Orador y escritor
Las relaciones no son fáciles, pero merecen la pena
Publicado: 21/09/2015
El Huffington Post
Tengo la sensación de que muchas de las personas que
leen mis artículos creen que sugiero que algún día alguien llegará a sus vidas
y, de repente, todas las piezas del puzle de su relación encajarán como por
arte de magia; que volarán pajarillos de colores a su alrededor, que un coro
majestuoso les acompañará durante cada cita, que encontrarán una bolsa de
dinero que les hará multimillonarios y, con ese dinero, se comprarán una Casa
de Gominola.
Lo siento, no funciona así, y nunca pretendí sugerir
que así fuera.
La
vida es un lío y las relaciones son complicadas. Como he dicho en artículos
anteriores, no todo lo que
necesitas es amor. Se necesita respeto mutuo, compromiso, sacrificio, comprensión
y la voluntad de trabajar por la relación y permanecer al lado tu pareja cuando
lleguen tiempos difíciles. Hay que estar dispuesto, o dispuesta, a estar al
lado del otro no sólo durante los días felices, sino también en los días
oscuros. Hay que estar listo para sacar la mejor versión de tu pareja, pero
también para amarla y aceptarla tal y como es hoy, y no como podría ser en un
futuro.
Tener la concepción de que la persona perfecta pasará
por tu lado es creer que las relaciones no conllevan esfuerzo. De hecho,
ninguna relación ha funcionado jamás por sí sola. Cuando observo a mis padres,
mis abuelos o a otras parejas que llevan décadas juntas, a menudo me sorprende
lo diferentes que pueden llegar a ser el uno del otro. Ninguno te dirá que
llevan casados treinta años porque el uno era la media naranja del otro y
juntos eran un todo. Ninguno te dirá que no hay discusiones ni desacuerdos ni
conflictos.
Ninguno te dirá que seguirán juntos para siempre
porque es fácil. Ninguno, que han prometido permanecer al lado del otro porque
de sus pies nace arco iris al andar por la calle.
Pero eso es lo que tiene el amor. Cuando amas a
alguien y lo amas de verdad, no es una cuestión de conveniencia. No es algo que
sientas cuando todo va bien, sino lo que da sentido a permanecer juntos cuando
todo va mal. En los malos momentos. Cuando la vida se pone difícil. Es entonces
cuando buscas a la persona que amas, no cuando la alejas. Es la piedra angular
de tu voluntad para arreglar algo que crees que ya no sirve, en lugar de darlo
por perdido.
Te comprometes con una persona y con todo su ser y no
sólo a condición de que permanezca joven y hermosa, porque no lo hará. Ni
tampoco tú. El compromiso no dura únicamente hasta que surja una oportunidad
mejor, te comprometes a sabiendas de que ni tú, ni tu pareja ni la relación son
perfectos. Esa es la persona con quien quieres estar. Te comprometes con la
idea de que los dos sois un centro de coherencia y que vuestras circunstancias
orbitan a vuestro alrededor.
No te comprometes con alguien porque todo sea
perfecto, te comprometes a pesar de que no los sea.
El compromiso no es una palabra perdida en el
diccionario. No es sólo una declaración temporal de monogamia. Es una promesa,
un voto, una forma de vivir que representa honor e integridad. El compromiso no
es una norma ni una regulación, es un acto.
Pero no es el acto de perder tu libertad, sino el de
hacer uso de ella al elegir a quién quieres entregar tus más valiosos dones:
Tu tiempo, tus emociones, tu corazón.
Lamento que nunca vayas a encontrar a la persona
perfecta. Pero sí encontrarás a la persona adecuada, en el momento que
entiendas que lo adecuado no es la perfección.
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Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense
de 'The Huffington Post' y
ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno
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