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domingo, 6 de septiembre de 2015

Felipe González y Cataluña


A los catalanes
La propuesta que hace Junts pel Sí, esa extraña coalición unida solo por el rechazo a España, puede ser el comienzo de la verdadera “vía muerta” para Cataluña. Rompiendo la legalidad, nadie que tenga la obligación de cumplir la ley va a negociar nada
Hace casi dos décadas que salí de la presidencia del Gobierno de España. No tengo responsabilidades institucionales ni de partido. He recuperado la sencilla condición de ciudadano, aunque en todo momento comprometido con nuestro destino común. Por ese compromiso con España, espacio público que compartimos durante siglos, me dirijo a los ciudadanos de Cataluña para que no se dejen arrastrar a una aventura ilegal e irresponsable que pone en peligro la convivencia entre los catalanes y entre estos y los demás españoles.
Siempre he sentido gratitud por vuestro apoyo permanente y mayoritario para la tarea de gobierno. Siempre, incluso cuando este apoyo era declinante en el resto de España. Y gracias a esta sintonía he podido representaros con orgullo, como a todos los españoles, en Europa, en América Latina y en el mundo. Con vuestra confianza hemos progresado juntos, durante muchos años, superando la pesada herencia de la dictadura, consolidando las libertades, sentando las bases de la sociedad del bienestar y reconociendo, como nunca antes en la historia, la identidad de Cataluña y su derecho al autogobierno.
He creído y creo que estamos mucho mejor juntos que enfrentados: reconociendo la diversidad como una riqueza compartida y no como un motivo de fractura entre nosotros. Para mí, España dejaría de serlo sin Cataluña, y Cataluña tampoco sería lo que es separada y aislada.
Felipe González ha advertido que "la independencia de Cataluña es imposible" y que "galopar hacia un imposible" puede "provocar una fractura política y social que cueste 30 o 40 años" solucionar.

La idea de “desconectar” de España, como propone Artur Mas, en un extraño y disparatado frente de rechazo y ruptura de la legalidad, tendría unas consecuencias que deben conocer todos:
He creído y creo que estamos mucho mejor juntos que enfrentados


— Desconectarían de una parte sustancial de la sociedad catalana, fracturándola dramáticamente. Ya se siente esa fractura en la convivencia, y se empiezan a oír voces de rechazo a los que no tienen “pedigrí” catalán. Esos ciudadanos catalanes se sienten hoy agobiados porque se está limitando su libertad para expresar su repudio a esta aventura, porque le niegan o coartan su identidad —catalana y española— que viven como una riqueza propia y no como una contradicción.
— Desconectarían del resto de España, rompiendo la Constitución, y por ello el Estatuto que garantiza el autogobierno, y la convivencia secular en este espacio público que compartimos. En el límite de la locura, empiezan a ofrecer ciudadanía catalana a los aragoneses, valencianos, baleares y franceses del sur. Hemos pasado épocas de represión de las diferencias, de los sentimientos de pertenencia, de la lengua, pero desde hace casi cuatro décadas, con la vuelta de Tarradellas, entramos en una nueva etapa de reconocimiento de la diversidad y de construcción del autogobierno más completo jamás habido en Cataluña.
— Desconectarían de Europa, aislando a Cataluña en una aventura sin propósito ni ventaja para nadie. ¿Imaginan un Consejo Europeo de 150 o 200 miembros en la ya difícil gobernanza de la Unión? Porque ese sería el resultado de la descomposición de la estructura de los 28 Estados nación que conforman la UE. ¿Imaginan al Estado francés cediendo parte de su territorio para satisfacer este nuevo irredentismo? Nadie serio se prestará a ello en Europa y, menos que nadie, España, que tanto luchó por incorporarse y participar en la construcción europea, tal como es, con su diversidad y, por cierto, con el máximo apoyo de Cataluña.
— Desconectarían de la dimensión iberoamericana (que tanto valor y trascendencia tiene para todos) y especialmente de Cataluña porque este vínculo se hace a través de España como Estado nación y de la lengua que compartimos con 500 millones de personas —el castellano—, como saben muy bien los mayores editores en esta lengua, que están en Barcelona.

El desgarro en la convivencia que provoca la aventura de Mas afectará a nuestro futuro
Naturalmente afirman lo contrario: “Solo queremos desconectar de España”. ¿De qué España? ¿La que excluye también Aragón, Valencia y Baleares? Los responsables de la propuesta saben que lo que les estoy diciendo es la verdad, si se cumpliera ese “des-propósito”. En realidad tratan de llevaros, ciudadanos de Cataluña, a la verdadera “vía muerta” de la que habla Mas, en un extraño “acto fallido”.
Vivimos en la sociedad más conectada de la historia. La revolución tecnológica significa “conexión”, “interconexión”, todo lo contrario a “desconexión”. Cada día es mayor la interdependencia entre todos nosotros: españoles de todas las identidades, europeos de la Unión entre 28 Estados nación, latinoamericanos de más de 20 países, por no hablar de nuestros vecinos del sur o del resto del mundo. Pregunten a sus empresas, las que crean riqueza y empleo por esta desconexión.
La propuesta que hace esa extraña coalición unida solo por el rechazo a España, sea cual sea el resultado de la falseada contienda electoral, puede ser el comienzo de la verdadera “vía muerta”. ¿Cómo es posible que se quiera llevar al pueblo catalán al aislamiento, a una especie de Albania del siglo XXI? El señor Mas engaña a los independentistas y a los que han creído que el derecho a decidir sobre el espacio público que compartimos como Estado nación se puede fraccionar arbitraria e ilegalmente, o que ese es el camino para negociar con más fuerza. Comete el mismo error que Tsipras en Grecia, pero fuera de la ley y con resultados más graves.
¿Qué pasó cuando se propuso a los griegos una consulta para rechazar la oferta de la Unión Europea y “negociar con más fuerza”? Después de que más del 60% de los griegos lo creyeran, Tsipras aceptó condiciones mucho peores que las que habían rechazado en referéndum, con el argumento, que sabían de antemano, de que no tenían otra salida. ¿Sabían que no había otra salida y engañaron a los ciudadanos?
¿Cómo es posible que se quiera convertir a Cataluña en una especie de Albania del siglo XXI?
Pueden creerme. No conseguirán, rompiendo la legalidad, sentar a una mesa de negociación a nadie que tenga el deber de respetarla y hacerla cumplir. Ningún responsable puede permitir una política de hechos consumados, y menos rompiendo la legalidad, porque invitaría a otros a aventuras en sentido contrario. Todos arriesgaríamos lo ya conseguido y la posibilidad de avanzar con diálogo y reformas.
Eso es lo que necesitamos: reformas pactadas que garanticen los hechos diferenciales sin romper ni la igualdad básica de la ciudadanía ni la soberanía de todos para decidir nuestro futuro común. No necesitamos más liquidacionistas en nuestra historia que propongan romper la convivencia y las reglas de juego con planteamientos falsamente democráticos.
Si la reforma de la ley electoral catalana no ha podido aprobarse porque no se da la mayoría cualificada prevista en el Estatuto, ¿cómo se puede plantear en serio la liquidación del mismo Estatuto y de la Constitución en que se legitima, si se obtiene un diputado más en esa lista única de rechazo? ¿Cómo el presidente de la Generalitat va en el cuarto puesto, como si necesitara una guardia pretoriana para violentar la ley?
Es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado. Pero nos cuesta expresarlo así por respeto a la tradición de convivencia de Cataluña. El señor Mas sabe que, desde el momento mismo que incumple su obligación como presidente de la Generalitat y como primer representante del Estado en Cataluña, está violando su promesa de cumplir y hacer cumplir LA LEY. Se coloca fuera de la legalidad, renuncia a representar a todos los catalanes y pierde la legitimidad democrática en el ejercicio de sus funciones.

No estoy de acuerdo con el inmovilismo del Gobierno de la nación, cerrado al diálogo y a la reforma, ni con los recursos innecesarios ante el Tribunal Constitucional. Pero esta convicción, que estrecha el margen de maniobra de los que desearíamos avanzar por la vía del entendimiento, no me puede llevar a una posición de equidistancia entre los que se atienen a la ley y los que tratan de romperla.
No creo que España se vaya a romper, porque sé que eso no va a ocurrir, sea cual sea el resultado electoral. Creo que el desgarro en la convivencia que provoca esta aventura afectará a nuestro futuro y al de nuestros hijos y trato de contribuir a evitarlo. Sé que en el enfrentamiento perderemos todos. En el entendimiento podemos seguir avanzando y resolviendo nuestros problemas.




diumenge, 30 d’agost de 2015
Carta a Felipe González
Responc la seva carta publicada a El País avui, dia 30 d’agost de 2015.

Comença la seva carta dient que fa dues dècades que és un ciutadà normal. Fa dues dècades va deixar de ser President d’una Espanya de memòria feble i selectiva. Fou vostè el President dels governs que van construir i finançar els GAL; només per això ja me’l miro amb descreença, com també ho fan a Veneçuela, d’on va sortir per cames, fa dos dies, en postular-se defensor de drets humans.

Tampoc l’acabo de veure de ciutadà normal. Els ciutadans normals i els empresaris paguem els sobresous de les portes giratòries a les empreses energètiques, el seu sou i massa altres sous.

No parli d’Espanya com un espai comú compartit quan sembla que hi ha un important nombre de catalans que volem abandonar, quan sembla que hi ha una majoria important que no vol monarquia, quan sembla que hi ha unes desigualtats territorials insalvables per molt espoli català que facin... Espanya és un espai aguantat amb pinces, amb un deute d'1 bilió d’Euros (12 zeros), que no podrà pagar mai, perquè una gran part del seu territori és improductiu i viu del subsidi. I per una incompetència secular dels seus governants, i per una incapacitat de fer front a la corrupció.

Espanya ja no és d’Espanya, és dels mercats.

La gratitud socialista cap a Catalunya, que ha sustentat totes les majories socialistes espanyoles, l’hem notada sempre en els seus grans dirigents: Guerra, Ibarra, Leguina, Bono … Tots ells insultadors professionals d’aquella Catalunya mesella i d’aquesta que aspira a fer una construcció nacional.

Vostè parla d'enfrontament. És quan estem junts que estem enfrontats; qualsevol partit que vulgui arribar a la Moncloa ha d’atiar la catalanofòbia per totes les terres d’Espanya. Tots aquests partits es despatxen a gust contra Catalunya i quan hi ha reacció nostra, per dignitat, parlen de victimisme i enfrontament. Vostè senyor González, mai no ha sortit en defensa de Catalunya quan Catalunya ha patit vexació. La seva carta no ens atorga dignitat, només ens demana silenci. El mateix silenci secular de sempre.

En una cosa té raó, Espanya deixaria de ser-ho sense Catalunya, i això és un plantejament necessari en negociar les relacions internacionals. Si Catalunya perd drets per no ser Espanya, la resta d’Espanya també els perdrà perquè sense Catalunya tampoc és Espanya.

Parla d’aïllament, però Catalunya té ports, aeroports carreteres i autopistes (amb peatges, això sí). Tenim més turisme i exportem més que la resta d’Espanya. Som un eix importador i distribuïdor de productes per a tot l'estat espanyol i resta d'Europa. Catalunya és on es parlen més idiomes estrangers i on es parlen millor. Vingui qualsevol dia de l’any, a qualsevol hora, passegi per la Rambla i prengui'n nota.

El que sí que ens aïlla, de veritat, és el boicot a l’Aeroport del Prat. Ens aïlla que el corredor del Mediterrani no estigui fet. Ens aïlla el boicot de les ambaixades espanyoles a la promoció dels productes catalans. Ens aïlla el control del Banc d’Espanya a les inversions estrangers a Catalunya. Ens aïlla ser la comunitat amb més inspeccions fiscals i més expedients sancionadors. Ens aïlla la competència deslleial del Madrid que aprofita el sobreingrés de la capitalitat per fer de paradís fiscal xuclar totes les empreses lligades al BOE. Ens aïlla no tenir eines d’Estat per protegir els nostres ciutadans. Ens aïlla el no reconeixement del Català a Europa... Fixi’s bé, tots aquests aïllaments es resolen amb la independència, que ens connectarà en igualtat de condicions amb la resta del món.

Ara hi ha una part de la societat catalana que ja està desconnectada de la realitat espanyola, que se sent injustament tractada per un estat incompetent i incapaç de generar ni riquesa ni il·lusió. Fer callar una part dels catalans perquè l’altra no es trobi fracturada és un insult a la intel·ligència i a la democràcia; conculca la igualtat en atorgar supremacia dels uns sobre els altres.

La nostra és una proposta d’independència inclusiva, de cohesió social, en la línia integradora de Catalunya dels darrers 300 anys.

És curiós que parli de la Constitució, d’aquesta Constitució castrada per la FAES i amb un Constitucional presidit per un militant i cotitzant d’aquell PP que la va votar en contra. Perdoni, senyor González, però l’entorn constitucional és indefensable. El que havia de ser una sortida del franquisme i garantia de drets ara serveix per imposar la dictadura de la majoria i anul·lar la minoria, sigui catalana, religiosa o tingui una manera personal d’interpretar la sexualitat, o, senzillament tingui una manera de pensar diferent.

I torna a parlar-nos de desconnexió. No, no desconnectarem d’Europa. Hi som, i seguirem sent-hi; ho deia quan es comentava que Espanya, sense Catalunya, deixaria de ser Espanya... No existeix cap llei europea que ens pugui fer fora, i a Europa la llei preval, no hi ha la inseguretat jurídica espanyola. Es negociarà, es farà política i pactarem el millor encaix possible per seguir dins d’Europa, exactament igual que ara. I, al final, ho acabarem preguntant a la gent perquè hi digui la seva. Igual que faran el Britànics un dia d'aquests.

Catalunya independent pot articular un espai de progrés al sud d’Europa, i amb uns estats tan brutalment endeutats, això és imprescindible per al futur. Per cert, en aquest escenari hi ha una gran oportunitat per a per d'aprofitar la inèrcia econòmica i fer un canvi en profunditat d'unes estructures d’estat obsoletes i unes maneres de fer absurdes.

Quina amenaça més grotesca, dir que Europa no tindrà mai 150 estats. Els estats europeus respecten els pobles. Tots ells estan al·lucinant amb la manera com Espanya tracta Catalunya. La relació entre pobles no es fa imposant constitucions postfranquistes, sinó des del consens i el benefici mutu. Espanya, i vosté amb ella, no en té ni idea de com es fa. Porten 40 anys i no han pogut construir una realitat comuna i un objectiu comú. I no posi excuses de nacionalismes perquè Catalunya ha estat de llarg la Comunitat autònoma que més esforços ha fet per la governabilitat d'Espanya.

Pel que fa a l’aïllament amb Iberoamèrica, fa dos dies parlàvem amb el Parlament d’Uruguai per explicar-los la independència i no va anar gens malament tot i el boicot dels ambaixadors. Espanya tampoc és que se’n surti gaire bé amb Argentina que els exigeix jutjar els crims del franquisme. Encara raja el fer callar al President de Veneçuela. Pel que fa a Bolívia, com han acabat aquelles nacionalitzacions. I a Panamà, qui ha acabat de pagar la inoperància de les constructores matusseres. A Catalunya hi viuen centenars de milers de persones procedents d'Iberoamèrica, estan treballant i compartint futur i famílies comunes. Són els nostres millors ambaixadors. És l’avantatge de ser inclusius, és més fàcil fer relacions. No digui més bestieses pel que fa a la llengua, com a trencament, a Catalunya tots som castellanoparlants, i agraïts de ser-ho.


Parlar de “desgarro” des del posicionament democràtic és massa totalitari com per tenir-ho en compte. Millori l’ús de les paraules perquè l’exageració li fa perdre credibilitat.

I per acabar ens llença una mica d’apocalipsi. Potser sí que les coses van fatal. Que els 16 mil milions d’Euros no ens ajuden a gestionar millor. Potser sí que no podem fer front a l’atur, a la pobresa infantil, a la pobresa energètica. Potser sí que no podrem ajudar els nostres dependents i vulnerables... Sap, senyor González, ara tenim totes aquestes polítiques col·lapsades pel govern espanyol, que tan incompetent com sempre, no sap fer, no fa, ni deixa fer. Catalunya és un model d’èxit garantit. Ho diuen els propis, els acadèmics estrangers, i els premis Nobel d’arreu ... només ho callen i ho menteixen els seus, tots els seus, siguin del PSOE, PP, UPyD, C’s... Mentir és l’esport on Espanya té més medalles i troba un magnífic altaveu en una premsa reconeguda internacionalment com vergonyant.

Espanya és molt més important que la seva unitat. No pateixi senyor González, només es tracta d’acabar amb la concepció d’aquella Espanya falangista del “Una, Grande y Libre” perquè no és ni UNA, ja fa molts anys que no és GRANDE i els únics ciutadans LIBRES, de veritat, són els propietaris de l’IBEX 35.

Una última reflexió, senyor González. Catalunya pot aspirar a ser la Dinamarca del Sud. Espanya té algun projecte, alguna aspiració, algun escenari de futur on anar?

Atentament,

Eduard Cabus i Vinyes


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