Publicado el 30 ene 2015
La
mayoría de ustedes, queridos lectores (alemanes), tendrán una idea preconcebida
sobre de qué trata este artículo antes de haberlo leído siquiera. Les ruego que
no sucumban a semejantes preconcepciones. El prejuicio no ha sido nunca una buena guía,
especialmente durante periodos en los que una crisis económica refuerza
estereotipos y genera ignorancia, nacionalismo e incluso violencia.
En 2010 el estado griego dejó
de ser capaz de pagar sus deudas.
Desafortunadamente, los responsables europeos decidieron fingir que el problema
podría ser superado mediante del mayor préstamo de la historia, con la
condición de una austeridad fiscal que, con precisión matemática, hundiría los
ingresos nacionales de los que salía el pago de la deuda, tanto de la anterior
como de la nueva. Así, un problema de insolvencia se resolvió como si fuese un
caso de falta de liquidez.
En otras palabras, Europa adoptó las tácticas de los peores
banqueros, quienes se niegan a reconocer préstamos malos y
prefieren conceder otros nuevos a la entidad insolvente, de manera que puedan
fingir que el préstamo original está funcionando, cuando realmente lo que se
logra es extender la bancarrota en el futuro.
No se necesitaba más que sentido común para ver que la
aplicación de la táctica “prolongar y fingir” llevaría mi país a un estado trágico.
Así, en lugar de la estabilización de Grecia, Europa estaba creando las
circunstancias para una crisis autoalimentada que socava los cimientos de
Europa misma.
MI partido, y yo personalmente, disentimos firmemente con el préstamo de mayo de 2010 no porque
ustedes, ciudadanos de Alemania, no nos dieran suficiente dinero, sino porque
nos distéis demasiado, mucho más de lo que deberíais haber concedido, y nuestro
gobierno aceptó más, mucho más de lo que tenía derecho a aceptar.
Dinero que, en todo caso, ni ayudó al pueblo griego (que estaba siendo arrojado
al agujero negro de la deuda insostenible) ni atajó el crecimiento desmedido de
la deuda nacional, y todo con un gran costo para los contribuyentes griegos y
alemanes.
De hecho, incluso después de
que haya pasado un año entero, desde 2011 en adelante, nuestras predicciones se
confirmaron. La combinación de nuevos y gigantescos préstamos con asfixiantes
recortes en el gasto público no solamente no lograron controlar la deuda, sino
que además castigaron a los ciudadanos más débiles, convirtiendo a gente que
hasta entonces había vivido una existencia mesurada y modesta en pobres y
mendigos, negándoles, sobre todas las cosas, su dignidad.
El colapso de ingresos provocó
la ruina de miles de empresas, reforzando el poder oligopólico de las grandes
firmas supervivientes. Así, los
precios han ido cayendo, pero más lentamente que nóminas y salarios,
deprimiendo la demanda de bienes y servicios, y destrozando los ingresos
nominales mientras la deuda continuaba con su crecimiento inexorable. En este
escenario, el déficit de esperanza se aceleró incontrolablemente, antes de que
pudiésemos darnos cuenta, el “huevo de la serpiente” eclosionó, con el
resultado de bandas neonazis patrullando nuestros barrios, difundiendo su
mensaje de odio.
A pesar del fracaso evidente de la lógica de “extender
y fingir”, esta todavía se aplica hoy día. El segundo “rescate” griego,
aplicado en la primavera de 2012, añadió otro enorme préstamo sobre los
debilitados hombros de los contribuyentes griegos, pulverizando nuestra reserva de la seguridad social y financiando
una despiadada cleptocracia nueva.
Respetados analistas han hecho referencia recientemente
a la estabilización de Grecia, incluso a signos de crecimiento. Por desgracia,
la “greecuperación” es un espejismo que debemos evitar lo antes posible. El
reciente y modesto crecimiento real del PIB, en el entorno del 0,7% no señala
el final de la recesión (como ha sido proclamado) sino, más bien, su
continuación. Piénsenlo: las mismas fuentes oficiales dan, para el mismo
cuatrimestre, un índice de inflación de -1,80%. Esto es, deflación. ¡Lo que significa que el crecimiento del 0,7% del PIB real se debe
a un índice de crecimiento negativo del PIB nominal! En otras palabras, lo que
ha ocurrido es que los precios disminuyen más rápidamente que el ingreso
nacional nominal. ¡No es exactamente una causa para proclamar el fin de seis
años de recesión!
Permítanme que les diga que este lamentable intento de
montar una nueva versión de “estadísticas griegas”, con el objetivo de declarar
terminada la actual crisis de Grecia, es un insulto para todos los europeos
que, por lo menos, se merecen la verdad acerca de Grecia y de Europa. Seré
franco: la deuda griega es insostenible actualmente y nunca será devuelta,
especialmente cuando Grecia está siendo sometida a una constante asfixia
fiscal. La insistencia en estas políticas sin salida, y en la
negación de la simple aritmética, le cuesta al contribuyente alemán muchísimo,
mientras, al mismo tiempo, condena a una orgullosa nación europea a la
indignidad permanente. Y lo que es peor: a este ritmo, más pronto que tarde,
los alemanes irán contra los griegos, los griegos contra los alemanes y, de
manera poco sorprendente, el ideal europeo sufrirá fallas catastróficas.
Alemania, y en particular los esforzados trabajadores
alemanes no tienen nada que temer de la victoria de SYRIZA. Nuestro objetivo no
es enfrentarnos a nuestros socios. No es asegurar préstamos más grandes o,
equivalentemente, mayores déficits. Nuestro objetivo es, más bien, la
estabilización del país, presupuestos equilibrados y, por supuesto, el fin del
exprimir a los contribuyentes griegos en el marco de un préstamo que es,
simplemente, impagable. Estamos comprometidos a terminar con la
lógica de “extender y fingir”, pero no contra los ciudadanos alemanes, sino con
una visión de ventajas mutuas para todos los europeos.
Estimados lectores, entiendo
que, tras vuestra “demanda” de que nuestro gobierno cumpla con todas las
“obligaciones contractuales”, se esconde el miedo de que si vosotros nos dejáis
a los griegos un poco de espacio para recuperarnos, volveremos a las viejas y
malas costumbres. Reconozco y respeto esta preocupación. Sin embargo, déjenme
decirles que no fue SYRIZA la que incubó la cleptocracia que hoy finge suspirar
por “reformas”, siempre y cuando dichas “reformas” no afecten sus mal habidos
privilegios Estamos preparados y deseamos introducir reformas profundas, para
las que buscamos el mandato de los electores, naturalmente en colaboración con
nuestros socios europeos.
Nuestro objetivo es crear un New Deal europeo, dentro del cual nuestro pueblo pueda respirar, crear y
vivir en dignidad
Una gran oportunidad para
Europa ha nacido en Grecia. Una oportunidad que Europa no puede permitirse
perder.
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