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sábado, 15 de junio de 2019

La verdad sobre el desembarco de Normandía

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La verdad que jamás se atrevieron a contarle sobre el desembarco de Normandía

Por Máximo Relti para Canarias Semanal

12/6/19

En el 75º aniversario… por qué se ha falseado la importancia bélica del desembarco de Normandía

 

La versión presentada por los estudios cinematográficos de Hollywood sobre la trascendencia histórica del desembarco de Normandía – escribe nuestro colaborador Máximo Relti – cobra especial interés al cumplirse su 75 aniversario. Los guionistas y productores cinematográficos de Hollywood, carentes del más elemental rigor científico, escamotean en sus versiones fílmicas una verdad histórica que está avalada por decenas de miles de toneladas de documentos, y que nada tiene con la importancia crucial que se atribuye a aquel desembarco militar

Se ha cumplido estos días el 75 aniversario del desembarco de lo Estados Unidos e Inglaterra en las costas de Normandía. Y una vez más, los intereses ideológicos y chovinistas vuelven a predominar,  tratando de sepultar la verdad histórica sobre lo sucedido.

 O expresado de otra manera: la versión  presentada  por los estudios cinematográficos de Hollywood, integrados y dirigidos por equipos de propagandistas pronorteamericanos, carentes del más elemental rigor científico, vuelve a escamotear decenas de miles de toneladas de documentos, de testimonios personales, de estadísticas, de cartas militares, de mapas, de pruebas fílmicas y documentales, de memorias…   en aras de una narración color rosa que nada tiene que ver con lo que realmente sucedió durante los últimos 11 meses de la Segunda Guerra Mundial.

 A través de los medios de comunicación se nos está queriendo presentar el 6 de junio de 1944, el archiconocido «Día D» del desembarco aliado en Normandía, como la clave estratégica a través de la cual  se decidió la suerte de la 2ª Guerra Mundial. Sin embargo,  los registros históricos  sobre el valor real  que tuvo aquella operación militar  sitúan  a la narración que nos ofrecen  los medios justamente  en sus antípodas.

¿POR QUÉ SE PRODUCE EL DESEMBARCO A TAN SOLO 11 MESES DEL FINAL DE LA GUERRA?

 La verdad es que los alemanes no le prestaban por aquellas fechas una excesiva atención a su peculiar Frente Occidental, un flanco territorial en el que no sucedía nada que les provocara razones para estar inquietos. Desde que la vertiginosa conquista de Francia convirtiera la invasión de ese país en un mero «paseo militar», el interés de Hitler no estaba centrado en aquellos enemigos ubicados a sus espaldas. El alto mando alemán era  perfecto conocedor de que los estadounidenses esperaban que Alemania derrotara a la Unión Soviética  y, también, de que Inglaterra y los Estados Unidos habían desoído reiteradamente los llamamientos urgentes de Stalin para que estos dos países  procedieran a atacar a Alemania  desde el Oeste,  abriendo así un nuevo frente  que obligara a la Wehrmacht a reducir sus divisiones en el Frente Oriental.

 La verdad es que el interés prioritario de los Estados Unidos desde que comenzó la guerra era que los alemanes destrozaran a la Unión Soviética y acabaran, de paso, con el sistema político comunista. Y aunque hoy deliberadamente se trate de ocultar, los grandes hombres de negocios estadounidenses estaban especialmente interesados en que este hecho efectivamente se produjera. Esa es la razón por la que sin ocultarlo habían estado apoyando económicamente a la Alemania de Hitler con cuantiosas inversiones.

 Que esto fue así no sólo lo ratifica la voluminosa documentación histórica existente, sino también los diversos testimonios verbales de personalidades relevantes de la vida social y política norteamericana. Por ejemplo,  el del industrial norteamericano Henry Ford, que en 1941 no se ruborizaba cuando se atrevía a proclamar que:

 ”Ni los Aliados, ni tampoco el Eje deberían ganar la guerra. Los Estados Unidos deben proporcionar los medios para que ambas partes sigan luchando hasta que se produzca el colapso de ambos contendientes».

 Pero no sólo fue este poderoso industrial de la extrema derecha norteamericana el que pensaba de esa forma. El que luego sería presidente  de los Estados Unidos, Harry Truman, dijo en  1941 con el mismo cinismo que lo había hecho Ford:

   «Si Alemania gana, debemos ayudar a Rusia.  Y si Rusia gana, debemos ayudar a Alemania, para que se produzcan el máximo de bajas en cada lado».

 Esa  doble y cínica política estadounidense solo tuvo su punto final cuando el pueblo soviético hizo doblar la cerviz a Hitler en Stalingrado. A partir de entonces, el Ejército Rojo inició un demoledor avance que no paró hasta llegar a la misma capital del Tercer Reich. Sólo después de  apercibirse de que el Ejército soviético está en condiciones de ganar la guerra por sí mismo, los Estados Unidos reaccionan y se apresuran  a cambiar las tornas. Ahora sus intereses en Europa les exigen  cambiar el letargo por la premura.  Fue sólo entonces cuando se propusieron iniciar, de verdad, el desembarco en Normandía, es decir, apenas once meses antes de que en mayo de 1945 concluyera la Segunda Guerra Mundial en Europa.

EL «ENEMIGO PRINCIPAL» DE ALEMANIA

La escasa importancia que para los nazis tenía hasta entonces el sosegado Frente Occidental  lo prueba el hecho de que Hitler tuviera tan sólo 60 divisiones de su Ejército ubicadas en él.  En cambio,  había desplazado más de doscientas divisiones al Frente Oriental, a luchar en contra  de lo que él estimaba como «el enemigo principal», la Unión Soviética.  Es evidente, pues,  que los esfuerzos militares de la Wehrmacht estaban concentrados a combatir con intensidad en el «infierno del frente ruso».

 El  auténtico punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial se produjo con la contraofensiva soviética de 1942, en la batalla de Stalingrado. Posteriormente sería redondeado, aún más, con  el resultado decisivo de la batalla de Kursk. El Ejército Rojo había lanzado una poderosa ofensiva desde finales de diciembre de 1943, que  aplastó toda la resistencia militar que trató de interrumpir su arrolladora marcha sobre Berlín. El Ejército Rojo hizo retroceder a las fuerzas alemanas a lo largo de toda la Europa Oriental. Con clarividente razón, Winston Churchill, un hábil pero furibundo enemigo de los bolcheviques, tuvo  que rendirse ante la  evidencia  y reconocer públicamente que los soviéticos habían  logrado «destrozar las mismas entrañas del Ejército alemán» en Stalingrado.

¿CUÁL FUE EL VERDADERO OBJETIVO DEL DESEMBARCO DE NORMANDÍA?

 El hecho es que tanto ingleses como norteamericanos habían subestimado  el enorme potencial  humano, moral y militar de la Unión Soviética. Por  esa razón, ingleses y estadounidenses terminarían encontrándose con el Ejército Rojo en las mismas puertas de Alemania. Y, muy probablemente, si  el  llamado «Día D» se hubiera retrasado aún más, se lo hubieran  terminado encontrando en las costas del norte de Francia, justo allí donde ellos iban a desembarcar.

La verdad histórica es muy  distinta, pues,  de aquella narración idílica que intenta presentarnos el desembarco de Normandía como la «operación militar decisiva» que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. La realidad es que aquel desembarco no fue  otra cosa que  la apertura tardía de  un segundo frente, cuando  ya la Alemania de Hitler  se encontraba desvencijada, agotada y  próxima a la derrota.

 El siempre aplazado desembarco de  norteamericanos e ingleses en las playas de Normandía tuvo como  principal objetivo impedir que,  tan sólo un año antes de finalizar la contienda, el Ejército soviético pudiera obtener en solitario la victoria militar  en el territorio continental europeo.

 Pero, pese a haber tenido lugar aquel desembarco en el norte de Francia, fue en el Frente Oriental donde continuaron  librándose  las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial. Y, además, con una particularidad que resulta  interesante agregar: mientras  las tropas aliadas en su  avance por Europa occidental  fueron  derrotadas  por los maltrechos ejércitos  alemanes en dos importantes batallas  – las Árdenas y en el Market Garden -, el Ejército Rojo mantuvo imparable, victoria tras victoria, su avance ininterrumpido hacia Berlín. Esa es una incontrovertible verdad histórica que nunca Hollywood será capaz de relatarnos.

 Pero con Hollywood o sin Hollywood, eso fue lo que realmente sucedió, aunque  a través  su factoría  de construcción de ensueños  haya logrado convencer a millones de personas de que la historia fue otra cosa distinta.




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