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sábado, 17 de noviembre de 2018

Nuevo Rector en la Universidad Católica de St. Georgen (Alemania)


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El Vaticano aprueba que un sacerdote homosexualista dirija una universidad católica en Alemania





por Carlos Esteban | 16 noviembre, 2018

Roma ha cedido y la Universidad Católica de St. Georgen tendrá como rector al sacerdote jesuita Ansgar Wucherpfennig, inicialmente vetado por sus opiniones heterodoxas sobre la homosexualidad y el sacerdocio femenino, entre otras.

Hace poco más de un mes nos sorprendía la noticia de que el Vaticano había negado su placet al nombramiento del nuevo rector de la Universidad Católica de St. Georgen, en Francforte del Meno, Alemania, por sus declaraciones menos que ortodoxas vertidas en 2016 al diario Frankfurter Neue Presse. Roma, antes de dar su necesaria aprobación, pidió al sacerdote que se retractara, a lo que se negó en una carta.

Y ahí hubiera quedado la cosa, con el sacerdote abandonando un puesto que ocupaba desde 2014, pero Wucherpfennig contaba con el apoyo del obispo de Limburg, Georg Bätzing y del Provincial de los jesuitas alemanes, Johannes Siebner. Y hoy en día no es mucho decir que la Biblia es “ambigua” en su condena de la sodomía (“abominación de la desolación” quizá sea una traducción errónea, después de todo), así que el Vaticano ha recogido velas y  Wucherpfennig se queda para iluminar a las almas de futuros alemanes sobre la versión más progresista, avanzada y ‘renovada’ de la fe. El propio superior de los jesuitas, el Padre Sosa -le recordarán por su comentario sobre la inexistencia de magnotófonos en tiempos evangélicos-, se encargó de darle la buena noticia de este ‘nihil obstat’.

Los jesuitas alemanes apenas disimulan en su nota que consideran este cambio de postura de Roma -concretamente, de la Congregación para la Educación- como un espaldarazo tácito a las arriesgadas opiniones del sacerdote, que declaró a continuación que personalmente espera que la doctrina de la Iglesia seguirá desarrollándose en apertura, que es lo que exploraba él mismo con sus palabras a la prensa.

Aisladamente, la noticia tiene mucha menos relevancia que si se toma dentro del contexto de muchas otras en la misma línea, especialmente de la prohibición vaticana a que la Conferencia Episcopal de Estados Unidos tome medidas para investigar el encubrimiento de abusos sexuales y la votación de ésta en asamblea contra la propuesta de sugerir al Vaticano la conveniencia de aclarar, con los documentos de sus archivos, el caso del ex cardenal pedófilo Theodore McCarrick.

La excusa dada por Roma para esta intempestiva prohibición es que esperaban crear el marco apropiado en la reunión episcopal que se dedicará a este asunto el próximo febrero, para aplicarlo a toda la Iglesia. Pero el hecho de que recientemente las conferencias episcopales de Francia e Italia hayan tomado iniciativas propias para combatir esta lacra con el placet de Roma desmonta este pretexto.

Por lo demás, resulta igualmente incomprensible que el cardenal Roger Mahony, arzobispo emérito de Los Ángeles, haya podido dirigirse a la asamblea de los obispos americanos en referencia a este asunto. Mahoney, que cayó en desgracia después de que se probara que había encubierto sistemáticamente abusos de niños por sus sacerdotes mientras presidió la archidiócesis, tiene prohibido todo ministerio público. El Papa Francisco hizo amago de rehabilitarle, nombrándole representante suyo en un acto de conmemoración pero tuvo que echarse para atrás frente a las multitudinarias protestas. Y, sin embargo, no solo ha podido participar en la asamblea y dirigirse a sus colegas para tratar un asunto para el que está especialmente poco cualificado, sino que lo hizo en el sentido de que los obispos, como “hermanos” que eran, no debían estar acusándose unos a otros. Una abierta y descarada defensa de la ‘omertà’ que no ha sentado particularmente bien en el laicado norteamericano.

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