Las
carga el diablo
Las
trituradoras y la descomposición del PP
Juan
Tortosa
Público
29-5-2015
Rajoy el Destructor de Documentos
–
Niño, trae la trituradora y date prisa, que nos pilla el toro.
Y el dilecto y diligente subordinado, consciente de la
cercanía del fatídico 13 de junio, fecha de la toma de posesión de las
nuevas alcaldías, se pone a la faena sin perder un minuto. Los documentos
comprometedores, uno tras otro, van quedando hechos fosfatina. Con discreción,
sobre todo con mucha discreción, que parezca un accidente… Pero claro, siempre
hay a quien le puede la ansiedad y descuida algún detalle:
Al alcalde saliente de Moralzarzal (Madrid) lo pillan
llevándose del ayuntamiento cajas de documentación:
– Lo que me llevo son mis pertenencias personales
acumuladas durante 20 años, contesta cuando le piden explicaciones.
Aparecen cinco contenedores con decenas de bolsas
llenas de documentos triturados en Montalbán, una de las calles de acceso
al Ayuntamiento de Madrid.
– Es que tenemos problemas de espacio, argumentan, y
además la destrucción de documentos es una práctica habitual.
¿Cuántos discos duros se estarán quedando estos días
limpitos en muchos de los ayuntamientos donde sus actuales corporaciones van a
ser desalojadas?
¿Cuántas dificultades tendrán los recién llegados para
poner las cosas en orden?
¿Cuántos marrones heredarán?
¿Cuántos contratos hipotecarán buena parte de sus
programas políticos y dificultarán la puesta en marcha de sus prioridades?
¿Por qué tienen que pasar tantos días entre la
celebración de las elecciones y la toma de posesión de los nuevos equipos de
gobierno?
Desde el pasado lunes vivimos en una película de
suspense permanente, alimentada sobre todo por quienes se resisten como gato
panza arriba a admitir los resultados electorales. Que tienen que digerirlos,
dicen. Y mientras tanto, atragantados, van sembrando la discordia por las
esquinas e intentando meter el miedo en el cuerpo al personal:
– Que se acaba la civilización occidental, que violan
a las monjas, que queman las iglesias, Venezuela, Hitler, el Estado Islámico…
Las sombras de Tamayo y Sáez planean de nuevo, doce
años después, por los mentideros madrileños y nadie respirará tranquilo
hasta que Manuela Carmena tome posesión de su cargo. En Madrid y en muchos
otros ayuntamientos de todo el país nadie se atreve a decir “fú” hasta que pase
el último gato.
Hay que levantar las alfombras cuanto antes, pero…
¿quedarán alfombras el día 13 o estarán todas trituradas también? Experiencia
en borrar rastros no les falta a quienes han pasado años y años calentando
poderosos sillones. “Ni hay pruebas ni las habrá” ¿cuántas veces habremos
escuchado esa frase, o alguna parecida, pronunciada desde la suficiencia que
otorga la sensación de impunidad, la costumbre de abrir la boca y comprobar
cómo siempre hay alguien dispuesto a cumplir tus órdenes, sean las que sean?
– Insensatos, pensáis que me vais a pillar, pero lo
lleváis claro -piensan. Por mucho que investiguéis, os va a salir el tiro
por la culata.
Costará seguir el rastro de a quiénes beneficiaron
según qué contratos o concesiones, se sudará para demostrar sobreprecios,
adjudicaciones sospechosas y demás componendas… Pero aún así, empezaremos a ver
salir a flote casos como el de este viernes en Valencia, en el que ha sido
detenido nada menos que el delegado del Gobierno. Se le investiga por presuntos
favores hechos a una empresa a la que se adjudicaron contratos para la
extinción de incendios cuando era Consejero de Gobernación.
¿Se está descomponiendo el PP? El mismo domingo
electoral, uno de los acólitos peperos más sobresalientes hablaba en la
tele de “ucedización” del partido y, cuando aún el escrutinio estaba en su
primera fase, ya estaba pidiendo que el día siguiente rodaran cabezas en Génova
13.
Se les está desmoronando el chiringuito y entre
puñalada y puñalada, entre desencuentros, desautorizaciones y mosqueos varios,
se escuchan cada vez más fuertes los gritos que anuncian la inminencia de la
debacle:
– ¡Sálvese quien pueda!
– Pero eso sí, niño, antes trae la trituradora y deja
las mesas como patenas. Y las estanterías, y los cajones, y los discos duros
bien limpitos. Que no quede ni rastro.
Los que entren en los ayuntamientos el día
13 no van a tener problema para trabajar cómodamente. Se van a encontrar
los ordenadores, con todos sus gigas de memoria vacíos y a disposición de los
responsables de la nueva gestión. Esa gestión en la que, los ingenuos de
siempre, tenemos puestas todas nuestras esperanzas. Esta vez no, por favor.
Esta vez no nos vayáis a fallar también.
J.T.
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