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domingo, 20 de septiembre de 2015

Felipe González inhala Gas Natural y se daña el cerebro. (¡Isidoro, no me jodas!)

Publicado: 19.09.2015
El ala izquierda del PSOE critica a González por comparar a Maduro con Pinochet, pero Ferraz lo defiende
Un militante pide que se le abra un expediente disciplinario. La dirección del partido piensa que es la persona que más está luchando por las libertades en Venezuela
Público
MANUEL SÁNCHEZ
MADRID.- Felipe González vuelve a estar en el centro de la vida política un día sí y otro también. Por Cataluña o por Venezuela, pero el ex presidente del Gobierno parece que no quiere estar sólo posando como un jarrón chino.

Sus declaraciones afirmando que “Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que Maduro” han levantado muchas ampollas, hasta en el ala más a la izquierda de propio PSOE, que no las aplaude.



Quien fuera portavoz de la corriente Izquierda Socialista, José Antonio Barrio de Penagos, declaró a Público que dichas palabras eran “una barbaridad”, y que no se puede comparar nunca una democracia con una dictadura sangrienta.

El dirigente del ala izquierda del PSOE indicó que eso no quiere decir que esté de acuerdo con la condena al opositor venezolano, pero sí discrepó con una comparación que le pareció excesiva y poco afortunada. “Como con el artículo sobre Cataluña, con el que básicamente estaba de acuerdo, González siempre tiende a excederse en algunos comentarios”, dijo.
Barrio de Penagos considera que las declaraciones de Felipe González son “una barbaridad”

De esta opinión son más dirigentes socialistas que consideran que González “se ha pasado” en la comparación, pero no van más allá. El respeto que aún suscita el líder socialista hace que nadie pase más allá del reproche.

Así, cuando los dirigentes consultados fueron preguntados por un escrito al que ha tenido acceso Público en el que J.L. Prieto, afiliado militante del PSOE en su Agrupación del PSOE-M de Móstoles (Madrid), pide que se le abra expediente disciplinario a González por estas declaraciones para sancionarle con falta grave o muy graves, todos manifestaron su oposición a tal medida.



Dicho militante considera, en su el artículo quinto de su exposición de motivos, que las declaraciones de Felipe González, “indulgentes con la tiraría de aquella dictadura chilena” podrían implicar la infracción del artículo 8 de los Estatutos Federales, en los que se pide sancionar expresiones en términos irresponsables o con deslealtad al partido o a sus afiliados. Y cita a Allende, Letelier, Almeyda, Tohá, Esponoza, Locar, Gac, “nuestro partido hermano chileno”, afirma en el militante.
Fuentes de la dirección aseguran que en el PSOE se está muy orgulloso de la labor que está realizando Felipe González
En Ferraz, este sábado, aseguran que no ha llegado ninguna petición a tal respecto pero no le ven ningún recorrido al asunto, aunque se tramitará como mandan los reglamentos del partido.


Es más, fuentes de la dirección aseguraron que, más allá de esta expresión, en el PSOE se está muy orgulloso de la labor que está realizando Felipe González, “que es la persona en el mundo que más está luchando por las libertades en Venezuela”, afirmó un destacado dirigente de la dirección federal.




Felipe González, Leopoldo López y Augusto Pinochet

19-9-15
Alfredo Serrano Mancilla
Doctor en Economía, director de CELAG, @alfreserramanci
No sé cuánto sabrá el Señor González sobre gas natural. Seguramente muchísimo más de lo que sabe sobre las dictaduras en América Latina. Lo que sorprende y contrasta es que Felipe González siempre presume de conocer lo que es vivir en una dictadura (la española de Franco). Qué lástima que esa experiencia sea olvidada o infravalorada únicamente por el afán de defender al Señor Leopoldo López a cualquier precio.
Hace pocos días, en conferencia conjunta de prensa con la esposa del Señor López, tuvo la astuta idea de comparar a Venezuela con lo que fue el régimen dictatorial de Augusto Pinochet en Chile. No sé si el señor González lo piensa así realmente o es que ha querido llamar la atención de la prensa internacional sobre el caso Leopoldo López luego de que su sentencia haya pasado más inadvertida de lo que hubiera deseado. El expresidente González en ese arte es un verdadero maestro: siempre ha sabido manejar mejor que nadie la agenda mediática-política según su interés.

Es legítimo defender lo que uno cree. Resulta un ejercicio coherente defender mediática y políticamente a aquel dirigente con quien usted se identifica y apoya a pesar de haber sido encontrado culpable de instigación pública, daños a la propiedad pública y asociación para delinquir durante los sucesos que acabaron con la muerte de 43 venezolanos en 2014. El Señor López tiene desde hace años un currículo delictivo que no es, ni mucho menos, para pasarlo por alto: a) fue condenado por haber participado en la persecución y detención ilegal del entonces ministro de Interior y Justicia en el golpe de Estado contra Chávez en 2002 (el propio Chávez lo amnistió posteriormente); b) en 2008, López fue inhabilitado políticamente por la Contraloría General, por un caso de conflictos de intereses de 1999 por su responsabilidad en PDVSA; c) en 2011, la Contraloría lo inhabilitó nuevamente por el desvío de recursos públicos cuando era alcalde de Chacao (2000-2008).

A pesar de todo ello, Felipe González tiene derecho a apoyar al señor López y también a discrepar de la Justicia, tanto de su país como de la de un país ajeno. También tiene todo el derecho del mundo a que no le guste la Revolución Bolivariana, ni Hugo Chávez ni Nicolás Maduro. Tiene derecho a ser íntimo amigo del magnate venezolano Gustavo Cisneros, empresario al que el Estado español durante su Gobierno le vendió Galerías Preciados tras la expropiación de Rumasa por un precio regalado. Puede que haya tenido derecho incluso a usar un avión de la Fuerza Aérea colombiana hace unos meses cuando quiso salir de Venezuela puesto que posee la nacionalidad de dicho país. Todo el derecho del mundo a hacer ruido y patalear por la sentencia de la Justicia venezolana, aunque ni Unasur ni ningún presidente actual latinoamericano (ni siquiera su amigo Santos) se hayan manifestado al respecto.

Sin embargo, todos estos derechos deberían venir acompañados al menos de la obligación de ser más preciso y honesto a la hora de diferenciar entre democracia venezolana y dictadura pinochetista. Ningún organismo público internacional habla de dictadura para referirse a Venezuela (sí lo hacen algunas ONGs privadas, cada una de las cuales responde a los intereses de los financistas respectivos); ningún organismo internacional ha puesto en entredicho ninguna de las elecciones venezolanas celebradas a lo largo de los últimos 17 años (un total de 19, incluyendo revocatorio, reformas constitucionales, elección presidencial por fallecimiento del presidente Chávez); tampoco ha habido tribunal internacional que haya emitido sentencia alguna en contra de Venezuela por violación de derechos humanos, y mucho menos, por delitos de lesa humanidad. Sabrá seguramente el señor González, o debería saber, que, de continuar con vida, el dictador Augusto Pinochet habría sido condenado por primera vez en agosto de este año en una causa por delitos de lesa humanidad, pero el juez dictó sobreseimiento definitivo por fallecimiento. Pinochet fue implicado en delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas. El último informe de la Comisión Valech, tras 18 meses de trabajo y 32.000 denuncias, reconoce un total de 40.018 víctimas de la dictadura. Quiero pensar que cuando el Señor González afirma que “Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que Maduro”, tendrá alguna prueba para demostrarlo más allá de su verborragia seductora.

Es comprensible que el Felipe González quiera derrocar al Gobierno del presidente Maduro, apostando por el señor López, pero sería más correcto que lo intentara por la vía democrática, por la vía de las urnas. De todas formas, merece la pena recordar que el mismísimo señor López renunció a competir en el interior de las filas opositoras de cara a las elecciones del año 2012. Dentro de la MUD (Mesa de Unidad Democrática), era el peor posicionado en las encuestas con apenas el 10% de su propio electorado, lo cual le hizo retirar su candidatura a favor de Henrique Capriles. Leopoldo López nunca fue el elegido en el seno de la oposición. Siempre fue marginado por los dos grandes partidos que conforman la mesa opositora, tanto por copeyanos como adecos. Ni siquiera Capriles acató la tesis política “La Salida” (cambio ya, la calle vence) impulsada por el señor López fundamentado en el documento Acuerdo Nacional para la Transición difundido el 11 de febrero de 2014 convocando a desconocer al Gobierno legalmente constituido en Venezuela. Capriles cree que en Venezuela sólo se puede llegar a ser presidente cuando realmente se cuenta con el respaldo de una mayoría social que hasta el momento prefiere el chavismo como propuesta política.

Aún así, el señor González tiene todo el derecho del mundo de identificar en el señor López al candidato ideal para competir en Venezuela. Seguramente, encuentra en López el tono más duro y crítico contra el presidente Maduro que la prensa hegemónica internacional aplaude. Sin embargo, el estratega González parece haber perdido el buen olfato que le caracterizó en la década de los ochenta para ganar elecciones en España. Lo primero es que debe darse cuenta de que las elecciones de Venezuela no se celebran ni en España ni en los titulares de prensa de muchos medios dominantes a nivel global. Los que votan son venezolanos que mayoritariamente viven en Venezuela. Si lo que ambiciona el señor González es realmente que caiga la Revolución Bolivariana, entonces debería medir mejor el efecto político de sus declaraciones y su comportamiento hacia dentro del territorio venezolano.
Esto es algo que se olvida muchas veces debido a la fuerte dosis colonizadora que caracteriza a estos líderes globalizados. Una cosa es ganar la batalla afuera, donde siempre ganan, y otra bien diferente es ganar adentro en países que transitan por un cambio de época sustentado en la recuperación de su soberanía. Si Felipe González continúa por esta senda, de defender a Leopoldo López hablando de Augusto Pinochet, entonces, le hace un flaco favor a la oposición venezolana porque esto es como tirar piedras contra su propio tejado. En la confrontación política, el chavismo se mueve como pez en el agua. Ha surgido de esa raíz, de la disputa, de la lucha contra los intereses transnacionales. El señor González le sirve en bandeja al Gobierno legítimo de Nicolás Maduro la posibilidad de que vuelva a identificar al enemigo externo como el gran peligro para la democracia venezolana. La pregunta es si Felipe González es consciente de que el pueblo venezolano mayoritariamente cree que si alguien se parece de verdad a Augusto Pinochet, el elegido sería Leopoldo López por sus intentos constantes de derrocar a una democracia por la vía golpista.

FG y Pinochet

20-9-15
Aníbal Malvar
Anda diciendo Felipe González que Nicolás Maduro es peor que Augusto Pinochet, como yo me atrevo a decir que Felipe González es peor que Francisco Franco. Las tonterías de los grandes estadistas no tienen por qué ser menos gravosas que las estupideces de los pequeños periodistas. Dejémonos de gilipolladas. Hoy, en Venezuela, con el chavismo, hay menos hambre y menos sed, y más niños escolarizados que cuando gobernaba el amigo de Felipe Carlos Andrés Pérez, primer presidente de la historia destituido por corrupción durante su mandato. El madurismo es una mierda, como lo son todos los poderes. Pero el chavismo tuvo sus cosas: en 2003, en Venezuela había un 1,5 millones de personas que no sabían leer ni escribir. Y se hizo un plan. En 2005, en el Teatro Teresa Carreño en Caracas, 28 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, celebró con Hugo Chávez que Venezuela es un Territorio Libre de Analfabetismo (lo mayúsculo porque es una distinción, y de la Unesco). Como Pinochet, o sea.
Me hace mucha triste gracia escuchar a españoles decir que en los supermercados caraqueños no puedes comprar papel higiénico, porque no lo hay. La gracia es triste porque me lo dicen españoles que no compran papel higiénico, porque no tienen con qué.

También me apabulla un poco que Pablo Iglesias y los suyos se desmarquen del chavismo, cuando ha sido la primera política inspiradora de un mundo de paz. No les ha salido bien, porque los humanos somos un poquito brutos. Pero han levantado la voz contra un país asqueroso que ha matado a más de un millón de personas en Irak (datos de Research Business) buscando unas armas que no existían. Barack Obama prometió en sus primeras elecciones cerrar la cárcel inhumana e ilegal de Guantánamo. ¿De qué vamos?

Yo no sé si Felipe González tiene negocietes en Venezuela, como se cuenta en los pasillos del Congreso, pero se debería quedar callado. En cuanto al tema de los presos políticos, recordar que en este país tenemos a Arnaldo Otegi metido en el talego por enaltecimiento del terrorismo. ¿No puedo soltar yo aquí un gora ETA? Nunca defenderé a ETA. He pasado diez años de mi vida periodística viajando a Euskadi para contar los entierros de buena gente asesinada por ETA. Pero hoy, Arnaldo Otegi, contra quien tanto he escrito, es un hombre de paz. Y lo quiero en la calle. En mi calle.

Si se pudiera decir, que no se puede por la ley mordaza y tal, yo diría que Felipe González sí que ha sido peor fascista que Augusto Pinochet. Dejémonos de Venezuela, y miremos España. Cada vez que voy a un cajero de noche a sacar pasta, Felipe, veo a un hombre o a una mujer durmiendo bajo bolsas de supermercado. Nunca veo a un hombre y a una mujer, porque eso significaría que aun nos queda derecho a la ternura. Y en eso también has puesto tu piedrita tú, oh ex consejero de Gas Natural Fenosa hasta hace un año, con enormes intereses en Venezuela por la matriz Repsol. No me jodas, ex compañero Isidoro. No me jodas.




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