Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación,
Universidad de Sevilla
¿Adoptados trastornados?
Publicado: 29/08/2015
El Huffington Post
La adopción es una de esas realidades que se presta
fácilmente a análisis superficiales y morbosos. Dos textos periodísticos
recientes coinciden en dar de las personas adoptadas una imagen casi
inevitablemente patológica. Los perjudicados son chicos y chicas que necesitan
ser adoptados y a los que titulares llamativos no deberían despojar de la
esperanza en una vida mejor en sus familias adoptivas.
Entre adopciones nacionales e internacionales, unos
70.000 chicos y chicas han llegado a sus nuevas familias españolas en los
últimos quince años. La adopción internacional tuvo un gran auge hasta 2004,
cuando cambios en las políticas de los países de origen hicieron bajar las
cifras drásticamente en todo Occidente. La disminución de estas adopciones
empezó, pues, unos cinco años antes de la llegada de la crisis económica.
La conexión entre reducción de adopciones y crisis
económica es sólo uno de los errores del reportaje publicado en El País bajo
el título El recuerdo del orfanato aún
angustia a Carla. Pero es el
error menos importante, siendo el más grave la equivocada estigmatización que
se hace de la adopción, atribuyendo trastornos psicológicos a "gran parte
de los niños adoptados en el extranjero". Además, en la noticia se les
adelanta la adolescencia a los 9-10 años, y raro es el que se libra de la
hiperactividad. Para darle énfasis, se recurre a dos casos clínicos
absolutamente extremos tratados en una unidad de psiquiatría infantil en
Valencia.
Unos días después, El Mundo publicaba
otro reportaje titulado Soy adoptado y empecé a drogarme a
los 11 años. La frase
inicial era: "Fernando tiene la droga grabada en los genes". Una de
las bases de la noticia eran los datos de una investigación que, según el
periódico, mostraba la influencia de los genes sobre el consumo de drogas. En
realidad, los datos de la investigación no permitían llegar a una conclusión
tan simple, pero el titular seguramente importaba mucho más que la precisión.
Las dos noticias referidas muestran la facilidad con
que adopción y psicopatología pueden unirse para dar una visión en buena parte
deformada de la realidad. Que una chica adoptada sea sana y feliz (lo cual no
implica que en su vida no haya ningún problema) no es noticia. Un chico que
llegó a su nueva familia con serias dificultades y que luego ha ido superando
buena parte de sus retrasos y problemas, alcanzando buenos niveles de
bienestar, no se presta a un buen titular, que es más fácil de lograr
identificando adopción y graves problemas.
Las dos noticias referidas muestran
la facilidad con que adopción y psicopatología pueden unirse para dar una
visión en buena parte deformada de la realidad.
Aunque la variabilidad de unos casos a otros es
enorme, en general no hay adopción sin adversidad previa. De hecho, la adopción es la medida
de protección infantil más radical de las previstas en las leyes, y las medidas más radicales son las que se utilizan
con los casos más graves. Se trata, en efecto, de niñas y niños que en sus
primeros meses o años de vida sufrieron situaciones de abandono, negligencia,
maltrato e institucionalización. Experiencias que no pasan en balde sobre el desarrollo
infantil, por lo que al llegar a sus nuevas familias son muchos los que
presentan problemas en su desarrollo físico, intelectual y emocional.
Tras su adopción, son mayoría los chicos y chicas que
logran una muy notable recuperación de los problemas con que llegaron. Las y
los adoptados no son un saco de problemas, ni es correcto referirse a ellos
genéricamente como afectados por trastornos intelectuales o emocionales.
Gracias a su enorme potencial de cambio, a la dedicación de sus madres y
padres, a veces a la buena ayuda profesional y al apoyo de instituciones y
organizaciones, la gran mayoría sale adelante de forma positiva, son felices y
hacen felices a otras personas. Otro muy diferente hubiera sido su devenir de
haber permanecido en las familias en que nacieron o en los orfanatos de los que
la mayor parte procede.
Es tan cierto como comprensible que el porcentaje de
los que presentan algún problema es mayor que el de quienes no sufrieron
ninguna adversidad temprana. Más frecuentes al principio, esos problemas se van
reduciendo después. Por ejemplo, en el grupo de chicos y chicas adoptados en
Rusia a los que se viene estudiando en la
Universidad de Sevilla, el 40% con trastornos de apego a su llegada se había reducido al 10%
después de tres años con su familia adoptiva. Siete años después de su llegada,
algunos síntomas de inseguridad emocional tienen aún mayor presencia que en el
grupo de comparación sin adversidad temprana, pero las diferencias entre los
dos grupos se van reduciendo. No quiere decir que no existan problemas, sino
que para la gran mayoría no tienen una dimensión psicopatológica.
No quiere decir que no existan
problemas, sino que para la gran mayoría no tienen una dimensión
psicopatológica.
En esa misma investigación, la evaluación
neuropsicológica muestra que, al inicio de la adolescencia, sólo el 6% presenta
muy serios problemas a la vez en atención y en control de impulsos. Pero, como
en otras investigaciones, también en ésta el 30% pueden calificarse como
hiperactivos, frente a una incidencia del 13% en el grupo de chicos y chicas no
adoptados. Por tanto, aunque es verdad que la hiperactividad afecta al doble de
adoptados que de no adoptados, también lo es que la gran mayoría (el 70% de ese
estudio) no tiene ese problema. Conviene recordar, además, que las adopciones
en Rusia implican sobre todo a varones, que (adoptados o no) presentan más
problemas de hiperactividad que las niñas. Las adopciones en países con
adopción femenina predominante alcanzan cifras mucho más bajas de
hiperactividad.
La adopción es una medida de protección infantil muy
eficaz que suele cambiar radical y positivamente la vida de quienes adoptan y
de quienes son adoptados. Aunque son mayoría las y los adoptados que superan en
todo o en buena parte sus serias limitaciones iniciales, un porcentaje
claramente más pequeño sigue luego haciendo frente a problemas y dificultades
de distinto tipo y gravedad, aunque los casos más graves (los que acuden a
unidades de psiquiatría o a centros para el tratamiento de adicciones) son
claramente minoritarios. En torno a datos de investigación mal entendidos o a
los casos más graves de entre los más graves, es fácil construir relatos periodísticos
tan llamativos como equivocados e injustos. Los chicos y chicas que esperan ser
adoptados serán los más perjudicados por esa visión deformada según la cual ni
sus genes ni su historia previa dejan lugar para la esperanza. Algo que tantos
adoptados y adoptadas, tantos adoptantes y tantos datos de investigación pueden
desmentir, aunque difícilmente consigan titulares llamativos.
Este artículo ha sido escrito conjuntamente con Antonio Molina Facio y Mariano Hernán García
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