'Sucedió
en Grazalema'. El documental del crimen de las quince rosas y
un adolescente
La obra estrenada por la Diputación de Cádiz, señala
nuevos datos inéditos sobre el asesinato de estas quince mujeres, de entre
18 y 62 años, en plena sierra por tapar el paradero de algunos de los
suyos. Biografías y testimonios de estas víctimas asesinadas con arma
blanca crean un relato estremecedor de su fusilamiento ocurrido en el año
1937.
Público
9-10-16
MARÍA
SERRANO
SEVILLA.- “Adelina
le agradeceré que atienda usted a mis pequeños y les de comer. La
comida me la dejé puesta. Pueden dormir en mi casa y ustedes echarles una
miradita que, como son tan malos, no quiero que les den mucha guerra. A
ver si pudiera ser que pronto me dejaran salir, puesto que yo no tengo
culpa, que no mucha mi papa”.
Gracias y le queda muy agradecida su amiga.
Catalina Alcaraz
La apresurada nota de Catalina a su amiga Adelina, tras su detención en el pueblo de Grazalema, no atisba ninguna señal de miedo ni creencia de que en pocos días podía ser fusilada en la curva de una carretera. Su padre Ignacio, concejal republicano, había emprendido la huida en septiembre de 1936 tras la entrada de las tropas golpistas. Catalina quedaría como rehén, ante la ausencia de un familiar huido, al igual que las 15 mujeres asesinadas en la fosa conocida como la “fosa de las mujeres de Grazalema”.
Gracias y le queda muy agradecida su amiga.
Catalina Alcaraz
La apresurada nota de Catalina a su amiga Adelina, tras su detención en el pueblo de Grazalema, no atisba ninguna señal de miedo ni creencia de que en pocos días podía ser fusilada en la curva de una carretera. Su padre Ignacio, concejal republicano, había emprendido la huida en septiembre de 1936 tras la entrada de las tropas golpistas. Catalina quedaría como rehén, ante la ausencia de un familiar huido, al igual que las 15 mujeres asesinadas en la fosa conocida como la “fosa de las mujeres de Grazalema”.
La joven
madre escribía la nota a su amiga para el cuidado de sus tres hijos de 8, 5 y
3 años de edad. El resto de sus compañeras serían también detenidas en
similares circunstancias, siendo cogidas por grupos de falangistas y
llevadas hasta el cuartel municipal del que saldrían para ser fusiladas en
los terrenos de la finca conocida como “el Retamalejo”.
Cambio de fecha
La
investigación periodística, llevada a cabo por David Doña, en colaboración con
la Diputación de Cádiz, ha permitido con nuevos testimonios el estreno del
documental Sucedió en Grazalema. Doña señala a Público que “hasta
ahora se consideraba que las mujeres fueron asesinadas a finales del verano de
1936 pero no fue así. Las detenciones y posteriores ejecuciones se
produjeron en 1937 cuando las familias regresan a Grazalema, desde la
provincia de Málaga”.
Teresa Sánchez, una de las protagonistas del documental, sería testigo de la detención de su madre María Barea Rincón, su tía Isabel Barea Rincón y su prima Salud Alberto Barea. No volvió nunca a verlas. El hijo de Catalina Alcaraz, Andrés Navarro Alcaraz, también cuenta la triste historia de su familia con un valioso conocimiento de aquellos días.
Teresa Sánchez, una de las protagonistas del documental, sería testigo de la detención de su madre María Barea Rincón, su tía Isabel Barea Rincón y su prima Salud Alberto Barea. No volvió nunca a verlas. El hijo de Catalina Alcaraz, Andrés Navarro Alcaraz, también cuenta la triste historia de su familia con un valioso conocimiento de aquellos días.
Una cuartada para crear terror
La nueva
fecha conocida del asesinato de estas mujeres, de entre 18 y 62 años: Teresa
Castro Ramírez, Salud Alberto Barea, Catalina Alcaraz Godoy, Isabel Atienza
Gómez, Josefa de Jesús Gómez, Isabel Barea Rincón, María Barea Rincón, Ana
Fernández Ramírez, Cristina Carrillo Torres, Lolita Gómez, María Josefa
Nogales, Teresa Menacho, Antonia Pérez Vega, María Isabel Román Montes,
Natividad Vilches y el pequeño Francisco Peña García, conocido como ‘el
Bizarrito’, confirma que “no fueron ejecuciones en caliente, sino producto de
una estrategia premeditada y sistemática”
De esta misma forma, ocurría en otras fosas comunes exclusivas de mujeres en Andalucía, la de Guillena (Sevilla), Zufre (Huelva) o la Puebla de Guzmán (Huelva). Doña señala que “hacían una selección muy arbitraria para posteriormente llevarlas al calabozo, tenerlas allí varios días y raparlas y purgarlas con un vaso de aceite de ricino y así pasearlas en una camioneta antes de la ejecución”. Eran hijas, madres, esposas o hermanas de algún huido y tuvieron que pagar las durísimas consecuencias del nuevo régimen que comenzaba a instalarse en España.
El uso de arma blanca
Las
maniobras para el asesinato de estas quince rosas tuvieron importantes
episodios de violencia. Jesús Román, arqueólogo encargado de la exhumación
de la fosa en el año 2008, apunta en el documental “los pocos proyectiles que
se encontraron, habiendo importantes signos de uso de arma blanca”. Los
impactos de bala en el cráneo de estas víctimas se mezclan “con una
fragmentación del cráneo que remataba los cuerpos con un fuerte palazo en la
cabeza”. Entre los elementos vinculantes con arma blanca, también se encontró
un hacha, que posiblemente podría estar relacionada con el crimen a las quince
mujeres.
El caso del joven de doce años, conocido por el apodo de su abuela La Bizarra pudo ejecutarse, de forma fortuita. Doña afirma que “el joven podría pasar por allí y por ello tuvieron que ejecutarlo junto al grupo de mujeres para que no contara la crudeza de aquel episodio”. Sus abuelos María la Bizarra y José, el tío Fraile, también fueron asesinados. Su fosa no ha sido aún localizada.
El caso del joven de doce años, conocido por el apodo de su abuela La Bizarra pudo ejecutarse, de forma fortuita. Doña afirma que “el joven podría pasar por allí y por ello tuvieron que ejecutarlo junto al grupo de mujeres para que no contara la crudeza de aquel episodio”. Sus abuelos María la Bizarra y José, el tío Fraile, también fueron asesinados. Su fosa no ha sido aún localizada.
Testimonios inéditos
Andrés y
Teresa son los hijos de Catalina Alcaraz y María Barea. Durante el transcurso
de la cinta pueden escucharse sus testimonios inéditos. El mayor de los hijos
de Catalina recuerda que a su madre le preguntaron por el abuelo y al no
encontrarlo fue llevada directamente a cuartel. “Ella era una mujer cultura
pero una mujer de su casa. Simplemente porque su padre era político la
cogieron”. Con ocho años, Andres acude a ver a su madre detenida. “Me dijo
hijo hazme una tortillita de patatas que tú sabes como yo la hago y yo le dije
que sabía que había que hacer pero se me había olvidado con esa edad y con los
nervios no terminé de freír las patatas y la cebolla” apunta.
Teresa Sánchez recuerda la cara de su hermana pequeña Josefa que tenía cinco años en aquellos tiempos. “Mis dos hermanas pequeñas las agarraban por las piernas a mi madre y les decían mamaíta no te vayas, mamaíta no te vayas pero se las llevaron y se la llevaron gente conocida”. No puede evitar emocionarse porque son recuerdos muy duros, viviendo con tan solo siete años este triste episodio.
Las vidas de Catalina y María
David Doña
apunta que poco se conocía de las biografías de algunas de las quince rosas.
El ejemplo de Catalina Alcaraz es uno de los más significativos por su posición
acomodada. “Había llegado a Grazalema en 1934. Era la mayor de 8
hermanos. Procede de Tetuán, entonces capital del Protectorado español de
Marruecos. El padre de Catalina, Ignacio Alcaraz, es un próspero hombre de
negocios: en Tetuán abre con éxito un salón de té, un estanco y una librería”.
La suerte le duró poco tiempo al ser ejecutada tres años después de su
llegada a este pueblo de la sierra gaditana.
Catalina
Alcaraz Godoy
María Barea
se dedicaba a la venta de la leche y los quesos procedentes de un ganado caprino
que la familia poseía en Los Terrajos (parcelas comunales de Grazalema). Su
hija Teresa narra en el documental la historia de sus mujeres asesinadas en
aquella fosa. Doña afirma que “dos de aquellas víctimas iban embarazadas y una
era la prima de Teresa Salud, que regresó a Grazalema, meses antes de la Guerra
Civil a casarse. Trabajaba, como servicio doméstico, en Sevilla”.
La fosa, exhumada en el año 2008, fue tapada con capas de tierra por los propios familiares tras conocer el brutal asesinato. El arqueólogo apunta que “los familiares cubrieron con piedras los cuerpos para que no se los comieran las alimañas”. Más adelante, los enterraron con cal y arena y pusieron piedras para no olvidar aquel punto en la carretera, el crimen de las quince mujeres y el Bizarrito. A pesar del paso de los años, Doña destaca “la importancia que tiene este episodio en Grazalema sin haber podido olvidarse”.
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