Lo que las mujeres piensan del mayor tabú en el
sexo: la masturbación masculina
Es un tema bien presente en la cultura popular, sobre
todo como broma. ¿Pero qué creen las mujeres sobre la autosatisfacción de los
hombres y cómo les afecta?
El Confidencial
Raquel Márquez
13.11.2016
Muchas chicas creen
saber cómo funcionan los hombres cuando están solos, pero a menudo se
equivocan, basándose en ideas que han visto en el cine o han escuchado por ahí.
La mayoría de las veces que se representa esta situación en la ficción se hace de forma falseada: o para erotizar al propio
público masculino en el porno o para ridiculizar
al onanista y reírse de
su deseo. La idea más generalizada es que todos los hombres lo hacen, pero por
otro lado hablar claramente de ello resulta de mal gusto, y si se tiene pareja
más de uno lo considera casi una infidelidad, o al menos algo incómodo que
conviene ocultar para evitarse problemas.
Cuando preguntamos en
redes sociales, la gran mayoría de las interpeladas permanecen en silencio.
Varios hombres se apresuran a contestar sobre su propia visión del tema, aunque
tampoco den muchos detalles ("La primera regla del Club de la Lucha
es que no se habla del Club de la Lucha", bromea un amigo) y en más
de un caso aseguran que en su entorno es un asunto que provoca rechazo. Javier, soltero de
treinta y pocos, nos cuenta: "Sigue teniendo la consideración de
placer culpable, porque se suele interpretar como el último recurso desesperado, cuando lo chachi es alternar, o incluso combinar, sexo con otras personas y masturbación".
Me
fascinan los penes. Me hace ilusión que alguien se masturbe pensando en mí y me
lo diga, saber qué ve y qué piensa cuando lo hace
Pedro, que tiene pareja, siente aún más reparo que
Javier al hablar de cómo su novia percibe esta parte de su vida: "Ella lo
ve mal. Soy un guarro y un depravado. Para las chicas que me rodean, es propio de
cerdos". ¿Pero es esta de verdad la visión generalizada en ellas?
Seis horas
Concha, colaboradora anónima habitual de esta sección, rompe
tabúes rápidamente: "A mí me fascinan los penes. Me parecen un
milagrito como el de 'rígida como una tabla, ligera como una pluma'. Me
encanta que todo el mundo se masturbe, y me gusta mucho que, si tengo una
pareja hombre, lo haga delante de mí, se grabe o me lo cuente. Hablo del tema con amigos y amigas sin ningún tipo de pudor. Me hace ilusión que
alguien se lo haga pensando en mí y me lo diga; me gusta saber qué ven y qué
piensan cuando lo hacen. Todo libertad y belleza... Solo te digo que tengo
horas grabadas de novios haciéndolo. Pueden ser tranquilamente seis
horas".
Además, se asegura de
formar parte de sus fantasías: "Me gusta hacer bailes y que se
toquen viéndolos. Debe haber también horas de grabaciones mías
en ordenadores y discos duros de amantes, haciendo bailes ridículos y
chorradas".
En esta época de
libertad sexual y citas rápidas, se considera raro no masturbarse, y hasta se
desconfía del que lo diga: "Tengo un amigo que no lo hace jamás porque
dice que se aburre", nos cuenta otro colaborador espontáneo, Santiago. Puede que
esa falta de interés sea mucho más habitual de lo que parece, pero es
complicado reconocerlo en esta época de exposición online en la que todo es tan
explícito. Una mujer opina que "es algo
instintivo, y que todos lo hacemos. Si no lo cuentan, es por
pudor"; otra cree algo similar: "El que esté libre de masturbación,
que tire... ¡miente!".
Lindsay Tigar ha indagado a su alrededor preguntando a mujeres y a
expertos sexólogos para 'Askmen'. Nos
dice que, según los estudios, el placer solitario es bueno para la salud, la felicidad y hasta
para mejorar las técnicas sexuales y la comunicación con la pareja, pero
que es un tema más desconocido de lo que parece.
Malentendidos
Muchas mujeres creen
que todos los hombres lo hacen igual, y que cada uno hace siempre lo mismo. Para Nikki Goldstein,
sexóloga y experta en relaciones de pareja, "el estereotipo es
que lo hacen muy a menudo",
cuando en realidad cada hombre es diferente: "Hay cierta verdad detrás,
porque, aunque algunos se masturben más que otros, ellos lo hacen más que
ellas. No es una cuestión de deseo, posiblemente tiene que ver con que ellos se sienten
con más permiso para hacerlo".
Una de las chicas
entrevistadas por Tigar, Madison, de Carolina del Norte, tiene un problema con la
frecuencia. No entiende por qué su novio tiene que hacerlo tanto si tienen una
vida sexual activa: "No me preocupa que a veces vea porno; no entiendo dónde está la gracia, pero no tiene que
ver conmigo. Lo que sí me molesta a veces es pillarle con una toallita húmeda justo después de haberlo hecho conmigo. Me hace sentir que no soy suficiente para él".
Según otra experta
sexual, Coleen Singer, esta
idea es muy frecuente en ellas. Les preocupa no llenar del todo a sus compañeros, no ser lo suficientemente atractivas o competir
con otras mujeres en sus ensoñaciones. La mayoría de las veces no tiene por qué
significar nada preocupante. Ellos lo hacen, según Singer, "porque es
agradable" sin más. La mayoría lo han hecho desde la adolescencia y no hay
que darle mayor importancia.
Descubrí
a mi marido en el baño. Él se avergonzó y se disculpó: necesitaba relajarse. Lo
que no me gustó es que se escondiera
Jenna de Nueva York, aporta lo siguiente: "Mi novio
solía bromear sobre hacerse una antes de verme para durar más conmigo. Lo que a
mí me sugería es que solo le interesaba llegar todo el rato, que le gustaban el
sexo y el orgasmo en sí, más
que estar juntos". "No
es verdad que ellos quieran eyacular todo el rato", dice Dawn Michael,
sexóloga clínica, "es simplemente que forma parte de su rutina cotidiana,
y eso no cambia cuando pasan a formar parte de un dúo".
Quejas y posibles soluciones
Según Singer, la forma
de encajarlo depende de cada pareja y cada individuo: "Desde la mujer que se siente insegura por encontrar a su pareja masturbándose hasta el otro
extremo, los amantes que disfrutan dándose placer mutuamente como parte de su
vida amorosa". Normalmente, dice, "si la mujer se siente atractiva,
apreciada y amada, y si tiene una actitud abierta, se aliviará esa sensación de
preocupación". Por eso, ser cariñoso y expresivo halagándola es una de las
mejores formas de que entienda que no es nada amenazante.
La reacción de ellas no
es exactamente de censura, al menos no lo era en el caso de Nikki, de la
que ya hemos hablado: "Un día después de tener a nuestro segundo hijo,
volví de darle el pecho en nuestro dormitorio y vi a mi marido
masturbándose en el baño. Él se avergonzó, se disculpó, me dijo que estaba muy
cansado y necesitaba relajarse y que me quería... Palabrería. No me parecía una
locura que lo hiciera, eso lo entiendo. Lo que no me gustó es que se
escondiera, como si fuera un secreto. Me habría gustado hablar de ello y quizá podríamos
haber fortalecido nuestra relación sexual y ayudarnos el uno al otro. ¡Yo también necesitaba una liberación!"
A muchas les cuesta
entender que ellos no lo hacen para sustituir lo que tienen con ellas, sino por
pura "salud mental". Aunque desde luego es de agradecer que piensen
en ello en equipo. De nuevo Singer aconseja que, al hablar con ellas sobre el
particular, no adoptes la tesis de que "son cosas de chicos" que ella
no entenderá. Un enfoque positivo que puede interesarlas más es el de la salud:
explorar en el propio cuerpo es bueno para ejercitar el músculo pubocoxígeo, lo cual ayuda a retrasar la eyaculación y a tener
mejores erecciones.
Otra clave es darle
acceso a tu chica a ese mundo. Explicarle si piensas en ella, animarla a que te
lo haga cuando estéis juntos y hacerlo en su presencia cuando esté inmersa y
excitada. Suerte y a la cama, maestro.
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