Público
31-10-16
Vicenç
Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Uno de los argumentos que se ha
utilizado con mayor frecuencia e intensidad por parte de dirigentes del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) y por el diario El País es que el
responsable de que Rajoy continúe en el gobierno es Podemos (y muy en especial
su Secretario General, el Sr. Pablo Iglesias) por no haber apoyado después de
las elecciones del 2015 el pacto PSOE-Ciudadanos, permitiendo que el Sr. Pedro
Sánchez, Secretario General del PSOE, fuera investido presidente del gobierno
español, sustituyendo al gobierno Rajoy, situación que era deseada por la
mayoría de los partidos políticos representados en las Cortes Españolas. Ni que
decir tiene que este argumento es utilizado por la dirección del PSOE y por El
País para desacreditar a Podemos (y muy en especial a Pablo Iglesias) en su
intento de debilitar su atractivo electoral, presentándolo como causante de la
continuidad de un gobierno detestado por la gran mayoría de fuerzas y
movimientos progresistas del país.
.Esta acusación, sin embargo,
deliberadamente ignora la situación actual en la que se encuentra España,
caracterizada por una gran crisis de legitimidad del Estado que resultó de la
transición inmodélica que tuvo lugar en este país, pasando de una dictadura (de
las más crueles y reaccionarias que hayan existido en Europa) a una democracia
muy limitada, con escasa sensibilidad social (todavía hoy España tiene uno de
los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, el grupo de
países dentro de la UE de semejante nivel de desarrollo económico al español),
y con una visión uninacional y radial del Estado español centrado en la capital
del reino (capital que tiene poco que ver con el Madrid popular). Sé que esta
última observación referente al grado de centralismo del Estado español
despertará toda una serie de protestas, alegando que “España es uno de los
países más descentralizados de Europa”, o como también se ha dicho que “España
es ya en la práctica un Estado federal”. Ya he escrito mostrando evidencias
empíricas que cuestionan tales argumentos, evidencias que aparecen diariamente,
siendo el último caso la revocación de la ley aprobada por el Parlament de
Catalunya prohibiendo las corridas de toros en aquella Comunidad Autónoma. He
vivido a lo largo de mi vida en varios países federales, incluido EEUU, donde
actos como este serían inimaginables por parte del Estado federal.
Las grandes deficiencias del Estado
español inmodélico han aparecido durante la Gran Recesión
Las deficiencias de este Estado
democrático, resultado del dominio que las fuerzas conservadoras, que
controlaban el Estado dictatorial, tuvieron en el proceso de transición, han
aparecido con toda intensidad durante estos años de crisis. La Gran Recesión
(que para millones de españoles ha sido la Gran Depresión) ha creado un enorme
problema social, consecuencia de la aplicación de políticas neoliberales
por parte de los gobiernos Zapatero y Rajoy, que han originado un marcado
descenso de la calidad de vida de las clases populares, problema que ha
agudizado e intensificado el problema nacional (mal llamado problema
territorial), con la intensificación a lo largo del territorio español de los
procesos de centralización e imposición de la uninacionalidad del Estado
español. Tales problemas –el social y el nacional– han adquirido mayor
intensidad durante el gobierno del PP (heredero de las fuerzas políticas que
controlaron el Estado dictatorial), que ha llevado a cabo políticas
neoliberales que han dañado el bienestar de las clases populares de los
distintos pueblos y naciones de España, y que ha recentralizado el Estado,
mostrando una gran hostilidad hacia la plurinacionalidad del país (estimulando
con ello el deseo de secesión por parte de las naciones “periféricas”).
Era, pues, lógico y predecible que
las nuevas fuerzas emergentes como Podemos, la renovada IU y las nuevas
izquierdas en la “periferia” (Catalunya, País Vasco, Galicia, Valencia y
Baleares) fueran anti Estado neoliberal y anti Estado uninacional, creándose
una visión alternativa de una España más justa, solidaria y plurinacional, una
visión que, por cierto, había sido apoyada históricamente por todas las fuerzas
democráticas progresistas que lucharon contra el fascismo (incluyendo el PSOE).
Este Estado central, que es percibido por tales fuerzas emergentes como
corrupto, opresivo, insensible a las necesidades de las clases populares, y
hostil hacia el reconocimiento de la plurinacionalidad de España, está en
profunda crisis.
Las elecciones de 2015: ¿por qué el
PSOE nunca consideró que había una alternativa posible liderada por las
izquierdas?
Las elecciones del 2015 hubieran
permitido iniciar un cambio, tanto en la dirección de resolver el tema
social como en la dirección de resolver el tema nacional, pues ambos
problemas están relacionados y, por lo tanto, sus soluciones también deben
estar relacionadas. No es casualidad que en España las fuerzas más
reaccionarias, conservadoras y neoliberales (fuerzas herederas directa o
indirectamente del franquismo), responsables de las políticas neoliberales que
han causado un gran daño a las clases populares, sean también las mayores
defensoras del uninacionalismo. Sumando PSOE, Podemos, IU, En Marea, En Comú
Podem y Compromís junto con PNV, CDC, ERC y Bildu, habría sido posible
establecer una alternativa (estando a favor unos, absteniéndose otros) liderada
por el PSOE y por Podemos, en alianza este último con Izquierda Unida.
El PSOE, sin embargo, nunca
consideró esta alternativa, que hubiera permitido iniciar un cambio fundamental
de régimen en la dirección de aquella España deseada, más democrática, más
justa, más solidaria y plurinacional. El aparato del PSOE y los barones de
siempre (incluyendo sus dirigentes pasados, los Sres. Felipe González, Alfredo
Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero), dirigidos por la
Presidenta de la Junta de Andalucía, la Sra. Susana Díaz, se opusieron
frontalmente a este cambio, utilizando una vez más el eslogan de “salvar la
unidad de España”, el eslogan del nacionalismo españolista, el nacionalismo
más poderoso y asfixiante de los que existen en España, nacionalismo que
siempre ha utilizado este eslogan para defender el statu quo económico y social
de España. En realidad, el aparato del PSOE nunca consideró seriamente la
posibilidad de aliarse con Podemos, desestimando la oferta que hizo Podemos
inmediatamente después de realizarse las elecciones del 2015. Predeciblemente,
tanto el PSOE como El País maliciosamente acusaron a Pablo Iglesias y a
Podemos de interesarles solo los sillones del poder, cuando la oferta de
alianza y coalición no podía ser más clara y transparente.
En su lugar, la dirección del PSOE
intentó y consiguió establecer un pacto con Ciudadanos (el cual deseaba
establecer una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos), y una vez establecido tal
pacto (PSOE-Ciudadanos) invitaron a Podemos a que, de manera subsidiaria,
ofreciera su apoyo al establecimiento de un gobierno alternativo bajo la
hegemonía de aquellas dos fuerzas, el PSOE y Ciudadanos (máximo exponente, este
último, del neoliberalismo y del uninacionalismo). Es difícil de creer que las
direcciones de ambos partidos –el PSOE y Ciudadanos– creyeran que Podemos
podría aceptar estos términos (y según testimonios de participantes en la
reunión del PSOE con Ciudadanos y Podemos, era clara la hostilidad de los
segundos contra los terceros). Aceptarlos hubiera supuesto un enorme coste a
Podemos, pues el elemento definitorio de tal partido político era un amplio
movimiento en que su programa económico-social y su programa nacional
(claramente a favor de la plurinacionalidad de España) son precisamente los
opuestos a los sostenidos por Ciudadanos y también por los barones del PSOE,
todavía anclados en las políticas económicas neoliberales y en su visión uninacional
de España. La aceptación por parte de Podemos del pacto y del gobierno
PSOE-Ciudadanos hubiera podido significar una rebelión dentro de las nuevas
izquierdas en la “periferia”. Y esto el PSOE y Ciudadanos lo sabían. De ahí que
cuando el PSOE y Ciudadanos hicieron la invitación a Podemos de apoyar el
Pacto, sabían que era prácticamente imposible que Podemos aceptara hacer
posible aquel gobierno alternativo a Rajoy basado en una coalición
PSOE-Ciudadanos que reproducía el frente neoliberal y uninacional que hubiera
hecho imposible el inicio de un cambio de políticas económicas y sociales, y el
fin del desbloqueo del tema nacional.
Una alternativa al gobierno Rajoy
(basada en una coalición que hubiera permitido un gobierno con mayor conciencia
social y deseo de redefinición de España), sin embargo, era posible. Ahora
bien, a Pedro Sánchez los intereses económicos y financieros (liderados por el
IBEX-35) y los grupos mediáticos conservadores y/o neoliberales que ejercen una
enorme influencia sobre el PP y el PSOE (los dos partidos que habían gobernado
España, producto de la inmodélica Transición) nunca le permitieron aliarse con
Podemos para explorar tal alternativa, que hubiera podido iniciar un cambio
urgente y necesario en el tema social (rompiendo con las políticas de
austeridad) y desbloquear el tema nacional, iniciándose un diálogo con los
“nacionalismos periféricos”.
Otras alternativas eran también
posibles en 2016
Y una situación semejante apareció
después de las elecciones del 2016. Ni que decir tiene que la formación de una
alternativa hubiera sido más difícil que en 2015. Pero, aunque más difícil, era
posible, puesto que además de la alianza del PSOE con Unidos Podemos, se podría
haber obtenido el apoyo de varios partidos nacionalistas vascos y catalanes que
habían indicado su apoyo (bien por activa, bien por pasiva) para permitir
formar un gobierno alternativo al gobierno Rajoy. El continuo argumento
utilizado por El País de que los números no salían fue una mera excusa
para no explorarla.
De ahí que debería estar claro que
fueron los barones (las figuras históricas) y parte del aparato del PSOE los
que se opusieron a tal alternativa que hubiera cambiado el rumbo de España,
tanto en lo social como en lo nacional, en dirección contraria a la que ellos
deseaban. Su argumento de que no querían tener, por el bien de España, unas
nuevas elecciones, era utilizar “la patria” (como siempre habían hecho antes
las derechas) para defender sus intereses, intereses que hubieran sido
afectados muy negativamente, al pasar probablemente el PSOE a un tercer puesto
en la carrera electoral, siendo sobrepasados por Unidos Podemos, que era lo
último que el aparato del PSOE, figuras históricas y los barones, querían ver.
.
Una última observación: ¿Por qué ha
tardado tanto que Pedro Sánchez reconociera lo que era obvio?
Escribí este artículo este domingo
por la tarde, antes de escuchar la entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez en
el programa “Salvados”. Y tengo que reconocer que ver la entrevista me creó una
sensación de alegría y esperanza por un lado, pero también de tristeza y
frustración por el otro. Por una parte, es de agradecer que, por fin, el que
fue Secretario General del PSOE, confirmara lo que era evidente, y que yo había
escrito en este artículo antes de que escuchara sus declaraciones: el que no
hubiera un gobierno alternativo, ni en 2015 ni en 2016 era la oposición de la
estructura de poder económico-financiero-mediático y político a que el PSOE se
aliara con Podemos para establecer un gobierno alternativo, liderado por las
izquierdas, gobierno que hubiera iniciado los cambios que este país necesita
como el aire que respira, y que incluya políticas de expansión en lugar de
austeridad, con pleno desarrollo de su Estado del Bienestar, alcanzando el
nivel de bienestar que su riqueza económica permite (el gasto público social
continúa siendo uno de los más bajos de la UE-15) con reestructuración de su
estructura industrial y energética, facilitando un mayor rol del sector
público, en unas políticas que lleven a alcanzar el pleno empleo, no a base de
la reducción de salarios y precariedad, sino a base de un buen empleo,
siguiendo políticas de redistribución de la propiedad y de las rentas
impidiendo su concentración, lo cual ha ocurrido en España a un coste elevadísimo
a su sistema democrático, como muestra la excesiva influencia política y
mediática de los sectores que concentran tal riqueza y que han imposibilitado
el establecimiento de un gobierno alternativo que por mera lógica democrática
hubiera reducido (y a ser posible, eliminado) su influencia claramente
antidemocrática (pues nadie los ha elegido).
Las
declaraciones de Pedro Sánchez confirman lo que era fácil de ver. Ha ocurrido
un “golpe de Estado civil” en el que grupos financieros, económicos y
mediáticos han imposibilitado (utilizando medios antidemocráticos que incluyen
la manipulación, desinformación, mentira y represión intelectual)
vetando una alternativa progresista al gobierno más corrupto y
reaccionario hoy existente en la UE-15. Y el aparato del PSOE, las figuras
históricas y gran parte de los barones liderados por Susana Díaz, han sido
cómplices ejecutores de tal golpe de Estado civil. La lástima, una enorme
lástima es que a Pedro Sánchez le ha faltado la valentía (que ha mostrado
ahora) para haber hecho estas declaraciones mucho antes. Si ello hubiera
ocurrido, es probable que la era Rajoy hubiera ya terminado. Así de claro
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