¿Y si la Guerra Civil española duró hasta 1952?
El
historiador Jorge Marco argumenta que la derrota del ejército republicano no
marcó el fin del conflicto, sino que transformó un enfrentamiento convencional
a otro irregular
La Vanguardia
20/5/19
La Guardia Civil
apareció por sorpresa en un pequeño pueblo andaluz. Su objetivo era detener a
tres jóvenes campesinos. Pasaron la primera noche en comisaría y luego fueron
llevados a una fábrica situada en un lugar tranquilo. Allí, los torturaron
durante horas y horas. A la mañana siguiente, la policía les entregó a los
regulares, las temidas unidades del ejército compuestas por soldados
procedentes de la colonia española en Marruecos.
Ataron a los
jóvenes a los caballos y los arrastraron por un camino rocoso antes de apedrearlos.
Había sangre por todo el trayecto, pero los muchachos -familiares o
colaboradores de guerrilleros antifranquistas- aún seguían con vida. Así que
los soldados cogieron sus armas y los remataron con un disparo en la cabeza. El
registro los identificó con un simple “fusilados por la Guardia Civil”.
La Guardia Civil
apareció por sorpresa en un pequeño pueblo andaluz. Su objetivo era detener a
tres jóvenes campesinos. Pasaron la primera noche en comisaría y luego fueron
llevados a una fábrica situada en un lugar tranquilo. Allí, los torturaron
durante horas y horas. A la mañana siguiente, la policía les entregó a los
regulares, las temidas unidades del ejército compuestas por soldados
procedentes de la colonia española en Marruecos.
Ataron a los jóvenes a los caballos y los arrastraron
por un camino rocoso antes de apedrearlos. Había sangre por todo el trayecto,
pero los muchachos -familiares o colaboradores de guerrilleros antifranquistas-
aún seguían con vida. Así que los soldados cogieron sus armas y los remataron
con un disparo en la cabeza. El registro los identificó con un simple “fusilados
por la Guardia Civil”.
El historiador Jorge Marco defiende que el
conflicto armado no terminó en 1939, sino que se alargó hasta 1952
Los hechos no ocurrieron en 1936, ni tampoco en
el 37. Ni tan siquiera ocurrieron durante el periodo conocido tradicionalmente
como Guerra Civil española. Ocurrieron en Frigiliana, un pueblo de la provincia
de Málaga, abril de 1950 y es uno de los ejemplos que permiten al historiador
Jorge Marco, de la Universidad de Bath, defender que el conflicto no acabó en
1939, como siempre se ha dicho, sino que se alargó hasta 1952.
La derrota del ejército republicano, según explica
Marco en un estudio
que está a punto de publicar en la revista Journal
of Contemporary History , no marcó el fin de la Guerra Civil,
sino que la transformó de un enfrentamiento convencional a una guerra
irregular.
“Describir la
década de 1940 como un período de posguerra sería minimizar el conflicto armado
que tuvo un gran impacto en las áreas rurales del país y, al mismo tiempo,
resonaba en las ciudades”, explica el investigador a La
Vanguardia.
“Los derrotados
–explica Marco- fueron obligados a pagar por acciones pasadas. La mayoría fue
clasificada por la dictadura como redimible y sometida a un intenso proceso de
aislamiento, castigo y conversión forzada. Pero también hubo miles de
republicanos que fueron considerados irredimibles y fueron ejecutados por
tribunales militares”.
La magnitud de
la represión fue tal que provocó una reacción en cadena que propició la
aparición de los grupos guerrilleros y, con ello, la lógica de la violencia de
contrainsurgencia, afirma el autor. “Por eso Franco combinó diferentes técnicas
represivas, incluidos los tribunales militares y el sistema penal, además de
una amplia gama de prácticas brutales y masacres contra civiles y combatientes
que duró más de una década”, indica.
De campos de
batalla abiertos a áreas aisladas de montaña y combates clandestinos en las
ciudades. El caso de España, afirma el experto, guarda similitudes con el de la
Guerra Civil polaca (1942-1948), la Guerra Civil griega (1946-1949) y otras
guerras irregulares en los países bálticos (1944-1953), Ucrania (1944-1953) y
Rumania (1944-1962).
Al menos 20.000
personas fueron asesinadas por la dictadura durante la década de 1940. Como admitió
Eulogio Lima, uno de los mandos de la Guardia Civil encargado de eliminar toda
la resistencia en España, en esa época se entró en “una guerra fría, callada y
silenciosa”.
Pero estas cifras, indica el
experto de la Universidad de Bath, no incluyen cientos de muertes causadas por
la violencia contrainsurgente, que son “notoriamente difíciles de identificar”.
Según fuentes oficiales, el número de fallecidos directamente atribuibles a la
guerra irregular fue de 3.433, entre los que había 2.489 combatientes y 953
civiles.
Las estadísticas
de la Guardia Civil indican, además, que 19.444 civiles fueron arrestados y
juzgados por colaborar con los grupos guerrilleros antifranquistas entre 1943 y
1952, aunque indican que el número de intermediarios (miembros de la población
civil que ayudó a los guerrilleros) podía estar entre 60.000 y 80.000.
“El número de muertes
directamente relacionadas con la guerra irregular –argumenta Marco- debe estar
entre 6.500 y 8.000 personas, con una división uniforme entre civiles y
combatientes. De éstos, entre 5.000 y 6.500 fueron víctimas de la dictadura.
Estas cifras son significativamente más bajas que las de las guerras
irregulares que tuvieron lugar después de la Segunda Guerra Mundial en Ucrania,
Lituania y Grecia, aunque tiene similitudes con Polonia, Letonia, Estonia y
Rumania”.
La dictadura de
Franco aprobó dos leyes específicas para reprimir al movimiento guerrillero: la
Ley de Seguridad del Estado en 1941 y el Decreto de bandidismo y terrorismo en
1947. Ambos permitieron a los tribunales sentenciar a miles de intermediarios
(y guerrilleros) a prisión o muerte. Sin embargo, la mayoría de los civiles
fueron asesinados en masacres, particularmente durante el período conocido como
“los tres años de terror” entre 1947 y 1949, explica el investigador a La Vanguardia.
Jorge Marco entiende que,
durante los primeros años, la estrategia fue de combate directo formando grupos
mixtos de guardias civiles, policías y falangistas para combatir a los
guerrilleros. A partir de 1944, se empezó a usar de forma más amplia la guerra
psicológica, el uso de la inteligencia militar y la persecución de las redes de
apoyo.
También se contó con la asistencia
adicional de 100.000 civiles, principalmente voluntarios falangistas, que desde
1945 formaron grupos paramilitares conocidos como Somatén. “El alto grado de
brutalidad empleado por las fuerzas militares y paramilitares en esta guerra
irregular estaba en consonancia con el hecho de que el enemigo interno había
sido deshumanizado”, admite el historiador.
Una de las técnicas de represión que
tuvo mayor efecto psicológico en la población fue poner los cadáveres en
exhibición pública. Esta práctica fue habitual en las primeras semanas de la
guerra civil, hasta que fue prohibida por las autoridades militares en febrero
de 1937. La dictadura, sin embargo, la restableció.
Una técnica de represión que tuvo alto
efecto psicológico en la población fue exhibir cadáveres públicamente
La mayoría de masacres de civiles,
asegura Jorge Marco, tuvieron lugar lejos del ojo público. “La Guardia Civil,
por lo general, arrestó a los campesinos o los sacó de la prisión y los llevó a
zonas periféricas para asesinarlos. Los informes oficiales generalmente
ocultaron estos hechos afirmando que se aplicaba la Ley de Fugas: el asesinato
de una persona con el pretexto de que había tratado de escapar de las
autoridades”, remarca.
“A excepción de unas pocas docenas
de hombres que decidieron no entregarse y murieron en silencio o permanecieron
escondidos hasta el final de la dictadura, los guerrilleros depositaron sus
armas a finales de 1952. Franco había derrotado finalmente a sus enemigos tras
someterles a más de una década de terror. Pero no hubo ninguna declaración
oficial que pusiera fin a la Guerra Civil”, concluye Marco.
La mayoría de masacres de civiles,
asegura Jorge Marco, tuvieron lugar lejos del ojo público
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