La nieta de Franco hizo negocio con la prostitución
Uno de sus edificios funcionó
como burdel hasta que a mediados de este mes la Policía liberó a 23 mujeres y
detuvo a 17 personas
Recientemente la Policía Nacional liberaba a
23 mujeres que ejercían la prostitución en dos edificios situados en el paseo
de las Delicias, en Madrid. Ambos inmuebles funcionaban a modo de burdel. La
operación fue todo un éxito para la Policía.
Sin embargo, El Periódico ha arrojado un dato tremendo sobre uno de los
edificios. Concretamente, que María de la O. Martínez- Bordiú
Franco es una de las consejeras de una de estas casas. Y sí, se
trata de una nieta del dictador Francisco Franco.
Dos de los hijos de Mariola -nombre por el que
muchos la conocen- son, además, el consejero delegado y el apoderado de la
inmobiliaria CM16, la propietaria del edificio. Para más inri, el marido de
ésta, Rafael Ardid, es también consejero delegado y presidente.
El clan familiar adquirió el edificio
en el año 2007, y desde entonces lo tiene alquilado a un ciudadano
italiano, según apunta el citado medio. Asimismo, el rotativo señala que los
vecinos de la localidad ya habían denunciado varias veces este negocio.
Un negocio perfectamente controlado
El modus operandi de estos burdeles dice
bastante sobre el mismo. Todo estaba regido por un jefe, que iba
colocando a las mujeres según su edad y belleza. Así, a las más
jóvenes y atractivas las ubicaba en las plantas superiores, mientras que las
plantas bajas se destinaban a las de mayor edad. Las tarifas iban
aumentando a medida que se subía de piso.
Por otra parte, en función del
"rendimiento" de las mujeres, que eran tratadas como mera
mercancía, se las podía ascender o degradar.
Para acceder a las ellas, todas extranjeras, les
hacían en sus países de origen falsas promesas de trabajo.
Una vez que llegaban a España, la organización les advertía que tenían una
deuda con ellos de "5.000 o 10.000 euros" y las obligaban a
prostituirse para subsanarla.
Para que no pudieran denunciar a la Policía, las
mujeres eran vigiladas 24 horas y no salían del inmueble ni para
comer. Cuando lo hacían, en raras ocasiones, disponían de hasta cuatro
coches para trasladarlas y que todo fuera según lo planeado.
Sin embargo, el pasado mayo una de las explotadas
consiguió burlar el cordón de seguridad y dar aviso a la Policía.
Así comenzó la que se denominó operación Desengaño,
que terminó a mediados de noviembre con la liberación de 23
mujeres y la detención de 17 personas.
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