Sigue
pendiente en España un “Proceso de Nuremberg”
Público
5-7-16
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
¿Qué está pasando en España? El comportamiento fascistoide de los
aparatos del Estado
Me
temo que no hay suficiente conciencia en este país de la enorme importancia de
conocer nuestro pasado para entender nuestro presente. Y por pasado quiero decir la historia reciente de
este país, que todavía no se ha recuperado debido a la muy limitada atención
que se ha dado en recuperarla. Y por presente me refiero a los mayores eventos que
han ocurrido en las pasadas semanas, y que incluyen desde la publicación por
parte de Público de la evidencia que prueba la
existencia de entramados dentro del Estado para destruir a los que son
considerados sus “enemigos”, hasta el sorprendente resultado de las elecciones
del pasado 26 de junio.
Comencemos
por el entramado (referido como las
cloacas del Estado) y su funcionamiento. He indicado en múltiples
ocasiones que, como consecuencia del gran dominio que los herederos de los que
realizaron el golpe militar en el año 1936 (en contra de la Segunda República)
tuvieron en el proceso de la transición de la dictadura a la democracia, el nuevo
Estado español no supuso una ruptura, sino una adaptación y reforma del Estado
anterior a la transición, con lo cual tal nuevo Estado dista mucho de ser
homologable a los Estados democráticos de la Europa Occidental. La imagen falsa
e idealizada que han dado de tal transición los mayores medios de información
(liderados por El País,
y dentro de él por los Santos Juliá de turno), definiéndola como “modélica”, ha
ocultado la escasísima cultura democrática existente en el Estado español,
todavía hoy dominado por fuerzas profundamente conservadoras, herederas de las
derechas que establecieron una de las dictaduras más represivas y sangrientas
que hayan existido en la Europa Occidental.
La herencia del Estado franquista
Los
hechos acaecidos en las últimas semanas, publicados, repito, en Público, han permitido a la
ciudadanía española no solo leer, sino también oír (a través de los
registros reales de las conversaciones) cómo un aparato del Estado, el Ministerio del Interior,
se movilizaba para (utilizando otra rama del Estado, la Oficina Antifraude de Catalunya (OAC), contando también con la
complicidad de otra rama del Estado, la Fiscalía
General del Estado, y con la ayuda de un cuerpo especial del Estado,
llamado la Policía patriótica)
“destruir al enemigo” (expresión utilizada en su conversación por los dos
personajes principales del entramado, el Ministro del Interior, el sr. Jorge
Fernández Díaz, y el sr. Daniel de Alfonso, director de la OAC). Tal “enemigo”
eran dirigentes políticos y partidos políticos legales y legítimos, con
representación parlamentaria en las Cortes Españolas y en el Parlament de
Catalunya. Dicha destrucción del enemigo consistía en la producción de informes
por parte de la policía “patriótica”, muchos de ellos falsos, que se publicaban
con la complicidad de periodistas de gran visibilidad mediática como Eduardo
Inda, entonces de El Mundo,
y Francisco Marhuenda, de La
Razón (ver las series de
artículos publicados en El
Triangle sobre este
tema) que continúan hoy teniendo gran visibilidad y acceso mediático a través
del canal La Sexta, tanto en el programa Al
Rojo Vivo como en La Sexta Noche.
Este
entramado dentro del Estado sigue al pie de la letra las prácticas de los
Estados fascistas y nazis, con la diferencia que durante el fascismo español las víctimas de tal entramado
terminaban, además de ser depuradas de su posición social, en la cárcel o en el
paredón. Tal comportamiento,
incluso su narrativa, es una copia de lo que ocurría durante la dictadura que
existió en España durante casi cuarenta años.
Para
aquellos que crean que exagero, me limito al estilo de la conversación entre el
ministro y el director de la OAC. El tono de este último encaja perfectamente
en la narrativa del fascismo español (también llamado nacionalcatolicismo). Dicho
personaje, en su servilismo a la autoridad, utilizó términos tales como “Yo a
sus órdenes, ministro”, ”Todo lo que usted decida, bien decidido está,
ministro”, “Las ideas son suyas”, “Considérame un cabo de tu Cuerpo Nacional”,
“Les hemos destrozado (al enemigo) el sistema sanitario”, “Yo, ministro, soy
partidario de asestar el golpe cuando el golpe va a acabar con el animal (el
enemigo)”, y así un largo etcétera. Este “cabo de tu Cuerpo Nacional” era nada
menos que el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, institución que
tiene como objetivo “fortalecer la integridad en el sector público catalán,
previniendo e investigando la corrupción”, lo cual se convirtió en cómo
investigar y destruir al enemigo, creándose incluso evidencias falsas para alcanzar
ese objetivo.
La enorme inmunidad, otro indicador de la mala calidad democrática en
la cultura mediática y política del país
Y
lo que es incluso más escandaloso es que nadie envuelto en este entramado haya
sido sancionado. En realidad, el presidente Rajoy, que dirige el Partido
Popular, así como el gobierno español, ha aprobado y defendido a tal ministro,
el cual continúa en su cargo. Es más que probable que el presidente conociera y
aprobara dicha campaña de destrucción del enemigo. Y aunque el sr. Daniel de
Alfonso, director de la OAC, ha sido depuesto de su cargo por el Parlament de
Catalunya, continúa siendo juez, sin que el cuerpo o asociación de tales
funcionarios haya movido un dedo para expulsarle de la carrera judicial,
considerando, por lo tanto, que nada de lo que tal personaje haya hecho merece
sanción.
En
cuanto a los policías y periodistas patrióticos, ninguna sanción está siendo
considerada. En realidad aquellos periodistas, cómplices de aquella campaña de
desprestigio del enemigo, continúan teniendo una gran visibilidad en los
medios, sin que ningún colegio de periodistas (que en teoría son responsables
de garantizar la ética profesional en su profesión) les haya sancionado, o
incluso criticado, por ser casos claros de mala práctica periodística (el
distribuir información falsa).
La reproducción de la baja cultura democrática en los medios
Otra
consecuencia del domino de las fuerzas conservadora en la Transición inmodélica
ha sido la falta de diversidad de los grandes medios de información españoles,
claramente escorados hacia la ultraderecha, la derecha y el centroderecha. No
hay en España un gran medio de información, sea de prensa o televisivo, de
izquierdas. Y los grandes medios de información y persuasión discriminan a las
voces críticas y de izquierdas en el país. Es interesante en este aspecto
señalar que el único rotativo que tenía la reputación de centrista, El País, ha ido claramente
evolucionando a la derecha, con escasa receptividad hacia voces de izquierdas.
Es un reflejo de hasta qué punto se ha derechizado este rotativo, que en un
reciente editorial (que no tiene desperdicio) acusara a La Sexta de ser un
canal televisivo de izquierdas que había creado a Podemos, a base de
promocionar a sus líderes. En realidad, lo que ha hecho La Sexta (en La
Sexta Noche y en Al Rojo Vivo) y que ha
originado el enfado de El
País es permitir que haya en
sus tertulias comentaristas de izquierdas junto con otros tertulianos, la
mayoría de los cuales son de derechas. Es más, los dos programas citados
anteriormente cuentan con la presencia de economistas neoliberales, incluyendo
el “economista de la casa”, el sr. José Carlos Díez, que apoyó la reforma
laboral del sr. Zapatero, así como las políticas de austeridad del sr. Zapatero
y del sr. Rajoy, era defensor (hasta hace poco) de la ortodoxia liberal, asesor
del PSOE, y que define a la clase trabajadora como la “clase baja”. Tal
economista es también, por cierto, el economista de cabecera de El País.
La avalancha contra “el enemigo” en los grandes medios de información
En
la gran mayoría de los grandes medios de información se reproduce una cultura
generalizada en amplios sectores de la población, heredada de la dictadura, que
es enormemente agresiva y hostil hacia aquellos que tienen una visión de España
distinta a la uninacional dominante en la cultura política y mediática del
país. Junto a esta visión existe también otra profundamente adversa hacia las
visiones de izquierdas que difieren de la visión más moderada, que se ha ido
adaptando al régimen actual, y que está representada por el PSOE. La
agresividad que caracterizó a la dictadura frente a los que esta definió como
“rojos” y “separatistas” ha continuado en los grandes medios de comunicación y
persuasión de España. Los partidos “separatistas” son considerados como el
“enemigo”, al no compartir la visión de España hoy dominante en el Estado. Ha
sido precisamente la rigidez y falta de sensibilidad democrática del Estado
español y de los mayores medios de información españoles lo que ha estimulado
su conversión a partidos independentistas. Ni ERC ni Convergència Democràtica
de Catalunya (CDC) habían apoyado la separación de España hasta una época
reciente. Y, muy probablemente, la continuación del gobierno Rajoy aumentaría
el deseo de la población en Catalunya de separarse de España, alcanzando la
mayoría.
La hostilidad hacia los “rojos” de la cultura franquista continúa en el
Estado y en la mayoría de los medios de información y persuasión
Hemos
visto, por ejemplo, durante la campaña electoral la gran hostilidad de la gran
mayoría de los grandes medios hacia Podemos en general y Pablo Iglesias en
particular, hostilidad que ha sido facilitada y estimulada por el entramado
franquista existente en el Estado que cité al principio del artículo. Desde el
informe PISA intentando encontrar actividad delictiva en el Secretario General
de Podemos (Pablo Iglesias), hasta el intento de encontrar financiación
extranjera (venezolana) del partido Podemos, entre muchos otros casos de
infamia, calumnia y mentiras, los grandes medios de información han intentado
también “destruir al enemigo rojo”, llegando al extremo, como el del diario El País, de indicar que la
población presente en el estadio abarrotado la primera vez que Pablo Iglesias
vino a Barcelona, había abucheado al sr. Pasqual Maragall, ex alcalde de
Barcelona, cuando en realidad recibió una ovación que duró varios minutos (ver
mi artículo “Manipulaciones y mentiras en El
País”, Público,
30.12.14). Nunca había visto tal nivel de manipulación, mentira y mendacidad
como en aquel caso, que es todo un récord de infamia mediática, infamia que no
se corrigió a pesar de ser el rotativo conocedor del error cometido por su
corresponsal.
En
todos estos casos, todos los rotativos se hicieron eco de las acusaciones que procedían
de las cloacas del Estado, presentándolas como verídicas y certeras cuando eran
falsas y erróneas, hecho que muchos de ellos sabían, lo cual no impidió que
continuaran promoviéndolas. Y los periodistas que publicaron esta información
procedente de los aparatos del Estado continúan con tales falsedades, sin que
sean corregidos, sancionados o denunciados por las asociaciones profesionales
encargadas de velar por el comportamiento ético de sus profesionales. La
inmunidad de las prácticas antidemocráticas y/o fascistoides es absoluta, con
unos medios de información y persuasión que pueden destruir al enemigo (los
rojos y separatistas) a su antojo, sin ningún tipo de protección.
Como
consecuencia, hoy la cultura franquista del régimen resultado de la primera
transición inmodélica es reproducida, no solo por la represión física, sino
también a través de la destrucción de lo que el régimen y los aparatos del
Estado consideran “enemigos”, contando con la complicidad de los grandes medios
de información para tal tarea. El cuarto poder es cómplice del Estado en su
ataque brutal a la democracia y a los demócratas. Ni que decir tiene que esta
campaña mediática contra “rojos” y “separatistas”, alimentada por las cloacas
del Estado, tuvo gran impacto cuando varias falsedades fueron distribuidas y
promovidas por tales medios -como la financiación de Podemos por Venezuela,
entre otras- con el intento parcialmente exitoso de desalentar el voto
favorable a Podemos.
Cómo la cultura franquista afectó a las elecciones del 26 de junio
Una
pregunta que se han hecho millones de personas con sensibilidad democrática es:
¿cómo puede ser que un partido tan corrupto como el PP (cuyo presidente, que lo
es también del gobierno español, aprobó la existencia de tal cloaca así como la
extensísima corrupción existente en tal partido) fuera votado de nuevo?. En
realidad, donde la corrupción fue más extensa fue precisamente donde tuvo lugar
el aumento del voto al PP.
La
explicación de este hecho no es complicada y es relativamente fácil de ver. Es
parte del ideario popular heredado de la experiencia del nacionalcatolicismo,
profundamente antidemocrático, el asumir que todos los políticos roban, pues
así pasó durante la dictadura, cuando la corrupción era muy extensa entre los
cargos públicos. En sí, esta corrupción se ve como intrínseca a la función
pública y al mundo político, pues todos roban. La denuncia de tal corrupción
del PP, sobre todo en la última parte de la campaña (incluyendo la corrupción
política), se vio por parte de los votantes del PP como un ataque a su partido,
hecho única y exclusivamente con fines electorales por los adversarios de tal
partido, lo que determinó la movilización masiva del electorado a su favor
(esto pasa también, por cierto, entre los seguidores de Le Pen en Francia y
Donald Trump en EEUU, que son impermeables a cualquier información contraria a
sus líderes). El hecho de que las conversaciones del ministro aparecieran días
antes de las elecciones tuvo un impacto movilizador de la población de
ultraderecha que compartía los objetivos del ministerio: destruir a los que
atacan la Unidad de España. Tal material, publicado en Público, se vio primordialmente y
paradójicamente como un juego
sucio para destruir al PP, y tuvo un impacto opuesto al que se suponía que
iba a tener. La corrupción era marca de aquel régimen dictatorial. Y su
aceptación era un componente de aquella cultura. Su pensamiento es que “puesto
que todos lo hacen, hay que defender a los nuestros cuando intentan destruirlos
por una práctica que todos llevan a cabo”. La inmoralidad es parte de la
cultura franquista, y la tolerancia hacia ella es intrínseca en dicha cultura.
La cultura franquista no ha muerto
Un
tanto igual ocurrió en el caso de las conversaciones del ministro. La cultura
franquista odia a los “rojos” y “secesionistas”, incluyendo como secesionistas
a aquellos que defienden el reconocimiento de una España plurinacional,
distinta a la uninacional, la única que –según ellos- debe aceptarse. Y su
máximo enemigo es el partido que cuestiona tanto la uninacionalidad como lo que
la cultura franquista llama la “unidad de España”. Hay que recordar que esta
fue la justificación del alzamiento fascista del 1936: la defensa de la unidad
de España frente a los rojos y a los secesionistas. Y causaron la muerte de
400.000 personas en defensa de tal causa. Es esta la cultura que aparece en la
conversación entre el ministro Jorge Fernández Díaz y el director de la OAC, el
sr. Daniel de Alfonso. Este último justifica lo que está haciendo definiéndose
a sí mismo como un “patriota español”, utilizando una narrativa claramente
militar franquista (“a tus órdenes”) que nos recuerda mucho aquel periodo.
Según los votantes del PP, todo lo que hacían aquellos personajes era un
acto patriótico, realizado por policías que se llamaban “patriotas”, y que lo
hacían por una causa patriótica (ver mi artículo “¿Qué hay detrás de la defensa
de la ‘unidad de España’?”, Público,
30.12.15). El comportamiento del ministro fue percibido, por parte de la
cultura franquista, como un acto patriótico que no afectó negativamente el voto
del PP. Todo lo contrario, lo favoreció. Hay que notar que el PP defendió al
ministro y se opuso a la destitución del sr. Daniel de Alfonso.
¿Por qué Unidos Podemos perdió más de un millón de votos?
Era
de esperar que tal masiva movilización de los medios tuviera un impacto
negativo en la atracción que Unidos Podemos (UP) había tenido, pues esta
movilización fue máxima al ver que tal coalición podría haber ganado las
elecciones. De ahí que en la medida en que las encuestas mostraban que tal
coalición (UP) podía ganar, la movilización fue mucho mayor que en las
elecciones anteriores. Y así se vio, el día de las elecciones, a partir de las
nueve de la noche, cuando el ministerio liderado por el mismo sr. Fernández
Díaz, dio los datos que, en contra de todas las expectativas, eran casi
opuestos a los esperados. El PP subió mucho por el miedo de las derechas al
triunfo de la coalición UP, un miedo que provocó como resultado un aumento de
su movilización, temerosas de que el PP pudiera sufrir un enorme bajón como
consecuencia de los descubrimientos de la extensa corrupción y de las
entrevistas del ministro.
Por qué el bajón de Unidos Podemos
Es
probable que la mayor parte del descenso del voto a Unidos Podemos (UP) se deba
a muchos factores, incluidos algunos procedentes de la propia UP (aunque creo
que se han exagerado estos últimos errores). Hay dos causas externas, sin
embargo, que sí que creo que han sido importantes. Una ha sido la percepción de
votantes de Podemos (que habían votado al PSOE en las elecciones anteriores a
las del 2015), que fueron convencidos por el propio PSOE y por la gran mayoría
de medios, de que Podemos había sido responsable de que Rajoy no dejara de ser
presidente del país, al haberse opuesto al pacto PSOE-Ciudadanos,
imposibilitando que Pedro Sánchez lo sustituyera. Este mensaje, repetido por
tierra, mar y aire, caló. Y de ahí que el PSOE esté insistiendo en ello miles
de veces. Se acepta así que Podemos (y en particular “el supuesto deseo de
tener sillones de poder por parte del malo de la película, Pablo Iglesias”) fue
el responsable de que Pedro Sánchez no sustituyera a Mariano Rajoy, mensaje que
tuvo impacto en amplios sectores de ex votantes del PSOE. El hecho de que
hubiera habido otra alternativa después del 20D de formar gobierno con una
amplia coalición de izquierdas fue prácticamente silenciado por el PSOE y por
la mayoría de los medios.
La
otra causa fue la gran dificultad de compatibilizar dos culturas distintas, la
de Podemos y la de IU. He hablado de ello en artículos. Establecer dicha
coalición en un periodo de tiempo muy corto era difícil. Y como consecuencia,
hubo sectores de IU que se sintieron molestos por la manera como se hizo tal
coalición. Y se quedaron en casa como protesta. Ahora bien, considero que en
este tema el mayor problema no fue una inexistente insensibilidad por parte de
los responsables de la coalición, sino la falta de tiempo para poder manejar
estas dos culturas en una coalición. En este sentido, la constante distinción
que se hace entre transversalismo versus unidad de izquierda, o entre los de
abajo frente a los de arriba, es
de utilidad limitada, pues la transversalidad tiene que ser respetuosa con la
especificidad de las distintas culturas existentes en la coalición. Las
izquierdas han sido históricamente las defensoras de los de abajo (los
oprimidos y los explotados) frente a los opresores y explotadores. Puesto que
la mayoría de la población pertenece a la primera categoría, el reto de las
fuerzas progresistas es hacer ver los elementos comunes que los distintos
sectores de la mayoría tienen en su enfrentamiento con la minoría. De ahí que
la necesaria transversalidad tiene una serie de requerimientos, tales como ser
sensibles a cada una de estas poblaciones oprimidas, que han desarrollado sus
propias culturas. En España la situación se complica todavía más debido a que a
la existente explotación de clase, se le añade también la explotación de género
y de nación, esta última negada sistemáticamente por la cultura franquista.
Pero esta transversalidad tiene que ser extraordinariamente sensible a no
diluir la cultura de cada grupo explotado. Y esto requiere especial atención
hacia el grupo, como IU, que es la fuerza que ha mantenido siempre la cultura de
resistencia frente a la opresión predominantemente de clase social. Tal
resistencia exige un respeto especial, pues son también el enlace con la
historia de resistencia en este país. Me consta que la dirección de UP es
consciente de ello, pero el desarrollo de culturas comunes lleva su tiempo.
¿Qué hay que hacer ahora?
La autocrítica es
necesaria pero sería mejor que se hiciera en el momento en que el proceso de
investidura terminara. Hay que ser consciente que todavía no hay gobierno, y UP
debería todavía influenciar en dicho proceso. O al menos sacar rentabilidad
política de lo que se deje de hacer por parte del PSOE. Por ejemplo, hay que
señalar que todavía es posible realizar un gobierno progresista, alternativo al
del PP. Un gobierno de progreso es posible con el apoyo del PSOE, UP y las
confluencias, y de los nacionalistas vascos y catalanes, o incluso una alianza
PSOE, UP y C’s, alianza que sería distinta de la coalición PSOE, C’s y UP que
el PSOE consideró (el orden de los factores altera el producto). El PSOE y UP
podrían acordar un pacto e invitar a C’s a que se sumara a él con medidas que
no cuestionaran la esencia de dicho pacto PSOE-UP, tal como hizo el PSOE antes
cuando pactó primero con C’s y luego invitó a Podemos a unírseles, pero
cambiando el orden y la secuencia de los contactos. Es más que probable que el
PSOE no aceptara tal alianza, pues, en realidad, nunca quiso aliarse con
Podemos. Pero es importante mostrar a la ciudadanía española que fue el PSOE el
que nunca quiso aliarse con las izquierdas, prefiriendo hacerlo con las
derechas, aunque ello tuviera como consecuencia que tengamos en España a un
personaje y a un partido de la cultura franquista en el poder.
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