Infovaticana
El Vaticano aprueba que un sacerdote
homosexualista dirija una universidad católica en Alemania
por Carlos
Esteban | 16 noviembre, 2018
Roma ha cedido y la Universidad
Católica de St. Georgen tendrá como rector al sacerdote jesuita Ansgar
Wucherpfennig, inicialmente vetado por sus opiniones heterodoxas sobre la
homosexualidad y el sacerdocio femenino, entre otras.
Hace poco más de un mes nos sorprendía la noticia de que el Vaticano había
negado su placet al nombramiento del nuevo rector de la Universidad Católica de
St. Georgen, en Francforte del Meno, Alemania, por sus declaraciones menos que
ortodoxas vertidas en 2016 al diario Frankfurter Neue Presse. Roma, antes de
dar su necesaria aprobación, pidió al sacerdote que se retractara, a lo que se
negó en una carta.
Y ahí hubiera quedado la cosa, con el sacerdote abandonando un puesto que
ocupaba desde 2014, pero Wucherpfennig contaba con el apoyo del obispo de
Limburg, Georg Bätzing y del Provincial de los jesuitas alemanes, Johannes
Siebner. Y hoy en día no es mucho decir que la Biblia es “ambigua” en su
condena de la sodomía (“abominación de la desolación” quizá sea una traducción
errónea, después de todo), así que el Vaticano ha recogido velas y
Wucherpfennig se queda para iluminar a las almas de futuros alemanes sobre la
versión más progresista, avanzada y ‘renovada’ de la fe. El propio superior de
los jesuitas, el Padre Sosa -le recordarán por su comentario sobre la
inexistencia de magnotófonos en tiempos evangélicos-, se encargó de darle la
buena noticia de este ‘nihil obstat’.
Los jesuitas alemanes apenas disimulan en su nota que consideran este
cambio de postura de Roma -concretamente, de la Congregación para la Educación-
como un espaldarazo tácito a las arriesgadas opiniones del sacerdote, que
declaró a continuación que personalmente espera que la doctrina de la Iglesia
seguirá desarrollándose en apertura, que es lo que exploraba él mismo con sus
palabras a la prensa.
Aisladamente, la noticia tiene mucha menos relevancia que si se toma dentro
del contexto de muchas otras en la misma línea, especialmente de la prohibición
vaticana a que la Conferencia Episcopal de Estados Unidos tome medidas para
investigar el encubrimiento de abusos sexuales y la votación de ésta en
asamblea contra la propuesta de sugerir al Vaticano la conveniencia de aclarar,
con los documentos de sus archivos, el caso del ex cardenal pedófilo Theodore
McCarrick.
La excusa dada por Roma para esta intempestiva prohibición es que esperaban
crear el marco apropiado en la reunión episcopal que se dedicará a este asunto
el próximo febrero, para aplicarlo a toda la Iglesia. Pero el hecho de que
recientemente las conferencias episcopales de Francia e Italia hayan tomado
iniciativas propias para combatir esta lacra con el placet de Roma desmonta
este pretexto.
Por lo demás, resulta igualmente incomprensible que el cardenal Roger
Mahony, arzobispo emérito de Los Ángeles, haya podido dirigirse a la asamblea
de los obispos americanos en referencia a este asunto. Mahoney, que cayó en
desgracia después de que se probara que había encubierto sistemáticamente
abusos de niños por sus sacerdotes mientras presidió la archidiócesis, tiene
prohibido todo ministerio público. El Papa Francisco hizo amago de
rehabilitarle, nombrándole representante suyo en un acto de conmemoración pero
tuvo que echarse para atrás frente a las multitudinarias protestas. Y, sin
embargo, no solo ha podido participar en la asamblea y dirigirse a sus colegas
para tratar un asunto para el que está especialmente poco cualificado, sino que
lo hizo en el sentido de que los obispos, como “hermanos” que eran, no debían
estar acusándose unos a otros. Una abierta y descarada defensa de la ‘omertà’
que no ha sentado particularmente bien en el laicado norteamericano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario