El líder de los romanones es titular del 33% de la herencia donada a los
pobres por la farmacéutica de Órgiva
AMINA NASSER / 15 Feb
2015
Nadie sabe a
ciencia cierta a cuánto ascendía la fortuna de doña María, la boticaria de
Órgiva (Granada) que falleció en octubre de 2008. Nadie salvo sus albaceas, dos
sacerdotes. A saber, Francisco José Campos Martínez, juez eclesiástico
suspendido en sus funciones, que no cesado, y uno de los doce imputados en el
caso de los abusos sexuales que investiga el Juzgado de Instrucción número 4 de
Granada, y Juan Carlos Moreno Muñoz, actualmente párroco de San Gabriel de
Loja. La boticaria no los nombró herederos de sus bienes. Les encargó
cumplir su última voluntad y custodiar sus propiedades hasta repartirlas entre
los herederos. En este caso, eran herederos sin nombres, los pobres,
genéricamente.
Doña María
confió en sus dos albaceas para que ellos decidieran cómo repartir su herencia,
para que determinaran quiénes eran pobres. Lo que hicieron los curas con la
herencia, con las cuentas corrientes y la fortuna que dicen que tenía la
boticaria, solo lo saben ellos, aunque ya empiezan a encajar algunas piezas del
puzle.
El sumario
del caso los ‘romanones’, que ha desvelado en exclusiva andalucesdiario.es,
evidencia que buena parte de las propiedades de la farmacéutica de Órgiva están
en manos de los curas: de los dos albaceas y del líder del grupo, Román
Martínez Velázquez de Castro.
EL REGISTRO
NO ENGAÑA
Los datos
del Catastro incorporados en el sumario confirman que el sacerdote Román
Martínez de Castro, que tiene a su nombre 18 propiedades, algunas heredadas y
otras adquiridas por compraventa, posee el 33,33 por ciento de locales
comerciales y viviendas en Órgiva. Son los locales y las viviendas que la
boticaria puso en manos de los dos curas a los que nombró albaceas para que los
distribuyeran entre los pobres. Pero los titulares de esos inmuebles son los
curas. Los dos albaceas poseen el 33,33 por ciento cada uno. El
33,33 por ciento restante está inscrito a nombre de Román.
Se trata de
un local de 74 metros cuadrados, otro, de 116 y una vivienda de 212 metros
cuadrados. Según se deduce de los datos contenidos en el sumario, los dos curas
a los que la boticaria nombró albaceas se quedaron nominalmente con esas
propiedades, que compartieron a partes iguales con el líder del grupo, según se
deduce de las notas del registro de la propiedad que constan en el sumario.
El asunto,
aparentemente, resulta bastante turbio. De hecho, aparece en las conversaciones
telefónicas que forman parte del sumario.
UNA
CONVERSACIÓN A ALTAS HORAS
El día 22 de
noviembre, dos días antes de su detención, Román recibe una llamada a altas
horas de la noche.
-Hola,
Román, buenas noches.
-Hola… ¿qué
tal?
-Disculpa
que te moleste a estas horas.
-No te
preocupes.
-Para ver si
es posible que me dejes, pues hemos visto que ha salido una foto del testamento
de la señora de Órgiva.
– ¿Ah, sí?
-Ha salido
una entrevista por la cadena SER bastante delicada, ¿vale?, entonces para ver
si es posible que mañana me facilites fotocopia de toda la
documentación de la que hemos hablado, desde su testamento, copias simples,
escrituras.
-Todo eso,
lo que pasa es que es difícil, tendría que ir a los notarios y todo…
-Pensábamos
que las tenías tú a mano, aunque no sean las originales.
-Fotocopia
sí, con la fotocopia te la puedo hacer mañana.
-Sí, de todo,
absolutamente todo, tanto de las viviendas como si tenéis testamento de la
mujer, ¿vale?
-Sí, sí.
-Era por
eso, ¿vale?, cuando te venga a ti bien, a la hora que te venga bien y donde te
venga bien, eso no es problema.
-Yo lo
preparo y mañana te lo doy.
-Ya está,
perfecto, estupendo.
A la mañana
siguiente, Román queda con su interlocutor para llevarle los documentos, según
se deduce de las escuchas telefónicas. Lo que llama poderosamente la atención
es que el sacerdote a quien consideran líder del grupo posea el 33,33 por
ciento de los bienes inmuebles de la farmacéutica de Órgiva. En el
testamento de doña María, al que ha accedido andalucesdiario.es,
no aparece el nombre del cura para nada. La boticaria no habla de
donaciones y solo pide que sus bienes sean repartidos entre los pobres, encargo
que encomienda a los dos sacerdotes a los que nombró albaceas (no a Román). La
mujer, profundamente religiosa, modificó su testamento hasta en tres ocasiones
para nombrar a albaceas de su hacienda a los sacerdotes Francisco José Campos
Martínez, y Juan Carlos Moreno Muñoz.
Según el
informe patrimonial de los imputados contenido en el sumario, el local que
ocupó la botica y la propia vivienda de la farmacéutica es hoy propiedad de los
tres curas. ¿Son los pobres innominados a los que la farmacéutica quiso dejar
sus bienes? La mujer, que se confesaba “católica, apostólica y romana”, no
hubiera dejado la gestión de su capital en manos de quienes hoy protagonizan
una historia que gravita sobre más de un pecado capital, amén de otras acciones
supuestamente delictivas. La investigación judicial ha desvelado que parte de
sus bienes están en manos de los propios curas que debían repartirlos entre los
pobres. Todo lo demás, el destino del dinero que poseía en cuentas corrientes,
es un misterio.
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