Pazo de Meirás
Franco consiguió el Pazo de
Meirás mediante procesos corruptos
Una investigación por parte de Carlos Babío, un
historiador especialista en la temática, demuestra cómo la familia Franco tiene
en su poder el Pazo de Meirás gracias a corruptelas.
ACoruña
1-9-18
Público
miguel álvarez (efe)
El
investigador Carlos Babío espera que el Estado recupere pronto el Pazo de
Meirás de manos de los herederos del dictador Francisco Franco, que lo consiguió
"como botín de guerra a través de procesos corruptos" y que ahora ve
dos posibles vías para revertir su titularidad.
Carlos Babío
Urkidi (Sada, A Coruña, 1967) sufrió, en la figura de una de sus abuelas, la
incautación de tierras en beneficio de Franco y ahora aboga, en una entrevista
con Efe, por la recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo.
"Lo único que se está pidiendo hoy en día es normalizar. Las víctimas no reclaman indemnizaciones millonarias:
reclaman memoria y dignidad. No debería ser tan difícil, a no ser que cada vez
que pronuncias la palabra Franco cree la tensión", apunta.
Ya con la mente puesta en su próximo libro sobre el Pazo de Meirás, que
publicará junto a Manuel Pérez Lourenzo en 2019, Babío repasa la historia de un
inmueble símbolo de la "característica fundamental del
régimen: la corrupción".
"El
Pazo de Meirás llega a Franco como botín de guerra a través de procesos
corruptos que tienen como último beneficiario a Franco", subraya sobre un
proceso al que, para él, dio continuidad una Transición incapaz de eliminar la
posición de unas élites beneficiadas por los favores de un "régimen
corrupto y genocida".
Considera, de hecho, que medidas como la Ley de Amnistía, que "se dijo
que era para sacar a los rojos de la cárcel", sirvió para "amnistiar los delitos de unos que se acostaron franquistas y se
levantaron demócratas de toda la vida; se blindaron todos los
privilegios emanados del franquismo".
En concreto,
el Pazo de Meirás es "una de las sedes principales donde surge ese tráfico
de favores con las élites" y representa, hoy en día, "un caso
paradigmático", que no existe "en todo el mundo, ni siquiera en
aquellos estados que padecieron regímenes totalitarios de carácter
fascista".
Con "todo tipo de abusos, amenazas y extorsiones", primero fue
donado en un acto público a Franco el 5 de diciembre de 1938, aunque en 1941 fue inscrito como "bien privativo" del dictador tras
"una falsa compraventa entre particulares", por 85.000
pesetas, según los documentos, una cifra que ve irregular.
A partir de
ahí funciona como residencia oficial y es la Casa Civil de Su Excelencia el
Jefe del Estado la que se ocupa "del mantenimiento, las obras, las mejoras
y el personal de servicio": "No hay diferencia entre la residencia de
El Pardo -propiedad del Estado- y la de Meirás", declara Babío.
La primera posible vía para recuperarlo es a través de la anulación del contrato de compraventa de 1941, pues el
bien "ya estaba vendido y luego donado". Otra opción es recurrir al
uso que se le dio a la propiedad, en un sistema en el que no se distinguían el
Palacio de El Pardo, el Pazo de Meirás, Patrimonio Nacional y la Casa Civil.
Carlos Babío
ve fácil intentar cualquiera de las dos vías, pues apuestan por ellas "los
historiadores y los juristas que estudiaron el caso": "Es muy
evidente que existe causa", prosigue.
Sostiene que
el Estado debe recuperar una propiedad en la que invirtió una "cifra
astronómica" durante años, pues en él no solo residió Franco con su mujer,
Carmen Polo, que tuvo una pensión vitalicia superior al sueldo del presidente
del Gobierno, sino que acudían con regularidad la hija de ambos, Carmen Franco,
y el resto de su familia, que "vivían en el Pazo de Meirás como vivía
Franco".
"Sus actividades lúdicas se cargaban al erario público.
Podemos documentar que vivía a cuenta del erario público en el Pazo de Meirás,
abusando de todo tipo de recursos", argumenta.
El
investigador tiene documentos que acreditan que Patrimonio Nacional,
propietario del barco Azor, ordenó remitir a Castellón los elementos de pesca
"para que Francis Franco -nieto del dictador- se presentase a un
concurso": "A él incluso se le pagaban las tiritas cuando se hacían
pupita en el Pazo", ironiza.
"Me da vergüenza, es indignante que venga a decir que el Pazo es de
ellos cuando tuvieron ese comportamiento", declara. Todo el proceso afectó a unos sesenta propietarios y arrendatarios,
entre los que estuvo una de sus abuelas, aunque a partir de 1941 se abandonó la
incautación de tierras para su compra, a cargo del Estado, y la posterior
inscripción a nombre de Franco, incluso en un caso con la construcción de una
vivienda para uno de los afectados a cargo del Ministerio del Ejército.
"En el organigrama de la Casa Civil no se sabía dónde acababa lo
público y dónde empezaba lo privado, todo era de los Franco. La
mayoría de las tierras de fuera de los muros se recalificaron y se vendieron en
la década de 1980; lo hizo el alcalde de Sada con un poder notarial de la
familia", revela el experto.
En Galicia está también pendiente de recuperación la
Casa Cornide, en el centro de A Coruña y regalada por el
Ayuntamiento de A Coruña -al que urge medidas legales- a Carmen Polo, y las
estatuas de Abraham e Isaac del Pórtico de la Gloria, ya en la vía judicial.
Babío opina
que hacen falta medidas contra un "franquismo que sigue vivo" y
descarta que eso signifique reabrir heridas, pues se pregunta "en qué
momento el Estado español cerró las heridas conforme al derecho
internacional".
"Es un disparate que se diga que el Estado español cerró las heridas:
las dejó abiertas y supurando", declara. Sobre el Valle de los Caídos,
sostiene que "es difícil reconvertir eso en un espacio de
memoria democrática", por lo que "sacaría en la medida en
que se pueda a las víctimas que están soterradas con el dictador, sacaría al
dictador, entregaría los cuerpos a las familias y lo volaría por los
aires", abunda.
Advierte, no
obstante, que en España hace falta la eliminación de la simbología franquista,
como ocurrió en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial cuando también la
población fue reeducada, en un sistema que viene "de una reforma del
anterior", en el que echa de menos "una ruptura real" con el
pasado.
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