“Los psiquiátricos se utilizaron para librarse de muchas personas durante
el franquismo”
La escritora Marta López Luaces
publica ‘El placer de matar a una madre’, donde explica la cruda realidad de
estos centros durante la dictadura
La Vanguardia
Barcelona
10/06/19
Probablemente
nunca haya pisado un centro psiquiátrico. No obstante, seguramente tenga una
idea de cómo son. El cine ha hecho mella en el imaginario de estos lugares,
haciendo creer al espectador que en su interior se alberga todo tipo de
horrores. Pese a que el concepto dista mucho de la actualidad, sí que es cierto
que en el pasado fue una realidad. “Los cineastas se nutren precisamente de tiempos
pasados para sus películas”, cuenta Marta López Luaces.
Ella es la autora de El placer de matar a una madre (Ediciones
B), que ha llegado a las librerías este 6 de junio. La escritora desvela a La Vanguardia que la historia está inspirada
en hechos reales ocurridos en distintos centros psiquiátricos durante el
franquismo. Su protagonista es Isabel, una joven de provincias que es internada
en un sórdido hospital tras confesar uno de los crímenes más execrables que se
conocen: el matricidio. Allí es sometida a un sinfín de crueles torturas,
incluidas las celdas de aislamiento. Sólo un joven psiquiatra se interesará por
esclarecer la verdad que se oculta tras el crimen, aunque para ello deberá
arriesgar su trabajo y su prestigio profesional.
La novela ‘El placer de matar a una
madre’ está inspirada en hechos reales ocurridos en distintos centros psiquiátricos durante el franquismo
Con este desgarrador relato, el
lector se sumirá en los años finales del franquismo, cuando en España se
condenaba a las mujeres al servilismo, a la invisibilidad y a la resignación.
Ante este desolador panorama, sólo unas pocas se atrevían a desafiar el
machismo imperante, aunque para ello tuvieran que pagar un altísimo precio.
Cuenta la autora que la idea de la
novela se le ocurrió durante una de sus clases. Ella es profesora de género y
literatura española y latinoamericana en la Montclair State University de Nueva
Jersey, y en uno de sus debates empezó a hablar con sus alumnos sobre cómo la
dictadura se mantiene en un estado. “Llegamos a la conclusión de que eran
varias las instituciones que controlaban a la sociedad. Empezamos a nombrarlas
y, de pronto, una chica mencionó los psiquiátricos. Yo no había caído en ello,
pero entonces la muchacha argumentó que era allí donde se enviaban a las
personas cuando molestaban. Estaba en lo cierto”.
El lector se sumirá en los años finales
del franquismo, cuando en España se condenaba a las mujeres al servilismo, a la
invisibilidad y a la resignación
La respuesta despertó el interés de
López, hasta el punto de iniciar una pequeña investigación para documentarse en
la que estuvo inmersa cerca de dos años. “Durante este tiempo encontré valiosos
artículos de principios de los 70 del periodista Ángel Lara que hablaban de los
llamados manicomios de la época. En sus textos denunciaba, entre otras
cuestiones, las pésimas condiciones en las que estos centros se encontraban. Recopiló
sus escritos en Mi viaje alrededor de la locura, un libro que ha
resultado clave para la novela que acabo de publicar”.
Pero la falta de higiene y de
dejadez no eran los únicos problemas que allí se albergaban. “Residían todo
tipo de personas. Lo increíble es que la mayoría de ellas no sufrían realmente
una enfermedad mental. Eran homosexuales, o alcohólicos o madres solteras pero,
salvo en contados casos, no eran enfermos”, exclama la escritora. Muchos
acababan internos por culpa de la ley de vagos y maleantes, que llevaba a cabo
medidas de alejamiento de alejamiento, control y retención de los individuos
supuestamente peligrosos hasta que se determinara que se había acabado su
peligrosidad. “Se utilizó para librarse de muchas personas”, apunta la escritora.
[En los psiquiátricos] residían todo
tipo de personas. Lo increíble es que la mayoría de ellas no sufrían realmente
una enfermedad mental”
Algún que otro caso sobre el
cuestionable empleo de esta ley se encuentra en los mismos artículos de Ángel
Lara o en algunos de los estudios sobre la psiquiatría en España que realizó
Enrique González Duro y que publicó en forma de un libro titulado Los psiquiatras
de Franco. La autora cuenta un ejemplo a La Vanguardia: “Lo que voy
a explicar es real. Una mujer se quedó embarazada. Su padre no se quiso hacer
cargo del niño, así que le exigió a su novio que le ayudara. El chico no sólo
se negó, sino que pidió ayuda al alcalde del pueblo. Este empleó la ley de
vagos y maleantes y la metió en un psiquiátrico. La encontraron en los años 70
y, lo peor de todo, es que nadie sabía qué había pasado con su hijo”.
La novela denuncia cómo ciertas
instituciones se pueden emplear para reprimir ciertos sujetos y que no se sepa.
“Porque si se mete a alguien en la cárcel, se causa cierto revuelo. En cambio,
si se internan en un hospital, parece que se esté curando y que las autoridades
hayan hecho el bien”, remarca la escritora, que también añade que “hay muchas
más historias tristes y desconocidas. Quería darlas a conocer para que no
caigan en el olvido. Nada similar debería volver a suceder”.
Si se mete a alguien en la cárcel, se
causa cierto revuelo. En cambio, si se internan en un hospital, parece que se
esté curando y que las autoridades hayan hecho el bien”
Marta López Luaces Escritora
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