qué
usted y sus secuaces se creían con derecho a enviar cartas amenazantes donde
jugaban con la pérdida de nuestros seres queridos, donde nos instaban a
callarnos la boca, donde nos mencionaban lo poco orgullosos que estarían
nuestros muertos por nuestra actitud.
Me gustaría saber si les parecían
interesantes las conversaciones que escuchaban en nuestros teléfonos
intervenidos, me gustaría saber qué clase de ser humano envía la misma
necropsia a 62 familias, me gustaría saber si les ha resultado interesante
silenciar el dolor para que 14 años después tengamos la herida más abierta que
nunca, para que 14 años después, el Yakolev siga estrellándose todas las
madrugadas en nuestras vidas, para que 14 años después, mi hermano siga sin
poder descansar en paz con la tranquilidad de que ya se ha hecho justicia.
Y no me hable señor Trillo de
dinero, porque NUNCA hemos pedido dinero. O quizás se les debe de recordar a
ustedes aquel papel que quisieron hacernos firmar deprisa y corriendo,
anteponiendo una cantidad de dinero que no voy a mencionar porque era el precio
que ustedes ponían a la vida de mi hermano y sus compañeros, a cambio de no culpar
desde aquel momento en adelante ni a usted ni a sus secuaces de absolutamente
nada relacionado con el accidente. ¿Quieren que recordemos eso? Porque
recuerdo que no se aceptó, no se aceptó porque lo único que hemos pedido
siempre ha sido algo muy simple: JUSTICIA.
Me da usted vergüenza, me da usted
asco. Y solo espero que ahora, disfrace o no de voluntario su abandono de la
embajada en Londres, no tenga la poca vergüenza de ir al mismo Consejo de Estado que lo ha considerado a usted responsable
de la muerte de mi hermano y sus 61 compañeros.
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