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La verdad
que jamás se atrevieron a contarle sobre el desembarco de Normandía
Por Máximo Relti para Canarias Semanal
12/6/19
En el 75º aniversario… por qué se ha
falseado la importancia bélica del desembarco de Normandía
La versión presentada por los estudios
cinematográficos de Hollywood sobre la trascendencia histórica del desembarco
de Normandía – escribe nuestro colaborador Máximo Relti – cobra especial
interés al cumplirse su 75 aniversario. Los guionistas y productores
cinematográficos de Hollywood, carentes del más elemental rigor científico,
escamotean en sus versiones fílmicas una verdad histórica que está avalada por
decenas de miles de toneladas de documentos, y que nada tiene con la
importancia crucial que se atribuye a aquel desembarco militar
Se ha cumplido estos días el 75
aniversario del desembarco de lo Estados Unidos e Inglaterra en
las costas de Normandía. Y una vez más, los intereses
ideológicos y chovinistas vuelven a predominar, tratando de sepultar la
verdad histórica sobre lo sucedido.
O
expresado de otra manera: la versión presentada por los estudios
cinematográficos de Hollywood, integrados y dirigidos
por equipos de propagandistas pronorteamericanos, carentes del más elemental
rigor científico, vuelve a escamotear decenas de miles de toneladas de
documentos, de testimonios personales, de estadísticas, de cartas militares, de
mapas, de pruebas fílmicas y documentales, de memorias… en aras de una
narración color rosa que nada tiene que ver con lo que realmente sucedió
durante los últimos 11 meses de la Segunda Guerra Mundial.
A
través de los medios de comunicación se nos está queriendo presentar el 6 de
junio de 1944, el archiconocido «Día D» del
desembarco aliado en Normandía, como
la clave estratégica a través de la cual se decidió la suerte de la 2ª
Guerra Mundial. Sin embargo, los registros históricos
sobre el valor real que tuvo
aquella operación militar sitúan a la narración que nos
ofrecen los medios justamente en sus antípodas.
¿POR QUÉ SE PRODUCE EL DESEMBARCO A TAN SOLO 11 MESES
DEL FINAL DE LA GUERRA?
La
verdad es que los alemanes no le prestaban por aquellas fechas una excesiva
atención a su peculiar Frente Occidental, un
flanco territorial en el que no sucedía nada que les provocara razones para
estar inquietos. Desde que la vertiginosa conquista de Francia convirtiera
la invasión de ese país en un mero «paseo militar», el
interés de Hitler no estaba centrado en
aquellos enemigos ubicados a sus espaldas. El alto mando alemán era
perfecto conocedor de que los estadounidenses esperaban que Alemania derrotara
a la Unión Soviética y,
también, de que Inglaterra y los Estados Unidos habían
desoído reiteradamente los llamamientos urgentes de Stalin para
que estos dos países procedieran a atacar a Alemania desde
el Oeste, abriendo así un nuevo
frente que obligara a la Wehrmacht a
reducir sus divisiones en el Frente Oriental.
La
verdad es que el interés prioritario de los Estados Unidos desde
que comenzó la guerra era que los alemanes destrozaran a la Unión
Soviética y acabaran, de paso, con el sistema político comunista.
Y aunque hoy deliberadamente se trate de ocultar, los grandes hombres de
negocios estadounidenses estaban especialmente interesados en que este hecho
efectivamente se produjera. Esa es la razón por la que sin ocultarlo habían
estado apoyando económicamente a la Alemania de Hitler con
cuantiosas inversiones.
Que
esto fue así no sólo lo ratifica la voluminosa documentación histórica
existente, sino también los diversos testimonios verbales de personalidades
relevantes de la vida social y política norteamericana. Por ejemplo, el
del industrial norteamericano Henry Ford, que
en 1941 no se ruborizaba cuando se atrevía a proclamar que:
”Ni los Aliados, ni
tampoco el Eje deberían ganar la guerra. Los Estados Unidos deben proporcionar los medios para que ambas partes
sigan luchando hasta que se produzca el colapso de ambos contendientes».
Pero
no sólo fue este poderoso industrial de la extrema derecha norteamericana el
que pensaba de esa forma. El que luego sería presidente de los Estados
Unidos, Harry Truman, dijo en
1941 con el mismo cinismo que lo había hecho Ford:
«Si Alemania gana,
debemos ayudar a Rusia. Y si Rusia gana,
debemos ayudar a Alemania, para
que se produzcan el máximo de bajas en cada lado».
Esa
doble y cínica política estadounidense solo tuvo su punto final cuando el
pueblo soviético hizo doblar la cerviz a Hitler en Stalingrado. A
partir de entonces, el Ejército Rojo inició
un demoledor avance que no paró hasta llegar a la misma capital del Tercer
Reich. Sólo después de apercibirse de que el Ejército
soviético está en condiciones de ganar la guerra por sí mismo, los Estados
Unidos reaccionan y se apresuran a cambiar las tornas.
Ahora sus intereses en Europa les
exigen cambiar el letargo por la premura. Fue sólo entonces cuando
se propusieron iniciar, de verdad, el desembarco en Normandía,
es decir, apenas once meses antes de que en mayo de 1945 concluyera la Segunda
Guerra Mundial en Europa.
EL «ENEMIGO PRINCIPAL» DE ALEMANIA
La escasa importancia que para los nazis tenía hasta
entonces el sosegado Frente Occidental lo
prueba el hecho de que Hitler tuviera tan sólo 60
divisiones de su Ejército ubicadas en él. En cambio,
había desplazado más de doscientas divisiones al Frente
Oriental, a luchar en contra de lo que él estimaba como «el
enemigo principal», la Unión Soviética.
Es evidente, pues, que los esfuerzos militares de la Wehrmacht estaban
concentrados a combatir con intensidad en el «infierno del frente
ruso».
El
auténtico punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial se
produjo con la contraofensiva soviética de 1942, en la
batalla de Stalingrado. Posteriormente sería redondeado, aún
más, con el resultado decisivo de la batalla de Kursk. El Ejército
Rojo había lanzado una poderosa ofensiva desde finales de
diciembre de 1943, que aplastó toda la resistencia militar que trató de
interrumpir su arrolladora marcha sobre Berlín. El Ejército
Rojo hizo retroceder a las fuerzas alemanas a lo largo de toda la Europa
Oriental. Con clarividente razón, Winston Churchill,
un hábil pero furibundo enemigo de los bolcheviques, tuvo que rendirse
ante la evidencia y reconocer públicamente que los soviéticos
habían logrado «destrozar las mismas
entrañas del Ejército alemán» en Stalingrado.
¿CUÁL FUE EL VERDADERO OBJETIVO DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA?
El
hecho es que tanto ingleses como norteamericanos habían subestimado el
enorme potencial humano, moral y militar de la Unión
Soviética. Por esa razón, ingleses y estadounidenses terminarían
encontrándose con el Ejército Rojo en
las mismas puertas de Alemania. Y, muy
probablemente, si el llamado «Día D» se
hubiera retrasado aún más, se lo hubieran terminado encontrando en las
costas del norte de Francia, justo allí donde ellos
iban a desembarcar.
La verdad histórica es muy distinta, pues,
de aquella narración idílica que intenta presentarnos el desembarco
de Normandía como la «operación militar decisiva» que
puso fin a la Segunda Guerra Mundial. La realidad es
que aquel desembarco no fue otra cosa que la apertura tardía
de un segundo frente, cuando ya la Alemania
de Hitler se encontraba desvencijada, agotada y
próxima a la derrota.
El
siempre aplazado desembarco de norteamericanos e ingleses en las playas
de Normandía tuvo como principal
objetivo impedir que, tan sólo un año antes de finalizar la contienda, el
Ejército soviético pudiera obtener en solitario la victoria militar en el
territorio continental europeo.
Pero,
pese a haber tenido lugar aquel desembarco en el norte de Francia, fue en el Frente
Oriental donde continuaron
librándose las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial. Y,
además, con una particularidad que resulta interesante agregar:
mientras las tropas aliadas en su avance por Europa
occidental fueron derrotadas por los maltrechos
ejércitos alemanes en dos importantes batallas – las Árdenas y
en el Market Garden -, el Ejército
Rojo mantuvo imparable, victoria tras victoria, su avance
ininterrumpido hacia Berlín. Esa
es una incontrovertible verdad histórica que nunca Hollywood será
capaz de relatarnos.
Pero
con Hollywood o sin Hollywood,
eso fue lo que realmente sucedió, aunque a través su factoría
de construcción de ensueños haya logrado convencer a millones de personas
de que la historia fue otra cosa
distinta.
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