29/08/2018
La familia y otros animales
María Ángeles Santos Martínez
Periodista
ElHuffPost
Tomo prestado el título de la
divertida novela de Gerald Durrell, y ya puestos, hasta cambio el
"mí" del original por el "la" propio, no vayáis a pensar
que me estoy refiriendo a los de mi sangre, que tienen-tenemos-sus cosas, como
todos, pero dentro de lo que se entiende como normalidad familiar. Y por tanto,
nunca aparecerán en un espacio como éste, al menos, de mi pluma.
Y a pesar de todo, el título me lo
ha sugerido una frase que mi madre repetía hasta la saciedad: "Dichoso el
que a los suyos se parece". La decía una y otra vez, especialmente cuando
yo comparaba mi genio con el suyo, o en broma le recriminaba su herencia de
caderas anchas y pies siempre prestos a hincharse, a poco que hiciera calor o
hubieras caminado más de lo habitual. Que en eso éramos muy parecidas. Lástima
que no haya heredado otras cosas de ella.
Pero a lo que íbamos, que yo quería
hablar de otra familia, de los Franco, cuando llevo ya casi una semana
intentando digerir el comunicado hecho público tras conocerse el decreto-ley
del Gobierno para sacar los restos del patriarca de donde nunca debieron estar.
Por no hablar de declaraciones varias, apariciones en medios y demás, arropados
por la fundación que lleva el nombre del abuelo y con la inestimable ayuda del
prior de los benedictinos que custodian el "santo" lugar".
La nieta de Pinochet ha sido
condenada hace tan sólo un par de meses a devolver un puñado de millones de los
que el dictador chileno le dejó
Resulta que ponen negro sobre blanco
que los "únicos legitimados para decidir el destino de los restos
mortales" de su abuelo son ellos. Hala, sin anestesia, y mientras nos
preguntamos en qué elecciones hemos votado al tal Francis, portavoz familiar,
para decidir sobre tal cuestión o sobre cualquier otra. Por supuesto que tienen
derecho a presentar alegaciones, faltaría más, que no queremos ni remotamente
parecernos a su familia, mucho menos al dictador, para quienes el término
democracia es una obsoleta palabra griega en desuso y borrada del diccionario.
Y ahí están todos de acuerdo. La
"family" al completo. Desde la flamante duquesa, hasta los que
gestionan, vía Panamá, la herencia, fabulosa a decir de algunos, que nunca
hubiera conseguido dejar a sus deudos un militar decente por muchos años de
servicio a la patria que cumpliera, y que disfrutan, desde hace más de ocho
décadas, todos los miembros de la "unidad familiar".
Herencia que no debiera ser
inamovible (como el cuerpo del abuelo), y a las pruebas me remito, que la nieta
de Pinochet ha sido condenada hace tan sólo un par de meses a devolver un
puñado de millones de los que el dictador chileno le dejó para su uso y
disfrute.
No sé a vosotros, pero a mí se me
despiertan los peores instintos
Aquí, no sólo no se habla de eso, si
acaso, y tímidamente del pazo de Meirás, sino que se permiten poner por
escrito, y difundirlo, que el Gobierno "no podrá culminar su propósito de
vejar los restos en un acto de revanchismo retrospectivo sin precedentes en el
mundo civilizado". Toma ya. Sin Ley Mordaza, sin 155 y sin nada de nada.
Porque ellos lo valen, que para eso son "la familia".
No sé a vosotros, pero a mí se me
despiertan los peores instintos. Que esto no se acabe con la inminente salida
de una momia del levantando una lápida y llevando al inquilino con la música a
otra parte. La familia, y otros animales que andan por ahí diciendo burrradas,
también tendría que responder por mantener la herencia. La material y la otra,
que es peor.
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