13/06/2019
¿Estamos más solos a pesar de estar más conectados?
La soledad no
deseada tiene consecuencias negativas para el bienestar y la salud.
ElHuffPost
Por Marta Miret, profesora de Psicología Médica, Universidad
Autónoma de Madrid; y Elvira Lara Pérez, psicóloga e investigadora
postdoctoral, Universidad Autónoma de Madrid:
Nunca antes hemos estado tan conectados. Las redes
sociales pueden fortalecer relaciones preexistentes y permiten establecer
nuevas conexiones. Sin embargo, un uso excesivo puede hacer que nos sintamos más solos.
La amenaza de la soledad no deseada
En
España, el 92% de las personas tiene un smartphone y lo usa principalmente para
comunicarse por mensajería instantánea con aplicaciones como WhatsApp. Nos
comunicamos más con nuestros familiares y amigos por mensajería instantánea que cara a cara. De hecho, dedicamos cada vez más tiempo a la interacción con medios
digitales. A pesar de ello, una de cada tres personas se siente
sola.
La soledad no deseada tiene consecuencias negativas
para el bienestar y la salud. Cuando es persistente, puede conllevar cambios
negativos en nuestros sistemas nervioso, inmune y cardiovascular. La soledad no
deseada puede incluso aumentar el riesgo de muerte en la misma medida que fumar y más que la obesidad y la inactividad física.
Entonces, ¿es mejor el contacto cara a cara que la comunicación virtual?
Un
pilar esencial en la felicidad son las relaciones sociales. Las personas que
tienen más interacciones sociales cara a cara están más satisfechas y tienen un mejor estado de salud en
comparación con aquellas con una red social limitada. Por su parte, la
comunicación mediante plataformas digitales nos permite expresarnos y construir
comunidad, pero parece tener un efecto negativo sobre el bienestar en personas que no disponen de
una red de apoyo social.
Aplicaciones
como WhatsApp nos permiten conectar con cualquier persona en cualquier momento.
Sin embargo, el mensaje es más simple y perdemos los matices de tono de voz y
expresión facial presentes en la comunicación cara a cara, fundamentales para
un adecuado intercambio social. Además, parece existir un sesgo positivista en
las comunicaciones virtuales, exponemos más los aspectos positivos que los negativos,
por tanto, tenemos la impresión de que los demás tienen mejores vidas y son más felices. Todo
esto puede generar altos niveles de ansiedad. Las experiencias negativas en
redes sociales, una autoestima baja o una red de apoyo limitada podrían ser
algunos de los factores que explicarían estos resultados.
Si
nos fijamos en los distintos grupos de edad, los efectos de las redes sociales
parecen ser diferentes. Relacionarse exclusivamente a través de Facebook o
utilizarlo de forma continuada podría crear dependencia y disminuye el bienestar en los más jóvenes.
Las
personas mayores también hacen un uso frecuente del smartphone. Sin embargo, no se ha encontrado hasta el momento una relación entre
usar redes sociales y soledad no deseada en este grupo de edad. Esto puede ser
debido, como afirma la psicóloga de Standford Laura Carstensen, a que las personas cambian su
perspectiva temporal a medida que envejecen. Esto hace que cambien sus
objetivos y se hagan más expertas en manejar sus emociones, centrando más su
atención a los aspectos positivos y la calidad de los intercambios sociales.
¿Pueden ser útiles las redes sociales para disminuir la soledad no deseada?
Las
intervenciones basadas en plataformas sociales virtuales podrían suponer una
oportunidad para conectar y vencer barreras de comunicación. También pueden
disminuir el aislamiento y la soledad no deseada que sufren algunos individuos.
Es el caso de las personas de edad avanzada que viven solas en sus hogares y
disponen de apoyos limitados. Algunos estudios afirman que el contacto a través de redes
sociales virtuales no parece estar desplazando el contacto cara a cara sino
reforzándolo.
En
un trabajo reciente, Jennifer Chipps y su equipo de
investigación revisaron la efectividad de programas basados en tecnologías
digitales para reducir el aislamiento social en personas mayores. Gran parte de
estas intervenciones se dirigían a fortalecer vínculos sociales preexistentes y
aumentar las oportunidades para el intercambio social. Sin embargo, los autores
señalan que la heterogeneidad de las intervenciones y la falta de rigor
metodológico de algunos programas no permiten establecer conclusiones sólidas.
¿Hemos perdido la capacidad de disfrutar de la soledad?
Nuestro
día a día transcurre en un mundo hiperconectado. La conectividad constante puede disminuir nuestro rendimiento. Podríamos pensar
que, a medida que nos acercamos a la vida de los demás, corremos el peligro de
alejarnos de nosotros mismos.
Estar
solo no implica necesariamente un sentimiento negativo y en ocasiones puede ser
necesario o beneficioso. La soledad deseada fomenta nuestra capacidad para
conocernos a nosotros mismos, para reflexionar acerca de nuestra forma de
pensar, sentir y actuar. A través de la soledad deseada también surge la
creatividad. Es, en definitiva, un motor para el crecimiento personal.
En
la última década ha habido un aumento del tiempo que los adolescentes dedican a
usar pantallas en Estados Unidos. El uso de pantallas ha desplazado el
tiempo que antes ocupaban otras actividades como leer, participar en
actividades religiosas e incluso dormir. Actividades que podían facilitar en
mayor medida tener un espacio para reflexionar, dedicar tiempo a uno mismo y
disfrutar de la soledad.
Pero
hace falta todavía más investigación para saber hasta qué punto las redes
sociales son una barrera para disfrutar de la soledad deseada, quiénes son las
personas que más afectadas se ven por este fenómeno y qué podemos hacer para
conseguir encontrar momentos de encontrarnos con nosotros mismos. Todo apunta a
que controlar nuestra conectividad y poder y saber desconectar en determinados
momentos puede ser una poderosa estrategia para poder beneficiarse de ciertas
dosis de soledad.
Redes sociales sí, pero utilizadas de forma adecuada
El
uso excesivo o inadecuado de las redes sociales está relacionado con la soledad
no deseada, pero no es el principal causante de la misma. Otros aspectos como
el individualismo, el anonimato de las grandes ciudades, o la tendencia a vivir
en hogares unipersonales pueden contribuir a la soledad no deseada en mayor
medida.
Las
plataformas digitales podrían funcionar como herramientas eficaces para el
intercambio social constructivo pero también pueden hacernos más difícil encontrar
momentos para estar realmente a solas con nosotros mismos. Limitar el tiempo de
uso y priorizar la interacción cara a cara frente a la conexión virtual puede
llevar a una mejora significativa del bienestar.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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