¿Por qué un déspota como Juan
Carlos I no ha terminado en prisión?
Público
21 enero,
2017
Si atendemos
al diccionario de la RAE un déspota es “el soberano que gobierna sin sujeción a
ley alguna”, “la persona que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su
poder o autoridad” y/o “el hombre que ejercía el mando supremo en algunos
pueblos antiguos”. Por desgracia, Juan Carlos I ha encajado claramente en
dos de esas acepciones durante su reinado: careció de sujeción a ley alguna y abusó de su poder
o autoridad (en la actualidad se encuentra aforado y solo puede ser juzgado
por el Tribunal Supremo).
La Constitución
deja muy claro que el Rey (Juan Carlos I mientras lo fue y en la actualidad
Felipe VI) son figuras inviolables jurídicamente, es decir, en esencia son
personas que se encuentran al margen de la ley. Podrían entrar en un centro
comercial y aniquilar a centenares o miles de personas sin que
fuera posible condenarles con la legislación actual (solo
responderían patrimonialmente y no lo harían ellos). Se trata, evidentemente,
de un dislate más propio de regímenes crueles como Arabia Saudí
que de un país europeo. Quizá sea este uno los motivos de la bella
amistad que une a nuestra Familia Real con la monarquía de las
350 decapitaciones en tres años
último de
un largo listado de antecedentes escandalosos (al finalizar el texto se puede
leer un breve listado) ha sido la publicación en la que se afirma que Bárbara
Rey recibió 500 millones de pesetas de los ciudadanos para callar sobre unas
supuestas conversaciones que podrían haber hecho mucho daño a la monarquía,
aunque tal y como está configurado este país ello parece altamente improbable.
El asunto de Bárbara Rey era un secreto a voces desde hace muchos años, pero
nadie se atrevió a procesar a la más que posible chantajista ni a investigar si
el supuesto chantajeado habría pagado por su silencio y de dónde habría surgido
el dinero.
Lamentablemente,
ni siquiera este último escándalo y su acumulación a los anteriores ha
propiciado que los grandes medios de comunicación, la clase política, los
órganos competentes, la clase jurídica o los intelectuales de este
país planteen la necesidad de terminar con la inviolabilidad jurídica del rey,
la cual permiten comportarse al monarca de turno como un déspota al margen
de la legalidad, la moral y la ética. Parece increíble que en
nuestro país el rey no pueda ser juzgado como un ciudadano más.
Por otro
lado, cabría preguntarse qué habría pasado si cualquiera de los
escándalos de Juan Carlos I hubiera sido atribuido a un jefe
de Estado de cualquier país europeo. Dado que en Europa se avanza en el sentido de juzgar y condenar a un ex jefe de
Estado o un expresidente en caso de ser necesario, siendo Silvio Berlusconi o Jacques Chirac dos ejemplos de ello, habría sido más que
difícil que Juan Carlos I hubiera permanecido alejado de los juzgados y las
rejas en la mayoría de Europa. Mientras en Europa se avanza, en la siempre retrógrada
España sería inimaginable que Juan Carlos I o José María Aznar
fuesen juzgados, aunque es evidente que ambos lo merecen (junto a muchos otros
ex altos cargos políticos). Si somos honestos resulta innegable
que Juan Carlos I ha hecho méritos más que suficientes para sentarse
frente a un tribunal jurídico y, no tengo la menor duda, para enfundarse el
pijama de rayas y pasar una larga temporada entre rejas. Solo
la inviolabilidad jurídica y la connivencia de los grandes poderes han
evitado, por ejemplo, que su comportamiento entre julio de 1980 y el 23 de
febrero de 1981 le hubiera costado 30 años a la sombra.
Por
desgracia, España sigue siendo diferente y esa diferencia es clave en
nuestro retraso con respecto a Europa en muchos sentidos.
Más de 10 ocasiones en
las que Juan Carlos I debería haber sido investigo y posiblemente
condenado:
1. La hermana de
Juan Carlos I, Pilar de Borbón, ha tenido una cuenta en Panamá cuyas fechas
de apertura y cancelación coinciden casualmente con las de ascenso al poder del
rey emérito y su abdicación (con reunión de la junta una hora y media antes).
Según Pilar de Borbón, todo se debió a
lo atemorizada que se encontraba por ETA.
2. Corinna, otra amiga
entrañable del rey emérito, también tenía
una cuenta en Panamá y otra en Malta (y en unos cuantos sitios
más).
3. Entre 1 y 2
dólares por barril denunció Roberto Centeno, catedrático de economía y
exempleado de CAMPSA, que se embolsaba el rey en comisiones de
petróleo.
4. Las presiones y
su comportamiento antidemocrático con Adolfo Suárez no pueden
ser calificadas de otra forma que golpistas y ello sin entrar a analizar a
fondo su comportamiento el 23-F.
6. Manuel Prado y Colón de Carvajal, el
administrador privado del rey durante más de 20 años, fue condenado en
varias ocasiones y por varios delitos (dos años por el caso
Wardbase en el año 2004, un año de prisión por apropiación
indebida por un desvío de dinero del Grupo Torras en 2007 y tres
meses por apropiación indebida por el Grand Tibidado en
2008). Por no hablar de la cantidad de
líos en los que anduvo involucrado o el indulto por razonas
humanitarias que recibió.
7. La hija y el
yerno de Juan Carlos I se encuentran involucrados en un escándalo de corrupción y
no han faltado los que han sugerido de forma velada que Juan Carlos pudiera
haber sido conocedor y/o partícipe de dicha trama.
8. Más de 1.800
millones de euros de fortuna son atribuidas a Juan Carlos I sin
que se haya emprendido investigación alguna, aunque se trate de una cantidad
más que injustificable.
9. El Rey Emérito cuenta
con conocidos comerciantes de armas, como es el caso de
El Assir, y no es extraño que visite Arabia Saudí
para vender armas.
10. Juan, el padre del anterior rey,
dejó una fortuna en Suiza que fue repartida entre sus hijos. Un total de 728
millones de pesetas en tres cuentas en Suiza, paraíso fiscal,
fueron repartidos entre Juan Carlos, Margarita y Pilar. La Casa Real jamás
documentó las justificaciones que ofreció ni el caso fue investigado.
11. La cuenta
Soleado y la Gürtel son sombras evidentes sobre Juan Carlos I: “Javier
de la Rosa confesó al pequeño Nicolás, cuando éste se hacía
pasar por alto cargo, que había un depósito de 300 millones del rey Juan
Carlos I en la cuenta Soleado”. La cuenta Soleado está
vinculada, ni más ni menos, que con la mismísima trama de corrupción Gürtel.
12. El rey emérito, por si no fuera
poco, cuenta en su haber con episodios oscuros que han dado lugar a una gran
variedad de rumores: denuncias de paternidad, la muerte
accidental de una de tantas ‘amigas’ del rey (Sandra Mozarowski, casualmente
embarazada), las comisiones
de Corinna y su vinculación con los servicios secretos o
el fallecimiento de su hermano en un accidente tan desgraciado como
beneficioso.
Luis Gonzalo
Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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