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La victoria
de María
Fue víctima de violaciones, entre 1997 y 1998, por parte del entonces
sacerdote de la localidad mallorquina de Can Picafort, Pere Barceló Rigo, que
cumplirá seis años de cárcel
PALMA DE MALLORCA | 5 DE JULIO DE 2016
El lunes María sonrió de alivio. Durante quince años había callado. Ella
sola con todo el peso. Años de miedo. Dolor por dentro. Y mucha angustia.
Ocurrió a principios de 1997. María tenía diez años. Acudía a catequesis y,
como es habitual en los pueblos, ayudaba al cura cuando daba misa. Nada
distinto a lo que hacía el resto de niños, "nos hicimos muy amigos de este
señor", relató María.
Sin embargo, a la inversa no era así. Pere Barceló Rigo, el cura de Can
Picafort, se fijó en aquella niña rubia de ojos claros.
"Un día, él puso unas diapositivas. Algunos niños se sentaron en el
suelo. A mí me puso encima de sus piernas y me tocó el culo y los pechos. Los
hechos se sucedieron", siguió contando María.
Un biombo azul separaba al cura violador de María.
"A veces íbamos a la piscina. Después echábamos la siesta, pero a mí
siempre me llevaba a su habitación. Con la puerta cerrada. Alguno se daría
cuenta, pero los niños no éramos conscientes", contó María. La piscina a
la que a veces iban estaba en la casa de un vecino del pueblo, muy cerca de la
iglesia.
María prefirió contar la historia ella misma, evitando tener que responder
a las desagradables preguntas que iba a hacerle el fiscal.
"A principios de 1997 no había penetración ni nada. Solo eran
abusos", dijo María, como adelanto a lo que vendría después. "A
mediados de año me cogía la cabeza, se bajaba la cremallera y sacaba su miembro
cuando me llevaba a casa o cuando íbamos a por leña". Sucedía, siempre, en
el coche del cura. Más de 20 veces.
Entonces María contó un episodio que le hizo llorar. Un día de 1998, en la
habitación del sacerdote, el cura la desnudó y se puso sobre ella. En ese
momento un chaval abrió la puerta y los vio. María salió por la ventana. Y la
cosa, de momento, quedó ahí.
El chico que los vio se llama Mateu. En ese momento era amigo personal del
cura. Daba catequesis en La Asunción de María, la iglesia de Can Picafort. Pere
Barceló, el sacerdote, le había cedido una estancia como lugar de trabajo de la
revista en la que escribía. Por eso Mateu tenía llaves. Tuvo un problema con un
enchufe y fue directamente a la casa del cura para apañar el tema. Cuando abrió
la puerta de la habitación y vio la escena del cura sobre María, desnudos, se quedó
paralizado.
María siguió contando lo que vivió. "En 1998 empezaron las
violaciones. Penetraciones en su habitación de la parroquia. Se acostaba sobre
mí y con sus piernas abría las mías. Yo intentaba retorcerme. Él me tapaba la
boca". Más de 10 veces.
Mateu tardó un tiempo en digerir lo que había visto en la habitación del
cura. Hasta que decidió denunciarlo. Para entonces habían transcurrido varios
meses en los que el sacerdote había tenido tiempo de preparar el terreno. María
lo contó así: "Él (el cura) me convenció de que dijera que todo era
mentira. Al ser una persona superior, una persona de arriba", María le
hizo caso. Y cuando le tocó declarar, María mintió.
"Nadie sabía nada", siguió María. Ni amigos, ni familia. María
ocultó los tocamientos, las felaciones y las violaciones. Tenía miedo de que no
le creyeran. María calló hasta que no pudo más: "Y entonces lo solté. En
2012 se lo cuento a mi hermana y a mi padre", presentes, los dos, en la
sala.
Entonces María se puso en tratamiento. Se armó de fuerza y en noviembre de
2013 denunció todo lo que había vivido en 1997 y 1998.
Inicialmente la Fiscalía pedía para el cura 42 años de cárcel. La
imposibilidad de determinar las fechas exactas de los abusos y las violaciones
ha hecho que varíe la petición de pena. Al cura se le acusa de un delito:
agresión sexual continuada con acceso bucal y vaginal a una menor de 12 años. O
sea, el cura está acusado por violador. Y ya no hay que decir presunto.
Porque por primera vez en estos años, el cura Pere Barceló reconoció cada
uno de los hechos. Y todo el mundo lo escuchó. Incluida María. El violador
estará en la cárcel 6 años. No puede recurrir. La sentencia es firme y de
inmediato cumplimiento. En unos días el cura violador dormirá en la cárcel.
¿Por qué se pasa de pedir una pena de 42 años a pedir una pena de 6? Es la
pregunta que se hace todo el mundo. Ese fue el pacto. No solo reconocerlo ante
el juez, sino ante la opinión pública. Fue un juicio abierto, una audiencia
pública.
Y eso reconfortó a María.
Al marcharse tuvo la gentileza de hablar ante los medios. De contar su
historia a cara descubierta. Para que otras personas se animen a denunciar,
para que dejen de tener miedo y puedan seguir adelante.
María, la valiente, recupera su vida.
Víctima: .. Eso ya es una liberación para mí. Para mí y para
mucha gente que ha sufrido
Periodista
(P): Al final lo ha
reconocido, cosa que hasta ahora no había hecho
Víctima
(V): Desde que Mateo puso
la denuncia, nunca ha tenido los cojones de reconocerlo y ahora, finalmente, no
le ha quedado más remedio que reconocer. Reconocer todo lo que ha hecho, todo
el mal/el daño que ha hecho.
Pregunta
CTXT en español
P-
Sobre animar a otras personas a hacer lo mismo en algo que sigue ocurriendo.
V
- Que no se dejen guiar por el miedo... Que lo digan y
que lo denuncien. Que no dejen pasar tanto tiempo porque estas cosas
prescriben. Que denuncien
P-
¿Le ha sorprendido algo de lo que ha dicho hoy?
V- No me ha sorprendido nada. Solo ha dicho lo que
tocaba. Y tocaba la verdad. Es lo único que ha hecho, decir la verdad. Y me
alegro de que haya sido públicamente
P-
¿Espera que este testimonio anime a otras víctimas?
V- Espero que sí. Que no se asusten, que no se tiren para
atrás porque su familia siempre estará ahí.
P-
¿Cómo se siente?
V- Tranquila, liberada.
Solo se ha hecho justicia. Pero hace muchos años que se debería haber hecho
(justicia).
P-
¿Cree que en algún momento falló el protocolo en estos casos?
V- Sí. En la primera
denuncia que puso Mateo… ahora de mayor creo que sí, que se debería haber hecho
más. A lo mejor no se hizo… porque era la Iglesia.
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