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martes, 11 de junio de 2019

Franco internaba en los manicomios a los rojos que no mataba


“Los psiquiátricos se utilizaron para librarse de muchas personas durante el franquismo”

La escritora Marta López Luaces publica ‘El placer de matar a una madre’, donde explica la cruda realidad de estos centros durante la dictadura

La Vanguardia


Barcelona

10/06/19

Probablemente nunca haya pisado un centro psiquiátrico. No obstante, seguramente tenga una idea de cómo son. El cine ha hecho mella en el imaginario de estos lugares, haciendo creer al espectador que en su interior se alberga todo tipo de horrores. Pese a que el concepto dista mucho de la actualidad, sí que es cierto que en el pasado fue una realidad. “Los cineastas se nutren precisamente de tiempos pasados para sus películas”, cuenta Marta López Luaces.

Ella es la autora de El placer de matar a una madre (Ediciones B), que ha llegado a las librerías este 6 de junio. La escritora desvela a La Vanguardia que la historia está inspirada en hechos reales ocurridos en distintos centros psiquiátricos durante el franquismo. Su protagonista es Isabel, una joven de provincias que es internada en un sórdido hospital tras confesar uno de los crímenes más execrables que se conocen: el matricidio. Allí es sometida a un sinfín de crueles torturas, incluidas las celdas de aislamiento. Sólo un joven psiquiatra se interesará por esclarecer la verdad que se oculta tras el crimen, aunque para ello deberá arriesgar su trabajo y su prestigio profesional.

La novela ‘El placer de matar a una madre’ está inspirada en hechos reales ocurridos en distintos centros psiquiátricos durante el franquismo

Con este desgarrador relato, el lector se sumirá en los años finales del franquismo, cuando en España se condenaba a las mujeres al servilismo, a la invisibilidad y a la resignación. Ante este desolador panorama, sólo unas pocas se atrevían a desafiar el machismo imperante, aunque para ello tuvieran que pagar un altísimo precio.

Cuenta la autora que la idea de la novela se le ocurrió durante una de sus clases. Ella es profesora de género y literatura española y latinoamericana en la Montclair State University de Nueva Jersey, y en uno de sus debates empezó a hablar con sus alumnos sobre cómo la dictadura se mantiene en un estado. “Llegamos a la conclusión de que eran varias las instituciones que controlaban a la sociedad. Empezamos a nombrarlas y, de pronto, una chica mencionó los psiquiátricos. Yo no había caído en ello, pero entonces la muchacha argumentó que era allí donde se enviaban a las personas cuando molestaban. Estaba en lo cierto”.

El lector se sumirá en los años finales del franquismo, cuando en España se condenaba a las mujeres al servilismo, a la invisibilidad y a la resignación

La respuesta despertó el interés de López, hasta el punto de iniciar una pequeña investigación para documentarse en la que estuvo inmersa cerca de dos años. “Durante este tiempo encontré valiosos artículos de principios de los 70 del periodista Ángel Lara que hablaban de los llamados manicomios de la época. En sus textos denunciaba, entre otras cuestiones, las pésimas condiciones en las que estos centros se encontraban. Recopiló sus escritos en Mi viaje alrededor de la locura, un libro que ha resultado clave para la novela que acabo de publicar”.

Pero la falta de higiene y de dejadez no eran los únicos problemas que allí se albergaban. “Residían todo tipo de personas. Lo increíble es que la mayoría de ellas no sufrían realmente una enfermedad mental. Eran homosexuales, o alcohólicos o madres solteras pero, salvo en contados casos, no eran enfermos”, exclama la escritora. Muchos acababan internos por culpa de la ley de vagos y maleantes, que llevaba a cabo medidas de alejamiento de alejamiento, control y retención de los individuos supuestamente peligrosos hasta que se determinara que se había acabado su peligrosidad. “Se utilizó para librarse de muchas personas”, apunta la escritora.

[En los psiquiátricos] residían todo tipo de personas. Lo increíble es que la mayoría de ellas no sufrían realmente una enfermedad mental”

Algún que otro caso sobre el cuestionable empleo de esta ley se encuentra en los mismos artículos de Ángel Lara o en algunos de los estudios sobre la psiquiatría en España que realizó Enrique González Duro y que publicó en forma de un libro titulado Los psiquiatras de Franco. La autora cuenta un ejemplo a La Vanguardia: “Lo que voy a explicar es real. Una mujer se quedó embarazada. Su padre no se quiso hacer cargo del niño, así que le exigió a su novio que le ayudara. El chico no sólo se negó, sino que pidió ayuda al alcalde del pueblo. Este empleó la ley de vagos y maleantes y la metió en un psiquiátrico. La encontraron en los años 70 y, lo peor de todo, es que nadie sabía qué había pasado con su hijo”.

La novela denuncia cómo ciertas instituciones se pueden emplear para reprimir ciertos sujetos y que no se sepa. “Porque si se mete a alguien en la cárcel, se causa cierto revuelo. En cambio, si se internan en un hospital, parece que se esté curando y que las autoridades hayan hecho el bien”, remarca la escritora, que también añade que “hay muchas más historias tristes y desconocidas. Quería darlas a conocer para que no caigan en el olvido. Nada similar debería volver a suceder”.

Si se mete a alguien en la cárcel, se causa cierto revuelo. En cambio, si se internan en un hospital, parece que se esté curando y que las autoridades hayan hecho el bien”

Marta López Luaces Escritora

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