En el abismo del 18 de julio de 1.936
Público
17-7-16
Luis Gonzalo Segura
Han
pasado ochenta años y España sigue en el agujero negro en el que
entró aquel día. Hay quien pretende presentar la
Constitución de 1978 o la muerte del Caudillo de 1975 como puntos de inflexión.
No lo son. No existe ninguna ruptura desde 1939 porque todo ha sido
encefalograma plano, muerte cerebral de la sociedad. Una aburrida etapa tras
otra del tour del Franquismo en el que el sucesor del dictador ocupó su
lugar a la muerte de este. Un sucesor que llevaba desde los diez años en
las rodillas del dictador o arrodillado ante él, todavía no lo sabemos.
Es innegable la concentración de las tres funciones
existentes (judicial, legislativa y ejecutiva) y la perversión de estas
ante el poder económico. Nadie puede ocultar que los políticos usan
las puertas giratorias para llegar al dinero y los empresarios el
dinero para llegar a los políticos. Ello hace que el sistema se haya
podrido y respiremos un ambiente mafioso hasta el extremo en el que
políticos, periodistas o empresarios solo pueden hacer dos cosas:
carroñear o taparse la nariz como si nada sucediera
No es menos incontestable el control absoluto de la
mayoría de los medios de comunicación por este mismo poder económico.
Un país sin separación efectiva de funciones o poderes
y sin medios de comunicación libres (solo hay que recordar las purgas
producidas en El País, El Mundo, Cadena Ser, etc.) no es un país plenamente
democrático. España no lo es. Participar cada cuatro años en una carrera en la
que varios corredores están dopados y no todos tienen que recorrer la misma
distancia no es democracia
Aunque sea más fácil asumir la versión oficial de la idílica Transición, de Juan Carlos I Salvador Nacional y de toda esa basura, aunque sea mejor
para el bolsillo y la salud de uno, es todo demasiado repugnante para callar.
Ahí están la mayoría de presentadores y periodistas de televisiones, radios y
diarios cobrando cada mes mientras perpetúan un Franquismo 3.0, una
versión más suave en las formas e igual de letal en el contenido. Ahí
están los intelectuales, por llamarles de alguna manera, teniendo que fingir
una ceguera permanente para poner el cazo y llevarse este premio o el otro
Los que ganaron aquella guerra son los que hoy
continúan en el poder y el que habla de República, igualdad, libertad o
Ilustración es un radical, un extremista o un antisistema. España no es
tierra de repúblicas, es tierra de caciques, organizaciones terroristas de extrema
derecha, golpistas, cuentas en paraísos fiscales, corrupción, elefantes, amigas
entrañables y volquetes de putas. Esa es nuestra España, la España del
Franquismo 3.0, la de Felipe VI y Letizia consolando al compi-yogui de las
tarjetas black y las denuncias por acoso mientras
llaman “mierda” a los medios de comunicación. Esa es la España que nació
en 1936 y que continúa viva
Son los últimos ochenta años del Régimen,
los de secuestro y desinformación institucional, los que hacen
posible que doce millones de ciudadanos hayan votado y
voten corrupción (PP y PSOE). Y al mismo Franco si se presentara le
votarían porque somos una nación recluida en un centro psiquiátrico que ha
terminado por creer que es real la fantasía inducida de democracia mientras
seguimos amarrados y somos medicados hasta la anulación cada vez que un
brote de lucidez nos hace ver la realidad
Fue justo hace dos años cuando fui encerrado por
primera vez en un centro disciplinario, un 18 de julio como no podía ser de
otra forma. En la transición del Franquismo 2.0 a la versión 3.0 que
un militar escribiese un libro, propusiera un nuevo modelo de Fuerzas
Armadas y denunciase corrupción, privilegios anacrónicos o abusos se
castigó con el calabozo, el despido y el ostracismo. Como hace veinte o
cuarenta o sesenta años. Igual. Eligieron tan señalada fecha como una
muestra más de su arrogancia, de ese poder de quien se sabe dominador absoluto
del tablero
Ochenta años después nada ha cambiado. Jorge Fernández
Díaz, ultracatólico y aspirante a mafioso, dirige el ministerio del Interior;
Arsenio Fernández Mesa, cadenero que en su juventud atemorizaba demócratas, es
director de la Guardia Civil; Pedro Morenés, Señor de la
Guerra que se ha enriquecido convirtiendo el mundo en una
carnicería, se encuentra al frente del ministerio de Defensa; Jaime Dominguez
Buj, que entró en la academia militar cuando todavía vivía Franco (1970)
y se dedica a amenazar al Estado y a los catalanes, es Jefe de Estado
Mayor del Ejército; y Mariano Rajoy, político hechizado, es presidente de
nuestro país. Los cuatro primeros habrían ocupado sus cargos si
Franco siguiera vivo y fuéramos una dictadura oficial, lo que es un
indicador tan revelador como tétrico de nuestro nivel democrático.
El quinto, seguramente, no habría pasado de pipero en el Bernabéu.
No somos una dictadura, es cierto, pero seguimos
estando a ochenta años de ser una democracia.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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