POLÍTICA
22/05/2018
El 'zaplanazo'
El día que se
descubrió el pelotazo de Zaplana, el aznarismo se enfangó más y el PP volvió a
caer en el mar de la corrupción.
ElHuffPost
La calle Pascual y Genís está en pleno centro de Valencia. El centro del centro, con el metro cuadrado por las nubes. Y hoy su pudiente vecindario se ha encontrado con la operación Erial de la UCO por blanqueo de capitales y cohecho. El objetivo: ¡la casa de Eduardo Zaplana! Se ha desvelado que el 'pelotazo' valenciano también se llamaba 'zaplanazo'.
La calle Pascual y Genís está en pleno centro de Valencia. El centro del centro, con el metro cuadrado por las nubes. Y hoy su pudiente vecindario se ha encontrado con la operación Erial de la UCO por blanqueo de capitales y cohecho. El objetivo: ¡la casa de Eduardo Zaplana! Se ha desvelado que el 'pelotazo' valenciano también se llamaba 'zaplanazo'.
Zaplana
se había librado hasta el momento de imputaciones, había serpenteado los casos
mientras caían los popes del PP valenciano durante las últimas décadas. Pero
hoy la Guardia Civil le ha arrestado mientras salía a primera hora de su casa:
luego un registro de más de cinco horas en su elegante piso y posterior
traslado para investigar su casa en Benidorm (Alicante).
Detrás de todo hay una
investigación coordinada por el juzgado número ocho de Valencia, en la que ha
aflorado el supuesto cobro de unos diez millones de euros en comisiones
ilegales recibidos por el Gobierno de la Generalitat en la época de Zaplana por
adjudicación de contratos públicos. En el punto de mira: las adjudicaciones de las ITV y del plan eólico.
Un entramado en el que
están implicados también empresarios como Vicente y José Cotino, sobrinos del
antaño todopoderoso Juan Cotino. Además, figuran entre los detenidos Juan
Francisco García, ex jefe de gabinete de Zaplana y ex presidente del club de baloncesto
Estudiantes, y Joaquín Barceló, ex director de Relaciones Institucionales de
Terra Mítica.
El fango del aznarismo
Otro mito caído del PP. Zaplana, aquel hombre crecido
al calor de la efervescencia política y económica de la costa valenciana de los
noventa, ocultaba una trama de saqueo público. Otra más del PP, que sigue
acumulando más allá incluso de las que podían imaginarse. En las últimas
semanas le siguen saliendo escándalos como las imputaciones de Cristina
Cifuentes por el caso de su máster o de Alberto Ruiz-Gallardón, por el caso
Lezo. Y hoy mismo hasta el secretario de Estado de Hacienda ha sido imputado
por el caso de las fuentes cuando era alcalde de Jaén.
Imputaciones de ayer y hoy. Además, la detención de Zaplana
vuelve a hundir la imagen del aznarismo. De
aquella época se vendió el milagro económico de España, la entrada en el euro,
la modernización de España... Ya no se escuchan aplausos para aquellos
ministros Rodrigo Rato, Ángel Acebes, Jaume Matas, Federico Trillo. Esa España
de la burbuja y del pelotazo que ahora pasa por los juzgados a ritmo de
tarjetas black o de ayudas a Nóos.
Solo quedan Mariano Rajoy y
Javier Arenas en primera línea de aquella época. Hoy el presidente ha guardado
silencio, se ha limitado en un acto a decir "muy bien, gracias"
cuando le intentaban sonsacar algo sobre Zaplana. Los dos compartieron gabinete
y Rajoy le confío la portavocía del PP tras perder el Gobierno en 2004.
Entonces se convirtió en su ariete más agresivo, que disparaba al PSOE con la
teoría de la conspiración y el 'España se rompe'. Luego los que rompieron
fueron ellos dos tras el fracaso de 2008.
Y es que la historia de Zaplana también es la
historia del exceso fallero del PP en la Comunidad Valenciana. Una novela de
éxitos electorales, pero que escondía detrás megalomanía, comisiones y
ansiosos empresarios con ansias de hacer dinero.
En actos y mítines se mezclaban políticos como Carlos
Fabra, Rita Barberá, José Luis Olivas, Sonia Castedo, Francisco Camps, Eduardo
Zaplana, Juan Cotino, Milagros Martínez 'La Perla', Alfonso Rus... con
personajes como Francisco Correa, Álvaro Pérez 'El Bigotes' y los sobrinos de
Cotino. Dos décadas de votos y de 'eriales' de corrupción. Hasta se ha
reconocido en sede judicial esa financiación
irregular del partido.
Hoy el PP valenciano recuerda con pavor aquellos
años, pero a la vez se sabe hundido electoralmente. Todo ello con un gobierno
autonómico ahora del
PSOE y Compromís, que confía en volver a repetir la fórmula en 2019,
y con un Ciudadanos al alza en las encuestas. Hoy desde Podemos, en alto, y
algunos del PP por lo bajo, se ha intentado vincular la expansión de Ciudadanos
con afines a Zaplana precisamente.
La calle Génova ha intentado frenar el daño de manera
inmediata. Antes incluso de tomar la decisión, el coordinador general, Fernando
Martínez-Maillo, anunciaba en los pasillos del Congreso que lo iban
a suspender de militancia. Se vuelve a la teoría que son cosas del pasado, que
no tienen nada que ver con la actual dirección. Rajoy es experto en este tipo
de intervención.
Pero por mucho que se intente esconder, el PP es consciente de
Zaplana es el segundo presidente de los cuatro que ha tenido en esa comunidad
detenido y el tercero investigado por la Justicia. La Comunidad Valenciana era
su gran símbolo, junto a Madrid, donde tampoco se salvan con las imputaciones de
Ignacio González, Alberto Ruiz-Gallardón y Cristina Cifuentes. Sus grandes
feudos son hoy paradigma de tramas corruptas.
En el caso Erial, la operación se ha
desencadenado al detectarse la repatriación de parte de ese dinero que estaba
oculto en paraísos fiscales. La Guardia Civil tiene ahora más material después
de llevarse varias cajas con material de la casa de Zaplana, además se han
requisado dos coches de alta gama.
La detención de Zaplana ha supuesto también el fin inmediato de su
relación laboral con Telefónica, la empresa en la que recaló tras su salida de
la política en 2008. Hoy sus compañeros del PP intentaban pasar de puntillas e
incluso algunos no les sorprendía la detención.
El portavoz en el Congreso,
Rafael Hernando, que siempre ha secundado la dura oposición, ha dicho que no se
sentía decepcionado por Zaplana: "No tengo sentimientos de ese
tipo".
Todo con el ritmo del venerado Julio Iglesias, al que Zaplana
contrató para promocionar la Comunidad Valenciana: "soy un truhán, soy un
señor..."
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