Más “Otegis” en nuestra televisión
¿Qué teme una
persona cuando Otegi, o cualquier otro ser humano opuesto a sus valores, sale
en la tele?
Javier Cebreiros
Apasionado de la comunicación de las personas y
conferenciante
ElHuffpost
28/06/2019
Empiezo este artículo
con una petición que, comprobarás, pocas personas han podido cumplir. Es
sencilla: antes de emitir cualquier opinión, léelo entero. Un hecho simple que
te permitirá comprobar cómo funcionan algunos seres humanos que, con un solo
titular, son capaces de emitir un juicio, no solo de su contenido, sino también
de su autor.
No se trata de un escrito sobre el conflicto
territorial español, ni de ningún tema político. Ni siquiera soy vasco. Este
artículo tiene una importancia mayor porque busca recordar la importancia de la comprensión para la construcción.
Necesariamente, por cualquier posible malentendido,
quiero dejar claro que, puesto que mi motivación es alimentar la paz, condenaré
siempre cualquier mínimo acto de violencia. Para mí, el simple hecho de hacer
una pintada es grave, cuánto más imaginar el sufrimiento de que te arrebaten a
un ser querido. Si hubiese el mínimo atisbo en el artículo de que no expreso
eso, por favor, vuelve aquí. Mi intención no es hacer daño, sino hacer pensar (aunque a veces
también duela); porque si no pensamos, es más fácil que algunas cosas vuelvan a
pasar.
Como sabrás, esta
semana Otegi ha estado en la televisión pública. Quizás no opines como él, o
quizás sí, estás en tu derecho. El caso es que cientos de miles de tuits,
noticias y manifestaciones inundaron nuestra realidad en una solicitud por
parte de muchas personas de censurar su intervención. Este es el único aspecto
del que te voy a hablar.
A lo largo del día he estado haciéndome y haciendo a
mi entorno más cercano la siguiente pregunta: “¿Por qué no quieres que salga Otegi en la televisión?”.
Las respuestas giraban entorno a dos palabras: “por asesino” o “por
terrorista”.
“Asesino” es una palabra que hasta resulta difícil de
pronunciar, y yo me retaba: ¿es correcto que te llamen asesino si nunca has
asesinado? Mis amistades me explicaban que también es un asesino quien
pertenece a una organización criminal; parece lógico y yo mismo hago esa
afirmación. Pero si me reto, pienso: ¿es ladrón el que pertenece a una
organización que roba? Mi entorno, asustado, me recordaba que estas cuestiones
no tenían nada que ver con la realidad de una banda terrorista que,
literalmente, mató.
Yo seguía reflexionando sobre otra cuestión: ¿qué es
el terrorismo? Pongamos que, como una mayoría, me opongo a la emisión de la
entrevista por verla directamente relacionada con el terrorismo. Lo lógico
entonces, sería censurar cualquier contenido terrorista. ¿Es terrorismo que una
cadena muestre una agresión para ganar audiencia? ¿Que un club de fútbol
promueva las apuestas porque, a pesar de destrozar vidas, dan dinero? ¿Que en
pleno horario infantil, los deportes muestren palizas y agresiones entre
jugadores?
¿Qué teme una persona cuando Otegi,
o cualquier otro ser humano opuesto a sus valores, sale en la televisión? Hallo
una respuesta que comparto: la falta de confianza.
Mi círculo
personal pensaba que me había vuelto loco, puede que tú también: “¡Qué
tendrá que ver Otegi con la tele o el fútbol! Hablamos de vidas reales
asesinadas, no de supuestos”. Sin embargo, a mí me cuesta censurar el
terrorismo sin definirlo primero.
Puedes bloquearme, pero solo discuto
conmigo en alto. Una parte de mí se sorprende diciendo: ¡Censuren a esta
persona! ¡Cierren este canal que comparte ideas xenófobas! ¡Clausuren ese
periódico que divide nuestra comunidad! La otra parte me pregunta: ¿Es la
censura el mejor camino?
En Internet
la gente lo tiene claro, quizás tú también; pero me gustaría saber si te lo has
cuestionado: ¿Qué teme una persona cuando Otegi, o cualquier otro ser humano
opuesto a sus valores, sale en la televisión? Hallo una respuesta que
comparto: la falta de confianza.
Si yo confío en mí y en mi
inteligencia, sé que tendré la capacidad crítica para no dar valor a una
persona que dice una tontería. A un hijo no puedes educarle censurando de su
vida a todas las personas tóxicas (ojalá), pero sí dándole una educación para
que él mismo pueda desecharlas solo.
Esta semana
ha habido representantes políticos exigiendo que otros representantes no puedan
hablar. No confían en nuestra capacidad y, por lo visto, tampoco en la suya:
¡Las personas que dirigen el país no escuchan, ni hablan, ni dialogan! A mí eso
sí que me da miedo; ¿cómo tengo la certeza de que me van a escuchar si algún
día pienso diferente? ¿Y cuando seas tú quien piensa diferente? Mejorar
no consiste en quitar a personas de la televisión, sino en poner a más personas
en educación.
He estado en
contacto con algunos de los embajadores de la paz de múltiples países y, si hay
un elemento común que todos resaltan es que la paz solo llega con
comprensión; y la comprensión solo se da con escucha; y la escucha solo se da
con educación.
Ojalá pudiese darte respuestas, pero
solo puedo compartir dudas contigo. No puedo justificar ni a izquierdas ni a
derechas. Me parece lícito que haya manifestaciones de personas pidiendo que no
haya entrevista; y personas pidiendo que sí. Posiblemente tú y yo compartimos
el mismo sueño: vivir en paz. Para conseguirlo, a veces he pensado que la
censura es un buen camino pero, si puedo elegir, prefiero que sea la educación.
Que no te dé miedo escuchar a todo
el mundo, pero que te aterre cuando el mundo no te deje hablar.
A mí no me
da miedo que en la televisión salga una persona que piensa diferente a mí. A mí
lo que me da pánico es una sociedad que olvida escuchar, o comprender o, peor
todavía, que olvida pensar.
Que no te dé miedo una televisión
donde haya personas con diferentes valores o ideales; que te aterre una
sociedad sin ellos. Éxito no es eliminar a las personas que no nos gustan,
éxito es que puedan salir “Otegis” en medios, y que las personas sepamos
escucharlos y cuestionarlos, sin que tengan que decidir otros por nosotros.
Pensemos,
escuchemos y cuestionemos; el futuro no debería ser la consecuencia de la
censura, sino el resultado de las semillas de la educación. Que no te
dé miedo escuchar a todo el mundo, pero que te aterre cuando el mundo no te
deje hablar.
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